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El Madrid salvó con angustia el escollo de Jena

, ENVIADO ESPECIALUn Real Madrid que explotó al máximo sus escasas posibilidades actuales y que ni siquiera pudo contar con Stiellke, no recuperado a última hora, salvó con muchos apuros el escollo de Jena. Con el peligro siempre de encajar un gol, incluso en los se-undos finaves, paizó con la an-ustia de la posible clirninación su inoperancia atacante. Tras un buen primer tiempo de contención, pasó algunos monientos de agobio tremendo en el segundo, ante la máquina, no brillante, pero sí de fuerza continua, de los alemanes. Miguel Angel, con grandes paradas, especialmente de enorme sequridad, al blocar todos los balones, Camacho, que borró del campo al delantero más peligroso, Trocha, e Isidro, gran trabajador, y que pudo incluso marcar en alguna ocasión, fueron los más destacados, junto al planteamiento táctico de todo el equipo, no demasiado atrasado para evitar mejor la presión rival.

La primera sorpresa del partido fue ya la ausencia de Stiellke, cuando estaba prevista su reaparición en la defensa. Salió el primero al buen césped del estadio para el calentamiento previo, pero sólo estuvo diez minutos. Un tirón como el suyo, sufrido en el partido de ida, no es una lesión arave, pero sí siempre muy pesada y, desde luego,muy difícil de recuperar en sólo quince días. En cualquier caso. era demasiado arriesgado alinearle, y el doctor Herrador, ya el martes, sólo permitía que jugase por los deseos de Boskov de contar con él, pero sin garantizar las consecuencias. Navajas, pues, debió jugar obligatoriamente y mantuvo el buen tono inicial de contención rnadridista.

El problema, sin embargo, volvió a ser la nula proyección atacante del equipo blanco. Aunque su posición táctica en el campo fue acertada, más adelantada de lo esperado, para evitar ya de entrada un agobio en su parcela, llegó por primera vez a la portería rival a los veinte minutos.

El peligro del Jena, de todas formas, no vino en los centros sucesivos, desde la derecha, como cabía esperar, al entrar por ese lado el hábil Trocha, sino por la izquierda, porque Boskov, después de la experiencia de Madrid, colocó tras el extremo internacional a Camacho en lugar de Cortés. La primera ocasión de gol seria la pasó el Madrid en el minuto diecisiete, tras un despeje fallado por Santillana, que había bajado a cubrir a su marcador, Weisse. Miguel Angel, sorprendido, salvó un tanto seguro. Como Camacho, empezaba a ser la gran figura blanca. Después, el cuadro madridista se hizo aún más dueño de la situación en el campo, y, tras un disparo lejano de Oevermann, de nuevo bien detenido por el guardameta blanco, el Jena se difuminó totalmente durante veinte minutos. Gallego, Angel y Del Bosque podían a Kurbjuweit, Krause y al propio Oevermann, mientras Juanito, aunque sin profundidad, caracoleaba lo suficiente para tener entretenido al otro lateral, Schilling, que no podía irse adelante. A los 33 minutos, Isidro, muy trabajador, incluso centró sobre el larguero. También se iba a convertir en otra figura ayer.

Sólo un fallo de Sabido, al calcular mal el boto de un balón largo, rompió el ritmo del encuentro favorable al Madrid, en el minuto 39. Bielau se escapó y su centro atrás lo remató Trocha, alto, de un tremendo punterazo. El Jena pareció despertar, y tres minutos después un rechace de la defensa blanca fue empalmado espléndidamente sobre la marcha por el fenomenal tirador Oevermann. Miguel Angel, sin embargo, paró de forma magnífica, confirmando su seguridad ayer, cuando estaba más en duda.

Los comienzos de la segunda parte no pudieron ser más favorables para el Madrid, aunque duraron poco tiempo. Camacho, además de su perfecto marcaje a Trocha; sin duda el más temido jugador alemán, casi lo retiró del partido en una fuerte entrada. Isidro, nuevamente, puso en apuros a Grapenthin. El Jena, sin embargo, que debió dejar a Weisse, ya tocado antes del partido, en la caseta, con lo que Kurbjuweit, otro de los internacionales, tuvo que bajar a la defensa, en vista de su incapacidad para penetrar, comenzó a prodigar los tiros lejanos, como preludio de un ataque general. Menos mal que Miguel Angel hizo otra vez hasta tres paradas de enorme mérito, pese al campo resbaladizo y los balones a ras de suelo.

Durante cinco minutos el Madrid, de todas formas, se romp ló en el centro del campo y el gol pareció inevitable. La máquina alemana, sin brillantez, pero con un ritmo inagotable, no cesaba en su acoso, y el peligro de la eliminación, con un solitario tanto, aunque fuese en el minuto noventa, persistía para el Madrid, cuya inoperancia para formar siquiera algún contraataque peligroso era manifiesta.

Un gran tiro de Isidro, otra vez él, a falta de trece minutos, a la salida de uno de los escasos córners forzados, fue la excepción, pero el portero rechazó muy bien. En los segundos finales, de nuevo Miguel Angel fue el salvador con dos intervenciones magníficas. Al lesionarse Sabido, con un problema de ligamentos en la rodilla izquierda, la angustia se prolongó durante tres minutos por el descuento, pero el Madrid logró su objetivo. Sudó casi sangre y dejó en Jena todo lo que tiene actualmente, que es bastante poco.

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