España venció a Mexico en un barrizal
ENVIADO ESPECIALEl calor de Oporto hizo más mella en el equipo español que la altura de México. Pese a la pesadez del terreno, parcheado con arena de albero para tapar los charcos, los jugadores hispanos corrieron mucho más que en Portugal. Con un ritmo superior y un mejor engranaje en las líneas se obtuvo un triunfo que pudo haber terminado en lo que aquí llaman una goliza. España fue superior a México, un equipo que en los últimos siete años no había sido derrotado en el estadio Azteca. El juego, sin ser de gran relieve, resultó entretenido, por los goles y por las situaciones, a veces cómicas, producidas por las dificultades del terreno.
Después de un triunfo obtenido fuera de casa, normalmente se lanzan las campanas al vuelo. Ganar a México, una selección con la que ni siquiera el público se encuentra identificado y que, por alguna ausencia destacada, como la de Mendizábal, estaba un tanto devaluada, no es para ponerse a soñar con futuro imposible. España venció sin apuros porque enfrente tuvo un conjunto bastante endeble, del que solamente puede salvarse la actuación de Hugo Sánchez, pese al marcaje a que fue sometido, y el lateral derecho Aldrete, quizá porque no tuvo mucho trabajo con su par, Marcos, que volvió a dar la de arena.
El equipo español puso más fuerza en sus menesteres que en Oporto, y quizá ello fue suficiente para triunfar. En un terreno pesadísimo no cabían grandes alegrías. Había que levantar la pelota, y cuando así se hizo se avanzó con soltura. Cuando Juanito quiso hacer encaje de bolillos el contraataque fue premioso y acabó siempre en descalabro. Juanito fue preciso, sin embargo, en la función goleadora, cosa que no consiguió Marcos, que volvió a tener el tanto en sus pies y de nuevo no supo aprovecharlo.
El centro del campo español no anduvo demasiado fino, pese a que se notó la inclusión de Joaquín. El sportinguista fue el más regular, porque Zamora se pasó mucho tiempo en el terreno de nadie. Víctor, aunque puso coraje, no fue hombre brillante. El realista Alonso, que le suplió, le dio al conjunto más rapidez, porque despidió el balón al primer toque y hacia el compañero mejor situado. Además, Alonso se adaptó tan perfectamente al terreno que no se cayó una sola vez.
El conjunto que dirige Santamaría tuvo sus mayores problemas en los avances de Hugo Sánchez por la banda izquierda. Tendillo fue su primer marcador, y mientras esperó su llegada se vio rebasado. Cuando se decidió a adelantarse a la acción le privó de sus peligrosas piruetas. El cambio de marca je de Tendillo por Camacho resultó mucho más rentable. El madridista le tomó mejor la medida a la estrella local, pero también pasó más de un apuro para evitar sus incursiones. Hugo Sánchez es jugador hábil y repentizador, pero no tiene colaboración en sus compañeros de ataque para hacer efectivos sus peligrosos pases. Con todo, Arconada se tuvo que jugar el tipo más de una vez para salvar los remates de los locales. Una de esas peligrosas jugadas de los aztecas fue la que propició el penalti, que desde el graderío pareció un tanto discutible, a pesar de que efectivamente Arconada derribó a Hugo Sánchez, pero el encontronazo se produjp después del remate. El máximo castigo es el primero que le señalan al meta donostiarra.
El encuentro no tuvo demasiadas dificultades para España, a pesar del fallo claro de algunos hombres. Marcos parece que ha perdido el ángel que tuvo durante la mayor parte de la pasada temporada en el Atlético de Madrid, y su participación fue casi nula. Tampoco Gordillo tuvo su noche, ya que tan sólo en una ocasión fue capaz de subir al área enemiga, pero su pase lo desaprovechó Marcos, que en lugar de rematar empujó el balón y dio tiempo a Castrejón a dominar la situación. Mención especial hay que hacer, en cambio, de Satrústegui, que peleó con los defensores mexicanos con la misma fe que en ocasiones anteriores hizo con otros adversarios. Juanito jugó un poco más adelantado que otras veces, y Alesanco dio serenidad a la defensa.
España mejoró indudablemente su actuación de Oporto, pero tampoco dio el tono deseado. El barro influyó notablemente en el fútbol desarrollado. La superior clase de los españoles en otras circunstancias, probablemente se habría hecho notar más. En el estadio Azteca, al menos, se mantuvo la tónica de los encuentros disputados contra México: ni una sola derrota.
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