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Una herradura de la suerte acompañó a la novia

Una diminuta herradura de la suerte, en oro de dieciocho kilates, con diamantes incrustados, acompañó a ladi Diana hasta el altar, prendida en el espléndido traje, color marfil, cuyo diseño, pese a ciertas filtraciones un tanto deformadas, consiguió permanecer en secreto hasta el momento en que la novia emprendió, en carroza cubierta, el trayecto hacia la catedralTules, encajes antiguos, lentejuelas nacaradas y diminutas perlas eran los únicos adornos del vestido de tafetán de seda, largo y con amplio vuelo, y de la cola de más de ocho metros de longitud, que tantos quebraderos de cabeza causó a la hora de subir y bajar de los carruajes. Amplios volantes fruncidos remataban el escote y los puños de las voluminosas mangas tres cuartos, estilo farol. Encajes primorosamente bordados cubrían el delantero y la espalda, mientras que otros asomaban bajo los volantes de las mangas y sobre los del escote. Asimismo, tiras de encaje adornaban la cola, cubierta a su vez por un velo. La falda era totalmente lisa y se sostenía sobre una complicada enagua formada por múltiples capas de tul.

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Sobre su pelo, corto y rubio, y sosteniendo el vaporoso velo salpicado de perlas que, en un principio, le cubría el rostro, brillaba una diadema de diamantes, perteneciente a la familia Spencer. Los pardicuts también eran de diamantes.

La nueva princesa de Gales no llevaba ninguna otra joya, limitándose a sostener sobre la falda un ramo nupcial compuesto por gardenias, orquídeas, rosas y lilas. Los zapatos, en seda bordada también con perlas, llevaban en su parte superior un corazón de oro envuelto en más encajes. Como ya es costumbre, el tacón era mínimo, a fin de no hacer aún más evidente que los dos esposos miden exactamente igual: 1,77 metros. Tal como es tradicional en el Reino Unido, la novia llevaba algo nuevo (el traje), algo viejo (parte de los encajes), algo prestado (la diadema de su madre) y algo azul (un lazo en la cintura).

El novio, sus dos hermanos y los pequeños pajes que acompañaban a los contrayentes compartían el azul marino. El príncipe heredero lucía sobre su uniforme de gala de Marina todas sus condecoraciones. Las damas de honor, presididas por ladi Sara Armstrong, hija mayor de la princesa Margarita, vestían trajes inspirados en el de la novia.

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