Del acuerdo de principio, al desacuerdo manifiesto

En el PCE todos están de acuerdo, en principio, con la fusión del EPK y ElA. Santiago Carrillo hace tiempo que viene diciendo que los comunistas vascos cuentan con total autonomía para aliarse con quien consideren necesario, y así está reconocido en los estatutos del partido, aprobados por aplastante mayoría en el 10º Congreso.Sin embargo, este proceso de convergencia con ElA va a conducir, salvo improbables milagros, a la ruptura de ambos partidos. ¿Qué ha ocurrido entonces? En primer lugar, al frente de la operación está, en Euskadi, un renovador, Roberto Lertxundi, quien ya en el 10º Congreso lamentó la estrechez, a su juicio, de la autonomía interna en el partido.

Lertxundi propuso en aquella ocasión la conversión del PCE en algo muy similar a una federación de partidos, extremo este que fue rechazado con indignación por Santiago Carrillo y por la mayoría de delegados.

A partir de esta distinta concepción de lo que significa la autonomía interna, el secretariado del PCE entiende que no puede admitir la inclusión del EPK en una nueva formación política si antes no se aclara que el partido resultante de la fusión vaya a ser explícitamente eurocomunista, si no se reconoce el apoyo expreso a Comisiones Obreras y se aclaran determinados puntos que consideran oscuros del anteproyecto de fusión, tales como la independencia o autodeterminación de Euskadi, la política internacional y el alcance de la condena a cualquier tipo de terrorismo.

De todas estas condiciones, los dirigentes de ElA no son favorables a la admisión del eurocomunismo como principio político, y tanto Mario Onaindía como Roberto Lertxundi son partidarios de patrocinar la libertad de sindicación en lugar de orientarla hacia una central concreta.