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Tribuna
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Con esperanza, con convencimiento

Hace dos semanas, un grupo de parlamentarios decidimos inaugurar el período de preparación, en forma abierta y rotunda, de un nuevo proyecto político. Desde entonces, la crisis latente en el partido del Gobierno, la manipulación informativa en algunos medios y la confusión de la lucha por el poder en el propio partido han generado unas dudas que conviene aclarar terminantemente.1. Estamos elaborando un proyecto de nueva planta, levantado generosamente al margen de los escombros donde se entierran las ilusiones de unas ideas hoy archivadas. No vamos a jugar con los descartes de tópicos ya concluidos, sino que estamos convocando a la base de sectores, grupos, colectivos, ideas y aspiraciones desde donde se pueda organizar, con todos los que quieran ayudarnos, un partido político.

2. UCD se está organizando al fin, esperamos que con claridad y estabilidad, como un oran partido para la derecha española. Una derecha civilizada y moderada con un líder competente. Los grupos con ideas de signo socialdemócrata o resueltamente reformador estaban siendo ya un segmento marginal y contradictorio. No era honesto seguir sirviendo de coartada a que se hablara de una política que no se hacerse hiciera una política de la que no se habla. Los socialdemócratas nos hemos retirado de UCD por un elemental deber de claridad política.

3. Entre Felipe González y Calvo Sotelo existe un espacio político. El espacio para una alternativa de cambio, renovadora, laica, independiente y crítica. No sabemos si este espacio es grande o pequeño. Pero es preciso convocar a aquellos españoles que desde tina opción no socialista están dispuestos a impulsar un programa de transformación real del país. Quizá por ello el título de este artículo es más optimista que el del libro a que hace referencia.

4. Este programa de transformación en el que estamos trabajando no es un capricho. Es una necesidad histórica, si querernos que España responda al reto educativo, cultural y tecnológico, supere la crisis económica, pueda afrontar seriamente su entrada en el Mercado Común, apoye a las empresas más dinámicas y no pierda una vez más su puesto en la gran caravana de los países avanzados del mundo.

5. No nos parece honesto como actitud política la de esperar a que los problemas dejen de plantearse. Un sector del país está sufriendo de impotencia, de resignación y de hastío. No sabemos si nuestra voz podrá ser escuchada en el gran escenario político, pero queremos dejar oír una palabra respetuosa y seria.

6. Podríamos haber permanecido instalados cómodamente en la tranquilidad mediocre de nuestros puestos. Podríamos haber abandonado la batalla para presenciar el espectáculo desde la grada y después aclamar al vencedor como es habitual en estos casos. Podríamos haber negociado posiciones de poder a cambio de engañar a la opinión pública. Podríamos haber esperado a la confortable seguridad de la financiación garantizada y a la sólida base de los medios informativos desde el poder.

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Pero hemos preferido anunciar desde el primer momento nuestra postura y abrir el proceso constituyente para el nacimiento de una nueva fuerza política. Hemos preferido estudiar un programa para España desde un espacio hoy vacío; apostar por la ilusión cuando sobra la desilusión; convocar a quienes creen que las cosas tienen remedio, pero saben que hay que afrontar un cambio importante con dignidad, con generosidad y con esfuerzo.

No hay duda de que garantizaremos la estabilidad parlamentaria y de gobierno, porque para los demócratas nada hay más importante que la propia democracia. Pero la democracia española necesita, para consolidarse, de una política económica y una política de sociedad que son inseparables y que tenemos el deber de construir.

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