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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Hacer justicia

Leída la carta publicada en EL PAÍS el pasado día 16 de agosto y firmada por María Elena de Cárdenas Sánchez-Gómez sobre el libro del señor Tierno Galván Cabos sueltos, sin ánimo de polemizar, quisiera puntualizar, algo de mi experiéncia vivida con don Jaime Torrubiano, que demuestra su alta personalidad, valentía y capacidad de luchador antifranquista.Le conocí y traté en los penales de Alcalá y Ocaña en los años 1947-1948; muchas horas charlamos en los interminables paseos del patio de la prisión y me siento orgulloso y agradecido de la amistad de entonces, de la que recogí valiosas enseñanzas.

Me parece totalmente injusto que ahora alguien crea que don Jaime Torrubiano fue un cobarde delator. Sus antecedentes demuestran radicalmente lo contrario:1. Cuando fusilaron al dirigente comunista Zoroa -en Ocaña- se preparó un plante general de los reclusos (todos éramos procedentes de la clandestinidad y sin juzgar, unos reincidentes y otros no). En la organización del mismo tuve diversos contactos, entre ellos, con don Jaime, el cual ofreció, con entusiasmo su colaboración y ayuda. Hay que decir que la diciplina de Ocaña era durísima,y el plante traería graves consecuencias, para, los participantes. También añadiria que otros, con más significación política y radical ideología, negaron su participación en la lucha.

2. Dirigió una carta -por conducto irregular- al cardenal primado doctor Pla y Daniel, planteindo diversos temas políticos, protestando del régimen interno a que estábamos sometidos los presos de Ocaña, solicitando que no fueran juzgados por los tribunales militares del coronel Eymar en consejos de guerra sumarísimos y pasasen los expedientes a la jurisdicción ordinaria. Esta comunicación (¡qué pena no tener copia!) fue un verdadero terremoto en las altas esferas franquistas; tanto fue el desasoiego causado que se trató de ella en consejos de ministros. La terrible reacción del director Toca, azuzado por sus superiores, no se hizo esperar: en su propio despacho fue soezmente insultado y golpeado, sin compasión a un anciano, por varios guardianes que le causaron diversas lesiones, entre ellas, la pérdida de varios dientes. Después le encerraron tres mesel (hasta que le juzgaron) en celda de castigo -aislamiento total y en pésimas condiciones- y cuando salió parecía un cádáver viviente. Los que padecimos esta prueba no nos explicamos cómo pudo resistirla, al ser un hombre de endeble constitución física y con setenta años encima. Una verdadera odisea de la que gracias a su gran en tereza salió con vida; indudablemente sus carceleros pensaban que no resistiría y allí acababa la vida del señor Torrubiano.

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Con este ejemplar comportamiento, ¿cómo es posible lo que escribe el señor Tierno?. / Madrid.

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