Fuerte escándalo al acusar los "oficialistas" a los "renovadores" de pretender un partido socialdemócrata
Las diferencias que separan a renovadores y oficialistas se agrandaron anoche todavía más, cuando el portavoz de estos últimos, Vicente Cazcarra, acusó a sus adversarios de defender un modelo de organización «propio de un partido socialdemócrata de la II Internacional». Los renovadores prorrumpieron en silbidos y gritos de protesta, mientras los carrillistas se ponían en pie y cercando materialmente a sus adversarios -casualmente sentados en el centro de la sala- trataron de ahogar el griterío con sus aplausos a la posición mantenida por su representante.
El incidente, el más grave de cuantos se han producido durante el desarrollo del X Congreso, eleva al grado máximo la tensión entre las distintas tendencias. La votación consiguiente arrojó más dé un 60% de votos para la tesis oficial, algo más del 25% para la renovadora, y cerca de un 15% de abstenciones. Ello supone una nueva victoria del sector oficialista,
La propuesta de los renovadores era en el sentido de afirmar que el PCE no consigue desarrollarse debido a un progresivo abandono del eurocomunismo en la práctica del partido y a un ascenso del sectarismo. Al mismo tiempo, proponía el derecho de expresión individual y colectivo para todos los militantes, el federalismo (autonomía en las organizaciones regionales y de nacionalidad), reconocimiento «desdramatizado» de las corrientes de opinión, prohibición de tendencias organizadas -es decir, que las corrientes no puedan tener dirección, locales o recursos financieros propios- y rejuvenecimiento de los cuadros de dirección.
«Un partido eurocomunista», decía también la propuesta renovadora, «no se puede hacer por el método de que un reducido número de dirigentes innoven el marxismo, y a continuación se le pida al partido que practique las nuevas ideas, pero manteniendo la concepción tradicional de que la dirección tiene razón y el comunista que tiene un desacuerdo con ella debe callarlo». Y añadía: «Si de lo que se trata, en el fondo, es de que no existan diferencias de opinión, hay que decir que una organización monolítica jamás conseguirá inspirar confianza a una sociedad democrática».
Frente a esta propuesta, el portavoz del sector oficialista, Vicente Cazcarra, dio lectura a una serie de cuestiones que, según él, figuraban en el borrador inicial de los renovadores, pero que éstos habían quitado a última hora para hacer más digerible su texto. En un intento de derlostrar a los delegados la existencia de una turbia maniobra tras la posición renovadora, el orador informó que uno de los aspectos retirados a última hora era el que permitía a los militantes un trabajo.de «vinculación horizontal». (Se trata de uno de los tabúes más imporiantes para un comunista: la ortodoxia exige que toda relación sea vertical, es decir, que una agrupación local no pueda comunicarse . con otra de su nivel, sino con su comité superior, y a la inversa). También aseguró que «organizar las opiniones no es otra cosa que organizar la unidad de acción entre los miembros de cada corriente», lo que significa actividad fraccional. Y terminó así: «Lo que se nos propone es la expresión más acabada de un tipo de partido que no es eurocomunista, ni democrático, ni de vanguardia, ni revolucionario; introducir el concepto de federalismo no añade nada a lo que ya existe en el PCE; y yo os digo, camaradas, que todo esto es hacer un partido so.cialdemócrata de la II Internacional»
Rechazadas las corrientes de opinión
El escándalo fue mayúsculo. Renovadores y federalistas, senta dos en el centrodel salón, prorrumpieron en gritos y silbidos contra el orador, mientras los partidarios de este último se levantaban de sus asientos y trataban de acallar con sus aplausos las protestas de aquéllos. El presidente del congreso, Gerardo Iglesias, que hasta entonces había dirigido los debates con férrea disciplina, aguardó unos minutos para exhortar a la calma a los delegados y votar en un ambiente menos crispado. El recuento arrojó el siguiente resultado: 651 votos para el texto del sector oficialista, contra 273 negativos - correspondientes a los renovadores y federalistas- y 133 abstenciones -fundamentalmente del PSUC, una parte del cual iba a votar el texto de los carrillistas, pero a la vista de lo ocurrido decidió abstenerse. La gravedad de lo sucedido no se escapaba a nadie en los pasillos del congreso y en los aledaños de la comisión de candidaturas, que a puerta cerrada trataba de componer una lista oficial al comité central.Tras el rechazo del modelo global de partido propuesto por los renovadores, y el mantenimiento del que apoya la corriente oficialista al que se han incorporado algunas novedades, en el sentido de aceptar un cierto derecho de libertád de expresión y algunos, «elementos federales»-, la discusión posterior de los nuevos estatutos del partido sancionó definitivamente la derrota de las enmiendas que propugnaban la legalización de las corrientes de opinión.
Una de ellas definía lo que son tendencias e iba unido a un artículo en el que quedaban expresamente, prohibidas, con el fin de distinguir corrientes de tendencias. Hubo 255 votos a favor de la enmienda, 677 en contra y 109 abstenciones. El resto de las enmiendas definía lo que son corrientes y otros aspectos de las mismas; tras un largo debate, en que el abogado Jaime Sartorius y el alcalde de Córdoba, Julio Anguita, intentaron defender diversas propuestas en favor de las corrientes -mientras Santiago Carrillo (hijo) y Adolfo Piñedo mantenían las tesis contrarias-, fueron también rechazadas.
Por el contrario, se aprobó una propuesta de Sánchez Montero respecto a la libertad -de expresión y crítica «a través de todos los cauces orgánicos y órganos de Prensa del partido», y en que se prohíben expresamente las actividades fraccionales y las tendencias.
El nuevo comité central
Santiago Carrillo y la denominada «Iínea oficialista» del PCE se alzarán hoy con la mayoría de los puestos del nuevo comité central de este partido, en que probableintrite habrá una presencia menor de miembros de la vieja guardia y una renovacion mayor de la que pudiera esperarse tras los graves enfrentamientos de estos días en el X Congreso.Las votaciones efectuadas durante la jornada de ayer -y sobre todo las del informe de gestión de Carrillo y la ya citada sobre el modelo de partido- mostraron que la contestación en el seno del Partido Comunista de España afecta a un tercio del partido, repartida en un pequeño porcentaje de duros o prosoviéticos y un 26%- 30% de renovadores y federalistas. Porcentajes de este carácter tienen muy pocos precedentes en la historia de los partidos comunistas.
La incógnita más inmediata está en saber si la línea oficialista se conforma con haber derrotado las posiciones de los renovadores, pero admite la integración de sectores en el nuevo comité central, o si lleverán hasta el final la coherencia, entre posiciones aprobadas y dirigentes para llevarlas a la práctica. Paralelamente, está en juego la posibilidad de que miembros del sector renovador renuncien a participar en el nuevo órgano de dirección, y aunque la mayor parte de los consultados no está por mantener esa actitud, realmente se abren amplías incógnitas sobre el, futuro del PCE.
Posibles renuncias de algunos veteranos
De acuerdo con las impresiones de anoche, que deben tomarse a título provisional, del órgano de dirección podría salir un número considerable de viejos camaradas de Carrillo: Santiago Alvarez, Federico Melchor, Víctor Díaz Cardiel, Luis Lucio Lobato, Ramón Mendozona -este último fue antiguo re sponsable de Radio Pirenaica- y quizá Armando Salinas. Se mantendrían, por supuesto, Ignacio Gallego, Simón Sánchez Montero, Francisco Romero Marín y Marcelino Camacho, entre otros.Por lo que se refiere a los renovadores, es casi seguro que no entrarán Alfredo Tejero, GerArdo Novales o Emerit Bono, pero se mantendrán Manuel Aícárate, Pilar Brabo, Carlos Alonso Zaldívar, Pérez Royo, Julio Segura; y habrá algunos nombres nuevos, como Jaime Sartorius y algún otro nombre más inseguro (un sector del aparato veta a Luis Larroque, y otro ve con malos ojos a Eduardo Mangada). Salen también, parece que por renuncia voluntaria, algunos miembros del comité central vinculados al mundo de la cultura, como el director de cine Bardem y el pintor Ortega. Igualmente se daba como probable la salida del dirigente sindical Fidel Alonso, próximo al sector duro.
De confirmarse estas noticias, Carrillo habría realizado, en efecto, una renovación considerable del comité central. Los renovadores no obtendrían una representación proporcional a su fuerza entre los delegados, pero sin duda podrían lograr un porcentaje de puestos muy aceptable. No obstante, estas noticias, emanadas a lo largo del día conforme avanzaban las negociaciones -conducidas principalmente por Jaime Ballesteros y Nicolás Sartorius-, podrían verse condicionadas seriamente por el incidente antesdescrito en la votación del modelo de partido, que puso de manifiesto la importante brecha que separa los proyectos de cada sector y la difícil reconciliación.
En cualquier caso, y supuesto que Carrillo haga un esfuerzo por reconducir la situación y procurar una cierta integración de sectores en el nuevo comité central, anoche había muy pocas dudas sobre la forma en que va a producirse la votación. Las distintas fuentes consultadas daban por seguro que sólo Dolores Ibárruri obtendría votaciones muy altas -del orden del 80%-90%-, y por el contrario se pensaba que el voto de castigo iba a resolver las diferencias entre sectores, tachando unos y otros a los correspondientes adversarios.
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