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La cruzada contra los pactos de la Moncloa

Joaquín Estefanía

En 1978 comienza una nueva etapa para la CEOE. Termina su período de provisionalidad, y la patronal se marca dos objetivos. Internamente, consolidarse como la organización cúspide de la capa empresarial española, eliminando la sopa de letras existente hasta eñtonces (COPYME, CEPYME, CEOE, etcétera), y en su proyección exterior, intervenir como grupo de presión en la política económica española. Los empresarios harán una verdadera cruzada contra los pactos de la Moncloa auspiciados por el vicepresidente económico del Gobierno, Fuentes Quintana, asumiendo protagonismo directo, junto con las centrales sindicales, en la reelaboración de un nuevo marco de relaciones laborales.

Para consolidar sus estructuras y asentarse económicamente, juega un papel de primera importancia dentro de la cúpula patronal la Asociación, Españóla de Banca. Su presencia en la CEOE, desde el principio de su existencia, sirve para reafirmar la importancia de la patronal como grupo de presión (por el poder intrínseco de los banqueros) y para estabilizar sus rinanzas. La AEB solicitó a finales de 1978 su incorporación a todas las organizaciones territoriales integradas en la CEOE, lo que suponía mecánicamente una inyección financiera para estas organizaciones.En cuanto a la crítica sistemática de los pactos de la Moncloa, todavía ayer la recordaba Carlos Ferrer Salat en su discurso: «Estos pactos» dijo refiriéndose a los de la Moncloa, «que sirvieron para acordar entre las fuerzas políticas los criterios de la transición política y la elaboración de una nueva Constitución consensuada, no valoraron suficientemente la grave realidad de nuestra situación económica... Podría decirse, por tanto, que en septiembre de 1978, al comenzar el mandato electoral que hoy ha finalizado, nuestro objetivo fundamental de defensa de la libre empresa privada exigía eliminar las graves consecuencias negativas de los pactos de la Moncloa».

Hitos de tres años

Con mayor o menor dureza, con más o menos representatividad, la CEOE ha participado en la vida política y económica del país durante los últimos tres años.

Fue interlocutor principal, junto con las centrales sindicales, de las famosas jornadas de reflexión de otoño de 1978, convocadas por Abril Martorell y fracasadas en su intento de limitar voluntariamente los costes salariales (como aspecto más relevante de ellas); en 1979, una vez conocido el resultado de las elecciones generales y municipales, elevó un memorándum al Gobierno con las ideas de política económica que éste debería aplicar, según la patronal, para salir de la crisis, que tuvo escasa audiencia. También en julio de 1979 firma, junto con la Unión General, un Acuerdo Básico Interconfederal para plantear las «modificaciones necesarias del sistema en el que deben desenvolverse las relaciones laborales». En noviembre de este mismo año crea el Servicio Empresarial de Noticias (SEN), agencia informativa que hasta ahora ha servido más para organizar e interconexionar internamente a las empresas filiales que para definir con claridad una imagen y unas noticias del empresariado ante los medios de difusión.

A principios del año 1980 se firma el Acuerdo-Marco Interconfederal entre CEOE y UGT, que proporciona una guía para eliminar la mayor parte de la conflictividad en la negociación colectiva en dicho ejercicio y en el siguiente, y establece una banda salarial en la que deben fluctuar los convenios. USO se adherirá posteriormente al AMI, no así Comisiones Obreras. Y antes del verano, la patronal pública un programa de medidas a corto plazo contra el paro, que es duramente criticado como incoherente por la publicación de la Confederacion Española de Cajas de Ahorros. la CEOE entiende que el autor de la crítica ha sido el antiguo vicepresidente económico del Gobierno, Enrique Fuentes Quintana, y desata sus iras contra él, declarándole «moralmente, incapacitado para volver al Gobierno», en palabras de José María Cuevas y Cerón Ayuso, autor del programa de medidas contra el paro. La opiníón pública interpreta en aquel momento que las presiones de la CEOE fueron determinantes para impedir que Fuentes volviera a llevar las riendas de la política económica del país en momentos de crisis ministerial.

Por fin, un año después, junto con el Gobiemo y las centrales sindicales más representativas, CEOE firma el reciente Acuerdo Nacional de Empleo, por el que se intentan poner las bases para que en el transcurso de dos años no descienda la población activa.

En este último período, concretamente en 1980, se alcanza la un¡dad patronal al fusionarse CEOE y CEPYME, la patronal específica de la pequeña y mediana empresa. Esta unidad ha vuelto a ser quebrada hace escasos meses, al crear UNIPYME un grupo de empresarios que entienden que los intereses de la gran, mediana y pequeña empresa no pueden defenderse uniformemente desde una misma instítución.

El lfuturo

El tramo de la historia que ahora se abre para la CEOE significa el paso a su consolidación como cúpula patronal, tras un período de complicada formación que ha durado cuatro años. Pósiblemente algunos de sus hombres pasarán de ejercer la presión y la recomendación desde fuera del Gobierno a insertarse en algunos de los próximos, como ha ocurrido en otros países europeos. También tienen delante unas elecciones generales en las que se pronostica el triunfo del PSOE, y sin duda, la CEOE se comprometerá más en su desarrollo y en el apoyo a determinadas opciones.

La entrada de España en la CEE se producirá, también con muchas posibilidades, dentro de este período de tres años que hoy se abre en la patronal. De una CEE etérea, al problema cotidiano que surgirá dentro de ella. Y por último, Carlos Ferrer y su equipo deberán preparar desde el primer día al tapado, a la persona que sucederá al que hasta ahora ha sido primer y único presidente de la CEOE, que sepa, igual que éste, canalizar todas las opiniones, todas las ideologías y todos los intereses de la capa empresarial española.

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