El balance final del año turístico para España se aproximará a récord" histórico de 1978
Pregunta. Las noticias contradictorias sobre ocupación turística no permiten hasta ahora forjar una idea de si será bueno. ¿Cuáles son las impresiones oficiales?Respuesta. Probablemente, a final de año tendremos más turistas que en 1980. Quizá estemos en el segundo o tercer año en cuanto a toda la historia de España, como habían previsto los operadores turísticos, que ya en abril dijeron que esperaban para julio y agosto un aumento del 10%. Ya se puede decir que en algunas zonas, como en Mallorca, la presente temporada es la de mayor lleno. En el primer trimestre. tuvimos menos, a partir de abril se inició una subida, y al final del primer semestre alcanzamos ya el mismo número de entradas que el año pasado, 13,6 millones, con los 3,3 de junio. En julio se mantienen; hay menos que llegan por aire y ferrocarril, aunque menos por carretera. Claro que, por la estacionalidad, pasado agosto, habrá otra vez un descenso. Pero avanzaremos en número de entradas e ingresos por divisas, independientemente de que no todas las entradas sean turísticas, como los varios millones de pases de portugueses y el medio millón de marroquíes (por el otro lado, de los dieciocho millones de españoles que salen al extranjero, nueve van sólo a Andorra).
P. ¿Qué puede hacer, qué está haciendo el Estado para favorecer esta tendencia?
R. Muchas cosas, como animar y pedir apoyos para corregir dicha estacionalidad; atender a la nueva demanda de turismo, que ya no busca sólo mar, arena y sol, como cuando España fue el primer país que atendió a esas aspiraciones, aun improvisadamente; mejorar las infraestructuras sanitarias, con los 32.000 millones de pesetas aprobados el año pasado para obras que ya empiezan a ser calificadas y que se realizarán en cuatro años; animar a los ayuntamientos a conservar el medio ambiente limpio; colaborar coordinadamente con las comunidades autónomas en la promoción del turismo exterior y en la definición de servicios mínimos, y reforzar los servicios del Estado en zonas turísticas, como seguridad, asistencia sanitaria, dotación de teléfonos.
P. ¿Aconsejará estos gastos la polémica implantación del impuesto turístico?
R. No considero bueno que cada necesidad lleve a un impuesto. Es más lógico que el Estado recaude y, de acuerdo con el Parlamento, distríbuya según las necesidades; el sistema de los apartijos acaba complicando o aumentado el gasto.
P. Pero así quienes no hagan turismo pagan lo de otros...
R. Eso podría valer quizá para una política municipal. Sería lo mismo que cobrar por entrar en unos grandes almacenes, para decidir sobre el dilema de gravar la entrada e impedir los paseos de quienes no compran, o dejar que entren todos para ver si compran. La decisión no debe ser dogmática, sino coyuntural. Y, a mi Juicio, la medida tendría más inconvenientes que ventajas. Esto no quiere decir que España tiene que competir en ser el país más barato, como en la primera época. Nuestro esfuerzo debe centrarse en que el turista, nacional o extranjero, por el precio que se le pide, tenga el servicio correspondiente; un precio real, resultado de estudios previos. En otro caso, se termina degradando de tal manera el producto hasta el punto de dar un mal producto o estar arruinando la empresa. Como los americanos, hay que pedir tanto por dar tanto. Además, en una economía de mercado, los poderes públicos no deben entrar en eso, sino limitarse a la policía y al fomento; fijar unas normas mínimas y dejar hacer cálculos de rentabilidad a la economía privada. Inmediatamente después del cambio de régimen hubo una subida fuerte de precios en los hoteles que asustó a los agentes económicos extranjeros, quizá porque eran inferiores a los reales.
P. ¿Y ahora?
R. Los empresarios saben cuál es su fuerza, y frente al mediador extranjero actúan no insensatamente, pero sin obligarse a la baja. También saben dónde está su debilidad: no tener clientes con altos precios o quedarse. sin negocio si lo bajan mucho. Y están acertando bastante.
' El reto es que nuestros precios sean competitivos'
P. Sin embargo, se pueden detectar a diario opiniones, a veces de los propios hoteleros, en el sentido que por la libertad hemos perdido la carrera de los precios, que España es más cara y no da tanta calidad, que los turistas se van a Yugoslavia, Túnez...
R. He defendido mucho al turismo, pero nunca a toda costa. No estoy dispuesto a vivir en un país más pobre o menos libre para que venga más gente a verme. Pero es que eso tampoco atrae más turismo, porque no da las condiciones de una industria fuerte. El reto es que nuestros precios sean no más baratos, sino competitivos, y que la respuesta esté en el modelo de sociedad económica occidental. Si alguien se tiene que equivocar, que sean los españoles. Los resultados de unas recientes encuestas en Mallorca son impresionantes. La opinión de los extranjeros es que prefieren volver, que su nivel de satisfacción es muy alto, que hay que seguir progresando.
P. Mantener bien los precios, ¿para quién? ¿Para el turismo de
,españoles, que los considera en general altos, o para los operadores turísticos extranjeros, que se dice contratan plazas hoteleras a una tercera parte del precio público? ¿Es cierto esto?
R. Estamos ante el tremendo problema de si el español tiene complejo de superioridad o de inferioridad, y yo creo que es lo mismo. Eso tiene una raíz cultural, como todos los temas, y nos lleva a que en la relación con el otro pensamos que nos engañan, y cuando lo piensas, termina siendo verdad, terminas convencido de que eres más débil. Quizá el fenómeno de los neoempresarios, los no empresarios, aquellos que se sumaron al boom turístico desde la agricultura, creó situaciones de inferioridad para ellos. Hoy la situación es al revés: los empresarios españoles, aquellos que han sido capaces de considerar su propia fuerza, aquellos que han comprendido que el hotelero necesita al operador extranjero y el operador al hotelero, han conseguido grandes cosas, Hoy saben que el mal empresario es el que quiere ganar la última peseta, como también lo sabe el tour operator.
P. No me ha contestado. En promedio aproximado, ¿cuánto paga el operador extranjero del precio que exhiben los hoteles por plaza?
R. Voy a dar un dato para que no exageremos el fenómeno del tour operator. De los 38 millones de turistas que vinieron a España el año pasado, siete millones fueron de operadores. Sin embargo, de los dieciséis millones que mueven los operadores mundiales, casi la mitad viene a España. Es decir, España es más importante para los operadores que los operadores para España.
P. Será porque aquí tienen más negocio que en otros países...
R. Claro. Y si desaparecieran, nos quedaríamos en el número de turistas de 1973.
P. Pero, paralelamente, algunas informaciones indican que buscan nuevos mercados, que nos pueden abandonar.
R. Eso es porque toda actividad económica tiende a la expansión. No obstante, carecen de sustitutivos. El único país con cierto paralelismo con nosotros es Italia. Los otros, Yugoslavia, Grecia, Túnez, ni tienen esa capacidad todavía, ni incluso en ellos se da tanto como en España el fenómeno de la repetición.
P. Insisto por última vez. ¿Cuánto le cuesta cada plaza al operador en promedio?
R. No contratan conmigo. Lo hacen con la cadena Sol, Husa, Hotasa, etcétera, y supongo que a cada uno le darán precios distintos, según su lucha. Como también supongo que habrá hoteleros españoles que contraten mejor que otros.
P. No quiere decirlo...
R. No lo sé. Sí sé que últimamente, debido a las subidas del precio de la energía, y más, sobre todo, en el caso de Canarias, aumenta dentro del paquete turístico la parte dedicada a transporte.
P. Su versión, la que ha dado hasta ahora, es tan idílica que parece dar a entender ausencia de crisis económica y también turística.
Durante la transición política española, el turismo disminuyó en todo el Mediterráneo'
R. Bueno, ahí están los datos. Durante la transición política española, que ha coincidido con la crisis mundial, el turismo disminuyó en los países del área mediterránea, europea y africana un 25 %, y en España sólo un 2,3 %. Por nuestra gran capacidad de alojamiento, nosotros tenemos un magnífico punto de partida. No deberíamos dedicarnos por eso al turismo como monocultivo, sino elegirlo como motor de la economía, al igual que los japoneses tienen el microprocesador. En algún momento se ha pensado que tener muy desarrollada una industria de servicios es gran debilidad, pero las nuevas tendencias de la economía prueban que dichas industrias son las que mejor resisten la crisis. Además de traer divisas y generar empleo y actividad, puede ayudarnos a exportar tecnología hotelera y otros bienes conexos.
P. Recuperemos el hilo de la conversación. ¿No hay crisis en el turismo?
R. El turismo sigue aumentando a nivel mundial, y mucho más en España. A pesar de que la presencia de la crisis económica es innegable, que se ha quebrado el modelo de desarrollo basado en energía y primeras materias a precios bajos, el turismo a niveles globales aumenta sin parar. ¿Por qué? Ello porque el hombre, sobre todo el de un cierto desarrollo, no empieza por suprimir las necesidades superfluas; a más crisis, más necesidad tiene de viajar, de evadirse. Y la evasión mejor que ha descubierto hasta ahora es el turismo, porque le vale antes de ir, cuando está y cuando vuelve, y puede contarlo.
P. Pero hay importantes trabas objetivas: elevación de precios de los transportes, terrorismo...
R. En cuanto al transporte, se empieza a sustituir el avión por la carretera, donde podemos salir favorecidos, pues de camino a Marbella se ven catedrales, museos. Si sabemos reaccionar no saldremos perjudicados. El terrorismo, desgraciadamente, es un fenómeno no sólo español, y aunque resulte duro decirlo, el europeo se ha acostumbrado a vivir con él, como me decía el día del atentado contra el teniente general Valenzuela el presidente de la Federación de Operadores. Paradójicamente, el año de la campaña de ETA, el turismo no descendió, sino que alcanzó un récord. En la época final de Franco andábamos por los treinta millones de visitantes, luego hubo bajadas fuertes, y en 1978 llegó casi a cuarenta millones.
' El terrorismo alimentario no ha influido '
P. ¿Y ese nuevo «terrorismo alimentario»: las muertes por el aceite de colza desnaturalizado?
R. No ha influido. Las fechas en que empezaron a registrarse los primeros casos coincide con la de subida de las cifras de visitantes. El caso ha tenido un tratamiento en la Prensa española y otros fuera, donde hemos jugado la causa de la claridad y la transparencia, limitándonos a lo que decía la Organización Mundial de la Salud, que en todo momento ha reiterado que nada justificaba la suspensión de los viajes a España.
P. ¿Y qué nos dice del exceso de contratación hotelera u overbooking?
R. Hasta ahora no hay ninguna reclamación este año. Ha podido haber casos, y están muy localizados -en Mallorca cuatro-, pero se han resuelto sobre la marcha.
P. Conflictos laborales.
R. Vuelvo a repetir el mismo argumento. Las huelgas son dañinas, pero la más grande fue en 1978 en Málaga, y ese año se llegó a las mayores cotas de 7visitantes. Desde entonces, empresarios y trabajadores actúan con sentido de responsabilidad, e incluso hay regiones donde llega a tal extremo que los convenios los discuten siempre fuera de época turística.
P. Por último: ¿nos puede resumir los planes inmediatos de la Secretaría de Estado para el Turismo?
R. En las de tipo legislativo destacan la puesta al día de la reglamentación hotelera y de agencias de viajes, la ley de Centros de Interés Turístico de acuerdo con la del Suelo, la ordenación de los campings, una posible ley para evitar atentados ecológicos (llamada provisionalmente de Defensa de las Costas), etcétera. Habrá también un cambio radical en materia de promoción, para dirigirla más a tipos concretos de demanda.
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