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Adolfo Suárez y Calvo Sotelo se disputan el control político y organizativo de UCD

Los últimos y espectaculares enfrentamientos en el seno de Unión de Centro Democrático (UCD), especialmente entre los diputados, son en gran parte un reflejo de la lucha por el poder dentro del partido del Gobierno, que de nuevo ha entrado en fase crítica. En esta crisis se juegan, ya en estos días, el control del aparato provincial y, a medio plazo, la misma cúpula del partido, a la que Leopoldo Calvo Sotelo, de la mano de Rodolfo Martín Villa, está pensando en bajar para desalojar de ella a los hombres de Adolfo -Suárez. Al fondo de esta lucha está el control de las listas de candidatos de UCD a las próximas elecciones generales y también dos concepciones muy distintas de lo que ha de ser la derecha.

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El sector crítico centrista cometió, ante el congreso de Palma, su mayor error estratégico al plantear su lucha bajo la bandera de la democratización del partido, porque precisamente bajo procedimientos democráticos están siendo derrotados por los hombres de Adolfo Suárez y Martín Villa, que controlan la gran masa de militantes, procedentes del antiguo aparato de poder del régimen anterior o, en cualquier caso, son mucho más duchos en el cuadramiento y organización de militantes.Actualmente, todos los órganos locales y provinciales están siendo renovados en asambleas. Los resultados hasta ahora son claramente favorables a los fieles a Suárez, que están mejorando mucho sus posiciones, y en segundo término para Martín, Villa, que también mejora un cierto grado.

En parte por sus buenas relaciones con este último y en parte porque controlan algunas provincias, incluidos sus gobiernos civiles, los socialdemócratas de Francisco Fernández Ordóñez también están saliendo bien librados. En cambio, liberales y democristianos están siendo francamente derrotados.

Cómo dato que encuadra esta lucha, hay que tener muy presente que los comités provinciales que están siendo elegidos serán los encargados de seleccionar a los futuros candidatos a diputados y senadores. Quien no controle el comité provincial no podrá ser diputado o senador, y sin escaño no hay posibilidades políticas.

En esta situación hay, lógicamente, excepciones, y una de las principales es la de Madrid. En esta provincia, de donde ha de salir la lista política que recoja a los principales líderes del partido, luchaban por la presidencia los ministros Jose Pedro Pérez-Llorca y Juan José Rosón, ambos fieles a Calvo Sotelo, el primero directamente y el segundo como miembro del grupo de Martín Villa.

La alianza Calvo Sotelo-Martín Villa

Pero ambos se han retirado en favor de otra solución, igualmente leopoldista que consiste en proponer para la presidencia provincial a Miguel Domenech, cuñado de Calvo Sotelo, actualmente apartado de tareas de gobierno, mientras secretario general sería Francisco Sanchis, un hombre de Rosón.

En el juego de alianzas y enfrentamientos internos, lo más chocante puede parecer la lucha sin cuartel, entre Suárez y Martín Villa; pero el fenomeno tiene una explicación clara: ambos disputan un mismo terreno dentro de UCD, la misma clientela. El actual ministro de las autonomías, decidido a desmontar definitivamente al ex presidente del control de ese sector, ha optado por aliarse con Calvo Sotelo, que coincide con él en el objetivo de neutralizar a Suárez.

Así, Martín Villa es uno de los principales interesados en que el presidente del Gobierno arremeta contra la dirección del partido y desaloje a los actuales presidente y secretario general. Agustín Rodríguez Sahagún y Rafael Calvo, sinceramente estimados por lodos, son, sin embargo, demasiado débiles como para no permanecer en la órbita de Suárez, que les apoyó para esos puestos.

El control de la dirección del partido tiene un valor directamente ligado al del dominio sobre el aparato provincial: las listas que los comités provinciales propongan serán ordenadas por un comité electoral salido del ejecutivo nacional. De los lugares en que sean colocados finalmente los candidatos, en virtud de la imposibilidad de que el elector altere ese orden, por la ley electoral, dependerá el que unos obtengan escaño y otros no.

El cortrol de la cúpula de UCD, sobre todo si el suarismo consigue afianzarse en las provincias, va a ser casi de primera necesidad para Calvo Sotelo; pero no faltan quienes le aconsejan que no se meta en esaguerra. En primer lugar, porque el capital político que está acumulando se podría perder en la nunca bien vista conspiracióninterna, que no se puede ocultar a

la opinión pública.

En segundo lugar, a Calvo Sotelo le advierten que Martín Villa puede ser una hipoteca para el futuro, porque desde la secretaría general que desea para sí o para su grupo podría convertirse en un problema tan grande o más que Suárez. En cualquier caso, si el presidente ha decidido o no el pa so, la cuestión se resolverá a lo largo del verano. Por otra parte, si, Calvo Sotelo triunfa, la operación tiene una difícil plasmación estatutaria, y convocar un congreso extraordinario no es lo mejor, dada la situación.

Socialdemócratas y cristianos

Esta lucha explica, al menos en parte, muchos de los últimos enfrentamientos conocidos en el partido. Entre otros, tuvo que ver en la eliminación del famoso artículo 87 de la ley de Divorcio, operación que, si se hizo a manos de socialdemócratas y algunos liberales, por razones de conciencia, contó con apoyos suaristas por cuanto suponía una carga de profundidad contra la estabilidad de Calvo Sotelo.

La situación en el partido se refleja en estas frecuentes escaramuzas en los grupos parlamentarios, sobre todo el del Congreso, porque es aquí donde las minorías -el viejo componente democristiano, socialdemócrata y liberal- son más fuertes, aunque ya perdieron terreno en las elecciones de marzo de 1979. Es en el Congreso donde estas minorías prefieren luchar, sobre todo porque cuentan con el arma definitiva de amenazar con la fuga de votos.

Además, las maniobras parlamentarias están dobladas por un enfrentamiento que con el paso del tiempo se ha ido haciendo más y más profundo entre cristianos y socialdemócratas; los unos, capitaneados por Oscar Alzaga -retirado, al menos por ahora, Landelino Lavilla-, y los otros, por Pernández Ordóñez. Tal situación viene motivada, lógicamente, por las grandes diferencias ideológicas, fundamentalmente la dialéctica laicismo-catolicismo.

Pero también juegan, y no en segundo plano, motivos estratégicos. Por un lado, los cristianos ven su futuro más sólido en una alianza de UCD con otros sectores a su derecha, ya que en ese entramado serían los árbitros. En cambio, los socialdemócratas temen esa alianza como el camino seguro de su defenestración y el fin de las reformas que abanderan.

En esta situación, los cristianos mantienen una estrategia exigente en defensa de sus posiciones, conscientes además de que la eficacia maniobrera de sus respresentantes en la dirección del centrismo es menor que la de otros. Los socialdemócratas, de su lado, son maestros en táctica, y, desde que UCD existe, se las han ingeniado siempre para mantener una fuerte presencia política y sacar adelante, con relativo éxito, sus proyectos reformistas.

El sector democristiano pone sus esperanzas en Leopoldo Calvo Sotelo, aunque su elección, por sospresa, al poder les hizo entrar con mal pie en su era. Suárez, al dimitir, desbarató la estrategia vencedora de los críticos y evitó que, en un debate abierto en el congreso de Palma, le dieran el golpe definitivo. Calvo Sotelo era la coartada y los cristianos no tuvieron más remedio que mostrar su oposición de alguna forma. Pero ahora esperan mejorar su situación con él. Para llevar adelante sus planes, Calvo Sotelo necesita también el apoyo de los socialdemócratas. Estos le ayudarán siempre que lo crean conveniente, pero no han roto totalmente con Suárez.

Todo el entramado debe entenderse matizado por la circunstancia de que, sobre todo en UCD, cada político tiene sus características propias, distintas de la imagen que trasciende, en virtud de la política de alianzas. Ello corrige lo que podría ser una visión demasiado estructural de la situación.

Debate profundo sobre la derecha

Además, la lucha no es una pura competición descarnada por el poder, sino que también late en el fondo de ella un debate profundo sobre lo que debe ser o hacer la derecha en España. Para los cristianos, UCD está arrebatando banderas a la izquierda, como medio de mantenerse en el poder, y eso es un error histórico, porque las reformas propias de la izquierda deben dejarse hacer a ésta.

Claro que, al mismo tiempo, dicen que la situación política no soportaría la subida de la izquierda al poder, hoy, en España. Entonces proponen otra estrategia política en la que, prescindiendo de veleidades reformistas, la derecha unida y fuerte se comprometa en la consolidación definitiva de un Estado democrático, que, entre otras cosas, pasa por la reforma de la Administración.

En el plano del partido, ello supone encuadrar políticamente a un sector de la sociedad, conservador pero democrático, al que repugnaría una organización en la que predominan los tránsfugas del antiguo aparato franquista, y que es el sector llamado a construir ese Estado democrático moderado. Una UCD así renovada, por otra parte, contribuiría a mejorar la deteriorada imagen del partido.

Frente a este planteamiento, los llamados suaristas o reformistas acusan a sus oponentes de querer llevar a UCD al conservadurismo, hacer la gran derecha, que por falta de credibilidad no fue posible durante la transición, terminar con las reformas y jubilar a sus protago

Adolfo Suárez y Calvo Sotelo se dispustan el control político y organizativo de UCD

nistas. Se oponen a ello tanto por entender que el electorado sigue pidiendo cambio, como por no abandonar al PSOE la bandera progresista y su paquete electoral correspondiente. Este grupo no niega sus orígenes franquistas, pero se consideran democráticamente legitimados por su política reformista.Futuro imprevisible

Según fuentes de la dirección del partido, las últimas encuestas siguen dando ganadores a los socialistas, pero sólo por cinco o seis puntos por encima de UCD, que en el momento electoral real podrían ser recuperables, más aún haciendo un esfuerzo para recomponer la imagen y, al mismo tiempo, ofreciendo más autoridad, más gestión, más seguridad; en resumen, más conservadurismo y menos cambio.

El futuro, complicado y bastante imprevisible, vendrá dado además por una serie de factores externos a UCD, pero de la máxima importancia. El primero de ellos es la situación militar y su peso en la consolidación de la democracia. El segundo, las posibilidades que tenga el PSOE de salir de su próximo congreso verdaderamente convertido en opción de cambio real. Un tercer factor es la presión en un sentido u otro de los poderes económicos.

Por el momento, la opinión mayoritaria en UCD es que el crédito de las fuerzas económicas, en el sentido literal de la palabra, lo tiene Calvo Sotelo y sólo él. Ello puede ser un arma decisiva, sobre todo ante un proceso electoral y las necesidades económicas que conlleva, pero no lo es todo.

Por eso ya hay quien prevé que esta crisis puede acabar en un arreglo entre Suárez y el actual presidente. Aun así, quedarían importanes factores sueltos, de efectos posiblemente graves, y principalmente la situación de profundo enfrentamiento, que coloca en peligro permanente la estabilidad de la minoría parlamentaria gobernante, entre cristianos y socialdemócratas.

Estos últimos desearían ver a los primeros fuera del partido, y amenazan con irse ellos para conseguir ese objetivo, a sabiendas de que los partidarios de continuar en la línea reformista les necesitan dentro. Pero la amenaza puede convertirse en proyecto serio si la ascensión del PSOE se confirma, ya que ese podría ser el momento de formar el partido bisagra, la formación intermedia que modere y garantice ante la derecha el gobierno de los socialistas, y ello a pesar de la dificultad que supone el sistema electoral vigente, que penaliza fuertemente a las minorías aisladas.

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