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Alexander Haig ignoró la presencia del ministro Pérez-Llorca en Nueva York

Por «dificultades en el acoplamiento del calendario», según fuentes diplomáticas españolas, no hubo entrevista entre el ministro de Asuntos Exteriores, José Pedro Pérez-Llorca, y el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, durante la estancia de ambos políticos en Nueva York, con motivo de la 36ª Asamblea General de la ONU.

España había solicitado la entrevista con Haig, «que los americanos ofrecían la próxima semana», según medios diplomáticos, «pero el cargado orden del día del secretario de Estado no pudo modificarse».No es que no haya temas pendientes, y de importancia, entre España y Estados Unidos. Queda en pie el futuro del tratado de amistad y cooperación -donde Madrid planteó muchas exigencias y Washington ha optado por dar largas al asunto-. Estados Unidos continúa penalizando la importación de productos españoles con impuestos compensatorios, a pesar del espectacular déficit de la balanza comercial, negativa para España, en cerca de 3.000 millones de dólares.

Pero Washington no parece tener gran interés en repetidas reuniones a alto nivel con Madrid. Menos cuando el asunto de la entrada de España en la OTAN, de capital interés para EEUU, está debidamente enfocado por parte del Gobierno del presidente Leopoldo Calvo Sotelo.

El ministro español celebró un gran número de entrevistas bilaterales con casi todos los países europeos miembros de la CEE y de la OTAN, destacando las del británico lord Carrington y la del francés Claude Cheysson.

Con el primero, sin resultados en el tema de Gibraltar, cuyas interpretaciones en el acuerdo de Lisboa siguen siendo divergentes. La entrada de España en la OTAN no aparece como una garantía para la recuperación de la soberanía esIpañola sobre el peñón. Con Cheysson destacó el contenido político de garantías francesas para (el apoyo de entrada de España en la CEE. Ya vendrán los ministros galos del ramo, Agricultura en particular, cuando toque moderar el entusiasmo de los diplomáticos.

Una inesperada entrevista con el ministro cubano de Relaciones Exteriores, Isidro Malmierca -que criticó duramente la posición de EEUU ante Cuba, con acusaciones de guerra bacteriológica-, fue intercalada por Pérez-Llorca con el largo abanico de encuentros con sus homólogos de Portugal, Tanzania, Uruguay, Argentina, Turquía, Austria, Hungría e Islandia.Silencios

En cuanto al discurso de Pérez-Llorca, brilló por su ausencia el nombrar las cosas por su nombre, como en el caso de las críticas soviéticas al ingreso de España en la OTAN o la situación de El Salvador, o el bloqueo británico en el tema Gibraltar. Queriendo tocar todos los puntos candentes del planeta, dando una de cal y otra de arena, una pronorteamericana y otra proeuropea con ribetes tercermundistas, el discurso quedó gris, como el pelo del ministro.Sin que se dieran explicaciones concretas por parte de la diplomacia española, brilló por su ausencia la clásica delegación de parlamentarios españoles que en otras ediciones acudía al foro de Naciones Unidas con motivo de la Asamblea General. Coincidieron en la sede de la ONU -sin que estuvieran ya presentes en el momento de la alocución del ministro ante la Asamblea- tres parlamentarios de UCD (López Henares, Modesto Fraile y Soledad Becerril) y otros dos del PSOE (Torres-Bussol y Martínez Bjorkman), que participaron en la constitución de la Asociación de Parlamentarios para un Nuevo Orden Mundial.Por otro lado, el Partido Comunista de España ha expresado su disconformidad con la forma en que el ministro de Asuntos Exteriores ha realizado este año su presencia e intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas. En una nota, el PCE se queja de que Pérez-Llorca haya prescindido este año de la representación de parlamentarios que han sido invitados a viajar a Nueva York otros años, y de que el ministro no les haya presentado «el texto de su intervención con antelación para consulta».«La posición proaliancista de UCD», continúa el comunicado del PCE, «ha impedido la participación conjunta de las fuerzas políticas representativas españolas en la ONU, dando un paso más para obstruir las posibilidades de una política exterior consensuadaen los temas más esenciales, por lo que la intervención del ministro de Asuntos Exteriores no se puede considerar verdaderamente representativa del conjunto de la sociedad».

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