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La llegada de los comunistas al Gobierno francés

Primera reunión del nuevo Gobierno francés

En un clima de expectación histórica, debido a la presencia, por primera vez desde hace 34 años, de cuatro ministros comunistas en un Gobierno francés, ayer se celebró el primer Consejo ministerial del segundo Gabinete de Pierre Mauroy. El presidente de la República, François Mitterrand, en una declaración política, afirmó que se trata de "un Gobierno de unión". La sesión parlamentaria, que se abrirá el próximo día 2 de julio, será prolongada para iniciar el proceso de transformaciones importantes, como la de la descentralización. El franco bajó ayer ligeramente en todas las plazas, como consecuencia de la entrada de los comunistas en el Gobierno.

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El ministro de Estado y de Transportes, Charles Fitterman, considerado como el número dos del PCF, que se sienta a la izquierda de Mitterrand en el Consejo de Ministros, comentó ayer, al terminar la primera reunión oficial de los 44 miembros del Gabinete Mauroy: "Tengo la impresión de que estoy viviendo un gran momento". Interpretaciones aparte, lo cierto, es que ayer se vivió en esta capital un "momento extraordinario", del que cada cual tenía conciencia.Responsabilidad histórica

Mitterrand, en una declaración al país, se manifestó en ese sentido: "La esperanza de nuestro pueblo es inmensa, y nuestra responsabilidad, histórica. Al Gobierno le pido ardor y solidaridad para conducir las reformas que espera el país".

"Consolidada la unidad del país y ampliada la democracia, con una Francia escrupulosamente fiel a sus compromisos y a sus alianzas, podremos actuar con mayor eficacia en el camino de la libertad, el progreso y la paz", añadió el, Presidente de la República. "El Gobierno que acaba de constituirse, de acuerdo con lo dispuesto en la Constitución, es un Gobierno de unión y cuenta con una amplia alianza de fuerzas populares, de las fuerzas de la juventud y del trabajo", dijo también.

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Varios centenares de periodistas del mundo entero presenciaron ayer este estreno comunista en el palacio del Elíseo que, a pesar de obedecer fundamentalmente a razones de política interior, tuvo un gran impacto en todo el mundo occidental. Sonrientes, y subiendo con lentitud las escaleras del palacio presidencial, los cuatro nuevos ministros comunistas posaron para los fotógrafos durante unos instantes, antes de entrar con sus colegas en la sala del Consejo.

Si el primer Gobierno Mauroy se constituyó, sobre todo, para ganar las elecciones legislativas, el que se reunió ayer por primera vez .quiere emprender aceleradamente la realización de la política que "yo he definido, y que constituye, como es conveniente recordarlo, el programa de acción gubernamental", según señaló el propio Mitterrand.

Dos cambios significativos

Sobre la formación de este segundo Gabinete Mauroy, al margen de la gran novedad comunista, se anota que los dos cambios más importantes los representan el del. Ministerio de Justicia y el de Industria. Para la primera cartera fue nombrado Robert Badinter, amigo de Mitterrand, consejero jurídico suyo durante la campaña electoral, enemigo numero uno de la pena de muerte, y de tendencia moderada. La mutación más significativa, técnica y políticamente, es la que se operó en la cartera de Industria. Pierre Joxe, considerado como un marxista convencido, fue reemplazado por Pierre Dreyfus, el verdadero creador del éxito de la firma Renault durante la década de los años sesenta, y a quien se considera como un reformista.

Este Gobierno presentará ya, en la sesión parlamentaria que se abrirá el próximo día 2, varios proyectos de ley importantes: una rectificación del proyecto de ley de Finanzas, otra sobre la ley de Amnistía, el proyecto que suprimirá la jurisprudencia de excepción -es decir, el Tribunal de Seguridad del Estado-, y el proyecto de Jey de Descentralización. Este último constituye una de las ambiciones históricas del septenio de Mitterrand: convertir al país jacobino y centralizado por excelencia en una Francia que, sin atentar contra la unidad nacional, satisfaga las aspiraciones regionales.

En medio de la efervescencia que se ha apoderado de las esferas políticas triunfadoras, la nueva oposición de derechas apenas da señales de vida por el momento. Ayer, el ex presidente de la Asamblea Nacional, Jacques Chaban Delmas, en una declaración que pretendió ser importante, anunció que, en lo sucesivo, "se trata de organizar la oposición, unida, para vigilar, para que el cambio que anuncia el Gobierno no sea un cambio de sociedad". Chaban parece situarse por encima de la división insalvable que, una vez pasadas las elecciones legislativas, confronta otra vez a los giscardianos y chiraquistas, deseosos, cada uno por su lado, de convertirse en la encarnación de ese recurso que, a su entender no muy tarde, necesitará el pueblo francés como consecuencia del fracaso de la nueva Administración.

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