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Don Juan Carlos: "La política no debe caer en la ineficacia ni en las luchas intestinas"

Los reyes de España Juan Carlos y Sofía iniciaron ayer en Zaragoza una visita oficial a la región aragonesa, rodeados en todo momento por el calor popular. Por segunda vez en el curso de este año, el Monarca hizo una exhortación a los políticos para que no caigan en la ineficacia y en las luchas intestinas, sino que dirijan su actuación a la resolución de los problemas del pueblo. La primera intervención real de estas características se produjo horas después del fallido golpe de Estado de febrero.Ante las muestras de afecto de los millares de personas congregadas en la plaza de las Catedrales, de Zaragoza, y tras el discurso del alcalde accidental el Rey manifestó que esperaba esta bienvenida y esas aclamaciones de saludo «a España, a la democracia, a la Corona. No podía ser de otro modo, y para mí la explicación es muy sencilla: vosotros sois una lección viva de responsabilidad nacional».

Se refirió después a los problemas regionales y locales que le habían sido expuestos por el alcalde accidental, y dijo: «Yo desearía que vuestras necesidades estimularan de forma inmediata y sin inhibiciones a la clase política, a las instituciones de gobierno, a las áreas económicas».

«Porque la política -y debo decirlo aquí, desde esta lúcida visión que tenéis los aragoneses-, para ser buena, ha de ser generosa y sacrificada. La política, para que merezca el respeto de todos, no debe caer en la ineficacia, en la perduración de los cargos, en las luchas intestinas, sino que debe tener una dinámica enérgica y resolutiva».

«A lo largo de un milenio habéis luchado por una mejor Administración. Yo creo que en la España democrática sois acreedores a un justo reconocimiento de vuestras aspiraciones, en paz, progreso y libertad».

En sus palabras de bienvenida a los Reyes, el alcalde accidental -en representación del titular, hospitalizado por un fuerte estrés- había dicho al Rey que representa a «la Corona garante de nuestras leyes democratizadoras y de nuestras libertades», al tiempo que exponía los más graves problemas de la ciudad y de su entorno, derivados de la falta de agua «en la región que cruza el Ebro».

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