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Denuesto contra los augures

Fernando Savater

El oráculo de Delfos, según el clásico, "ni dice ni calla, sino que hace señales". Enigmática discreción digna de elogio, que no es conservada por las profecías rebajadas de nuestra época chabacana. Los arúspices industriales que nos acosan con creciente brío no. se privan de decir ni de callar: pormenorizan hasta la náusea fraudulenta lo que ya ha sucedido como si ellos lo hubiesen vaticinado y sacuden los ominosos nubarrones del futuro ante un público crédulo o poseso, mientras callan el origen de su revelación, su arbitrariedad y su propósito. Que algunos modestos ilusos, siempre ávidos de escalofriarse un poquito con algún milagro casero, disparaten ante cada relevo vaticano sobre las visiones de san Malaquías no es cosa de mayor bulto, pues más tendrán que ensanchar sus tragaderas después para aceptar lo que diga el pontífice sobre control de natalidad o economía; pero que en la Francia tópicamente cartesiana e indudablemente culta de nuestros días reciban atención frenética las sobadas cucamonas jeroglíficas de Nostradamus es cosa que hace pensar. Hace 35 años, uno de los espíritus más virilmente lúcidos de nuestro siglo, Roger Caillois, describía en un párrafo magistral que no me resisto a citar en extenso el mecanismo de estos miserables milagros: "A cada revolución, a cada guerra, hábiles exégetas se apoderan de los viejos cuartetos y los ajustan desenfadadamente a los acontecimientos de que son testigos: consolidan en primer lugar la veracidad del grimorio de su elección mostrando que han predicho muy claramente (supuesta, claro está, la forma enigmática de rigor) lo que acaba de suceder; después extraen de la continuación del texto el anuncio del porvenir inmediato, con menos precisión, cierto, pero el público no les pide tanto. De esta forma se ha visto aplicar los mismos versículos sucesivamente a la caída del Imperio Romano, a las guerras de religión, a la Revolución Francesa, a la guerra de 1914, a la revolución rusa y a la segunda guerra mundial. Su fecundidad, estoy seguro, todavía no se ha agotado. Si, por un imposible, una profecía hubiese dicho: "Luis XVI será decapitado el 21 de enero de 1793 y Robespierre gobernará Francia", ya no hubiera podido volver a servir, por lo que todas hablan de la muerte del Leopardo o del triunfo del Zorro rojo, que sitúan durante una lluvia de estrellas, el combate entre el unicornio y el dragón o la crecida de un río de sangre. Pocas cosas, hay que confesarlo, no son susceptibles de ser representadas figurativamente por estos prodigios". En efecto, los intérpretes de las Centurias han mostrado en todas las épocas, para identificar las imágenes emblemáticas con los titulares de los periódicos, la habilidad que atribuía malignamente Voltaire a los etimologistas, para quienes "las consonantes no cuentan nada y las vocales muy poco". Cualquier cosa que suba o baje representa a Mitterrand, cualquier alusión a un santo septentrional se refiere a Wojtyla, cualquier meteoro que vaya de la Osa a la Lira, es, sin duda, signo profético del viaje a la Luna, cuando no de las hazañas olímpicas de Sebastián Coe o de la labor mediadora del embajador americano en Oriente Próximo. Siempre que haya un medroso poltrón dispuesto a aceptar que su destino se le aparezca en el vuelo de los pájaros o en la disposición de los astros, habrá un desaprensivo para confirmarle sus temores o estimular sus esperanzas.

Augures

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Pero junto a estos embaucadores clásicos que son reactivados por el mito de la crisis y la incertidumbre de los cambios políticos, prospera también una nueva raza de augures. En primer lugar, están los ex. Los ex fueron, pero ya no son; conocen las cosas desde dentro y desconfían de las buenas intenciones; han tenido ideales (que ellos vivieron como dogmas) y conocen bien el coste terrible de las utopías; militaron sin recelo y ahora recelan de toda militancia: son los excépticos. Ahora profetizan males sin cuento para la economía y la sociedad francesa, pues la experiencia socialista no puede acabar bien: es inviable, es contraproducente, es revanchista, rearmará a la derecha, aumentará la burocracia, aislará a Francia..., éstos son iguales o peores que los otros, ellos los conocen bien. Y lo mismo dicen respecto a Grecia y lo repetirán aquí cuando en las próximas elecciones -si llegamos a ellas- ganen los socialistas. Asegurar de cualquier cosa de este mundo que acabará mal no es arriesgarse demasiado: lo único que sabemos por cierto de cada uno de nosotros, de nuestros proyectos, de lo que amamos, intentamos o aborrecemos es que ha de acabar mal, aunque no sea sino porque ha de acabar. Desconfío de los excépticos que creen firmemente en lo inevitable y que sólo dudan de los viejos ideales, es decir, que sólo dudan de las dudas que antes tuvieron sobre la inevitabilidad de lo que hay. Si de escepticismo se trata, que no nos gane nadie: dudemos de la necesidad de lo necesario, de lo irremediable, de lo mejor asentado. ¿Negros presagios en el panorama económico de la Francia de Mitterrand? Poco tiempo se le ha concedido para equivocarse; el liberal Reagan ha tenido unos cuantos meses más y su método está dando unos resultados que los expertos consideran palpablemente más catastróficos. Los mismos excépticos vaticinan espantos totalitarios sin cuento para Nicaragua: ¿no sería preferible dudar de la necesidad de la lógica militar de los dos bloques y suponer que una Europa de las nacionalidades, socialista y tentativamente independiente, brindaría a los nicaragüenses y al resto de los países de América Latina la posibilidad de optar por algo que no fuera uno de los dos imperiosos amos y vigentes? Ya que todo ha de acabar un día u otro mal, juguemos entre tanto a algo diferente.

Hay otros profetas que comparten con los ex la veneración por lo irremediable. Saben de buena tinta que tenemos los días democráticos contados y menean compasivamente la cabeza ante la más leve esperanza. Tejero vuelve y ya doctor en derecho manu militari: la consigna es no irritar, no excitar, no exigir. ¿La OTAN, por narices? Qué se le va a hacer; ¿un ministro de Educación franquista director de RTVE? Esperemos a ver cómo se porta, a lo mejor es más liberal que uno del PSOE; ¿la tortura de nuevo en las cárceles y las campañas difamatorias de la liberal Prensa amarilla contra "intelectuales y feministas" supuestos colaboradores de ETA? Bueno, también en Italia tienen secuestrados a Bonnano y Negri, y ya todo el mundo se va acostumbrando.. Etcétera... Los augurios no son adversos: los arúspices nunca aprueban las innovaciones ni las audacias. Discernir el futuro es aprender a resignarse. Pero no siempre ha sido así. Cuando el inmenso Ejército persa comenzó a invadir Grecia, los atenienses acudieron a consultar al oráculo de Delfos; corrompida por el oro asiático o quizá queriendo probarles, la pitonisa les dijo: "¡Huid, desdichados,. pues el dios os vuelve la espalda!". Abrumados, zapados por su piedad, desmoralizados pero libres, los griegos partieron a pelear y vencer en Maratón.

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