_
_
_
_
_
El Partido Socialista ante el 29º Congreso

El congreso del PSOE aprobará hoy la gestión de Felipe González, con críticas parciales a la dirección

El 29º Congreso del PSOE, que se inaugura hoy en Madrid, aprobará la gestión desarrollada por Felipe González como secretario general del partido durante los veinticinco meses transcurridos desde el anterior Congreso Extraordinario. No obstante, se esperan criticas parciales de cierta importancia a miembros de su equipo. La línea y el liderazgo de Felipe González cuentan con un consenso generalizado -excepto en el ala de izquierda-, pero se aprecia un incremento de la lucha por el control de la organización, quizá acentuado por la proximidad de las elecciones generales y el eventual acceso al poder.

La sesión de crítica a la dirección saliente constituye un termómetro importante de la opinión de los delegados. Sin embargo, el sistema interno de representación concentra en pocas manos la capacidad de voto en todas las cuestiones que se discutan en sesión plenaria, así como de elegir a los futuros dirigentes.De esta forma, uno de los portavoces, el valenciano Joan Lerma, puede arrojar en la urna el 14% de los votos del congreso, lo cual le otorga un poder importante y le obliga a una negociación frecuente en el seno de su delegación. Los delegados andaluces acuden esta vez divididos por provincias, aunque coordinados por José Rodríguez de la Borbolla. Ambas personas, junto con el portavoz madrileño, Joaquín Leguina -que vota por el 8% de los afiliados del PSOE-, constituyen personas decisivas en la configuración del poder interno del partido.

Los motivos de tensión para fijar quiénes deben ser los nuevos dirigentes dependen de la pugna entre los diversos grupos de intereses que acuden al congreso. La mayoría sobre la que se ha asentado el predominio de Felipe González y Alfonso Guerra, desde el congreso anterior, es de base territorial; es decir, descansa sobre el hecho de que hombres muy identificados o apoyados por aquéllos dominan en las correspondientes federaciones regionales o provinciales, y mantienen sus posiciones gracias al funcionamiento del sistema mayoritario (en las elecciones internas)

"Criterio de capacidad"

Sin embargo, este mecanismo ha llevado a plantear alguna preocupación a la propia dirección federal, ya que los dirigentes regionales concentran a veces una gran capacidad de decisión en sus manos. Este es probablemente el motivo de que, aun manteniendo la lógica de los apoyos territoriales -sin los cuales la cómoda mayoría de Felipe González quedaría en peligro-, el núcleo de la dirección del PSOE se muestre dispuesto a utilizar otros criterios. En palabras de Alfonso Guerra, «la próxima ejecutiva estará encargada de preparar unas elecciones capitales, y quizá de ganarlas y de dirigir el Gobierno de la nación; lógicamente, hay que pensar ante todo en un criterio de capacidad, a la hora de montar la nueva dirección». No obstante, Guerra reconoce que.«algo de territorial va implícito, puesto que la dirección del partido depende de los votos».

Distanciamiento de algunos "críticos"

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Desde sus respectivos domicilios, los principales dirigentes del ala de izquierda del PSOE contemplan las vísperas del congreso con cierta lejanía respecto a esas cuestiones, y al mismo tiempo con alguna esperanza de que se flexibilicen los rígidos mecanismos de representación interna, que, según sus declaraciones, es el motivo de que hayan decidido quedarse en casa. «La actual dirección viaja mucho», dice Luis Gómez Llorente, «convendría que se fijara un poco más en lo que sucede en otros partidos socialistas; por ejemplo, que observara cuál es el grado de tolerancia que ha de aplicar el canciller Schmitd por mantener unido el enorme bloque de su partido». Y Pablo Castellano dice que no piensa aparecer por el congreso ni como invitado: ¿Para qué? ¿Para aplaudir?».Hay síntomas de que el debate congresual puede ser más vivo de lo que se creía, aunque siempre en la idea de que el pragmatismo es la línea deseable. A este respecto, Javier Solana no tiene dudas sobre el resultado global del congreso. «Seguiremos en la misma línea», dice. «De este congreso saldrá una oferta de cambio al país. Nosotros deseamos lo que en otro momento hemos denominado consolidación dinámica de la democracia, que implica un cambio en la relación de fuerzas entre las clases y que transforme la estructura de la desigualdad. No podemos aceptar la frase que un importante miembro del Gobierno actual dijo a la salida del congreso de UCD en Palma: Se han acabado las reformas; hay que administrar lo que hay. Las reformas no han hecho más que empezar, y sin ellas no habrá consolidación del sistema democrático en este país».

Apertura del partido a la sociedad

El principal problema que tiene el PSOE como organización es el abrirse a la sociedad y evitar su conversión en un partido de notables, institucional, con el poder concentrado en muy pocas manos. Esa apertura es, a juicio de la secretaria de organización saliente, Carmen García Bloise, necesaria para que el partido cumpla con el reto de abanderar la tarea de modernización de la sociedad. «No se trata de presentar un programa de gobierno, sino de mostrar por dónde podemos caminar para cambiar el rumbo de la sociedad», afirma.El partido socialista, después de absorber a casi todas las demás organizaciones que se reclamaban de esta ideología antes del 28º congreso -la única excepción importante es el Partido Socialista de Andalucía-, entró en una serie de importantes reformas estructurales, que tal vez por coincidir con las convulsiones políticas internas del momento pasaron más desapercibidas.

La primera reforma de importancia fue la del propio sistema de elección de delegados a los congresos, que si antes eran enviados directamente por las agrupaciones desde el Congreso Extraordinario pasan una elección de segundo grado, con lo que la estructura provincial adquiere un papel decisivo en esta cuestión. En segundo lugar -aunque no en el orden de importancia-, el PSOE comenzó una tarea de federalización. También el sistema de apoyos y fuerzas del partido ha sufrido cambios importantes. En numerosas federaciones se ha visto, al consolidar las cifras de militancia, que ésta no era tan fuerte como se creía, porque «se confundía al militante de verdad con el simpatizante con ficha».

De todas formas, el partido ha sufrido bajas espectaculares en ciertas zonas, como fue el caso de Aragón, por cuestiones disciplinarias. Pero cuando todo el PSOE se estremeció fue con el tremendo descenso de militancia que se produjo en el País Vasco, una de las federaciones tradicionalmente más fuertes e influyentes, y que a este congreso sólo trae 37 delegados, tan sólo uno más, por ejemplo, que Extremadura.

En cambio, se encuentran, con sorpresa, zonas de fuerte implantación, como es Castilla-La Mancha, que es el cuarto grupo, con 64 de legados. Actualmente, las zonas donde el PSOE encuentran sus principales apoyos son Andalucia, Valencia -donde parece haberse llegada a cierta estabilización- y Madrid. Cataluña es un problema aparte, porque aún hoy día está en proceso de integración de lo que fueron dos partidos, que representaban incluso dos grupos sociales diferentes.

La emergencia como polos influyentes dentro del partido de es tas zonas puede conducir a un fenómeno viciado de federalización, como es la constitución de clientelas personales de líderes territoriales. La consolidación de tal fenómeno cambiaría el juego político en gran medida, ya que tal reparto del poder crea unas condiciones muy distintas de la situación tradicional, en la que la dirección socialista estaba asentada en Madrid frente a un red de agrupaciones muy diluida territorialmente.

De cara al exterior, el primer problema del PSOE es buscar la manera de abrirse a la sociedad, como medio de captar militancia y cuadros, y de extender y consolidar su mensaje. Una idea que ya está poniéndose en práctica es la formación de grupos de trabajo socialista, que estén presentes en los asuntos que preocupan a la socie dad, como son los ecologistas o el movimiento ciudadano.

«No vamos a hacer centrismo», afirma Carmen García Bloise, sino que se trata de que esos grupos estén presentes en la sociedad y desarrollen la política socialista según sus afinidades. La idea es que estos grupos no se formen sólo con militantes, sino también con simpatizantes».

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_