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Tres muertos y numerosos heridos en un atentado antijudío en Amberes

La explosión de una bomba cerca del club del Diamante, en Amberes, en pleno barrio judío, provocó ayer tres muertos y más de noventa heridos, once de ellos de gravedad. El atentado ha sido vigorosamente condenado por los representantes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), instigador del acto según la embajada israelí.

Lo único cierto hasta el momento es que una voz de hombre reivindicó el atentado, en una llamada telefónica a la agencia belga, para un desconocido Grupo de Acción Directa, Sección de Bélgica. La explicación que dio el anónimo comunicante parece indicar que se trata de un loco: "Hemos llevado a cabo este atentado no porque tengamos nada contra la comunidad judía, sino para mostrar a las autoridades que son posibles otros atentados".La bomba estaba colocada en una camioneta, frente al club del Diamante, de Amberes, en la calle de Hoveniersstraat, en pleno corazón del barrio judío, cerca de una sinagoga y de la estación de ferrocarril. Al parecer, el vehículo estaba estacionado allí desde primeras horas de la noche del lunes.

Amberes es una de las ciudades de Bélgica con una población judía más numerosa. La mayoría pertenece, sin embargo, a una tendencia muy ortodoxa, que rechaza prácticamente el sionismo y nunca se ha significado por su actividad a favor del Estado de Israel.

El barrio en que estalló la bomba está habitado fundamentalmente por judíos que se dedican a la compra y venta de joyas, y sus clientes son fundamentalmente gentes de origen israelí y de religión judía ortodoxa.

Este atentado no es el primero que sufre la comunidad judía de esta ciudad. El mes de junio de 1980 un árabe, cuya nacionalidad no quedó claramente establecida, arrojó una bomba de mano contra un grupo de niños judíos que se disponían a emprender una excursión en autobús. Un muchacho de catorce años, francés resultó muerto en el acto.

Amberes aparecía ayer como una ciudad tomada por la policía, con controles para entrar y salir y la exigencia de identificarse antes de coger un tren. Los habitantes de la ciudad, inicialmente sorprendidos por el ruido de las sirenas de las ambulancias que recorrían las calles hacia los principales centros hospitalarios, se agruparon en las proximidades del lugar del atentado para expresar su simpatía a la comunidad judía. Prácticamente todos los partidos políticos y organizaciones ciudadanas han expresado su repugnancia por esta nueva muestra de "odio racial" que se está extendiendo por los países de Europa.

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