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El reglamento volverá a la Comisión para rehacer el pacto sobre los grupos parlamentarios

El nuevo reglamento del Congreso de los Diputados, que ayer comenzaba a debatir el Pleno de la Cámara, volverá a comisión, para tratar de rehacer allí el pacto político sobre el mismo. Este pacto no pudo materializarse ayer en el hemiciclo por falta de diputados centristas en el momento de la votación del punto más polémico del reglamento: la configuración de los grupos parlamentarios. La Cámara había decidido ya la supresión del Grupo Andalucista, y la ausencia de diputados centristas impidió la segunda parte del acuerdo: la supresión de los grupos socialistas vasco y catalán.

El acuerdo, en el que fundamentalmente eran protagonistas Unión de Centro Democrático (UCD) y Partido Socialista Obrero Español (PSOE), consistía en la eliminación del Grupo Andalucista, para lo cual se había establecido un texto que permitiera la supervivencia de las restantes minorías nacionalistas y Coalición Democrática. Como contrapartida, los socialistas habían aceptado la supresión de sus dos grupos periféricos, vasco y catalán, si bien habían manifestado su propósito de votar en contra de la eliminación de ambos grupos afines.La realización de este pacto se basaba fundamentalmente sobre la mayoría nucleada en torno al grupo centrista y a Coalición Democrática. Sin embargo, la falta de 36 diputados centristas impidió que el pacto fuera llevado a la práctica.

El primer punto del artículo veintitrés se aprobó con 247 votos favorables, 47 en contra y trece abstenciones, y el texto siguiente: «Los diputados, en número no inferior a quince, podrán constituir grupo parlamentario, podrán también constituirse en grupo parlamentario los diputados de una o varias formaciones políticas que, aun sin reunir dicho mínimo, hubieren obtenido un número de escaños no inferior a cinco y, al menos, el 15% de los votos correspondientes a las circunscripciones en que hubieren presentado candidatura o el 5% de los emitidos en el conjunto de la nación». Aprobado este texto, quedó sentenciada la eliminación del Grupo Andalucista.

El segundo texto a votación decía así: «En ningún caso pueden constituir grupo parlamentario separado diputados que pertenezcan a un mismo partido. Tampoco podrán formar grupo parlamentario separado los diputados que, al tiempo de las elecciones, pertenecieran a formaciones políticas que no se hayan enfrentado ante el electorado».

El socialista catalán Rodolfo Guerra recordó que los diputados de su grupo obtuvieron 800.000 votos, y que se presentaron ante el electorado catalán no sólo como socialistas, sino también como socialistas catalanes. El socialista vasco Carlos Solchaga defendió la supervivencia de su grupo, basándose en argumentos políticos, vinculados a la coyuntura económica y política del País Vasco. «No sería bueno que hubiera una sola representación del País Vasco en esta Cámara». Sometido a votación este párrafo, fue aceptado por 149 votos favorables, 144 en contra y seis abstenciones.

La exigua diferencia de cinco votos condujo a una votación de verificación, por el procedimiento de levantarse para votar. Esta segunda votación arrojó el resultado de 135 votos favorables al texto, 142 en contra (entre ellos el del diputado de Coalición Democrática Antonio de Senillosa) y cuatro abstenciones. Este resultado produjo consternación en las filas centristas y un malestar visible entre los miembros del Gobierno, especialmente en su presidente, Leopoldo Calvo Sotelo, y en el ministro de la Presidencia, Pío Cabanillas. Se produjeron numerosas salidas a los pasillos del hemiciclo por parte de diputados de diferentes grupos, y un ambiente de confusión que dificultaba la explicación de voto por parte del portavoz andalucista, Alejandro Rojas Marcos, quien pidió repetidamente que la presidencia le amparara en su derecho al uso de la palabra.

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Protesta andalucista

El líder del Partido Socialista de Andalucía (PSA) comenzó afirmando que a veces la democracia exigía costés como el que su grupo acababa de pagar, al permitir «con nuestro voto que sigan teniendo grupo parlamentario los socialistas catalanes y los socialistas vascos, con cuyos votos se ha contado para que el Grupo Andalucista no pueda tenerlo en este Parlamento». Criticó la penalización que significaba la decisión de la Cámara para el grupo y la inoportunidad de esta decisión a mitad de legislatura. Añadió que la discriminación para Anaalucía se sumaba a otras ya realizadas, como el 28 de febrero y la reforma de la ley de Referéndum. Advirtió el peligro de desestabilización que podría producir una decisión cómo la adoptada.

El comunista Felipe Alcaraz explicó que su grupo siempre había defendido la existencia de un mínimo de cinco diputados para constituir grupo y consideró preocupante la contradicción consistente en eliminar al Grupo Andalucista, pero no a otros grupos, como los dos socialistas, vasco y catalán. Anunció la propuesta de una disposición transitoria para que la decisión no tuviera efectos en esta legislatura.

Los contactos producidos entre miembros del Gobierno y del grupo centrista, en, un ambiente de gran nerviosismo, desencadenaron finalmente la subida a la tribuna de oradores del portavoz centrista Miguel Herrero, quien comenzó calificando su intervención de triste. Aseguró que el reglamento que se había dado a luz contenía elementos notablemente positivos para el mejor funcionamiento de la Cámara, pero que se basaba en la racionalización y el equilibrio que acababan de romperse. Añadió que tendía a convertir la Cámara en una gran asamblea en la que estuvieran tanto los grandes grupos como las grandes opciones ideológicas. Este propósito, según dijo, queda «injusta e intolerablemente perturbado si desaparecen unas formaciones de base regional y no otras».

Tras estas manifestaciones, veladamente acusatorias para los socialistas, Miguel Herrero anunció que su grupo no daría el aval a este reglamento y que votarla en contra a todos los artículos, así como la votación global exigida por la Constitución con lo que la Cámara tardaría, tiempo en darse su nuevo reglamento.

Esta manifestación del portavoz centrista produjo crispación en la Cámara, mientras intervenía, por el Grupo Mixto, Manuel Clavero, quien denunció la grave discriminación respecto a Andalucía y la buena acogida de su grupo a la decisión del portavoz centrista.

El presidente de la Cámara pretendió continuar el debate, pero el portavoz de CD, Manuel Fraga, solicitó la suspensión durante quince minutos, a lo que accedió Landelino Lavilla, quien convocó inmediatamente a la Junta de Portavoces.

Explicación y protesta de los comunistas

Una hora después concluyó la reunión de la Junta de Portavoces y se anunció que se había llegado al acuerdo, con la abstención comunista y del Grupo Mixto, de trasladar el debate que celebraba el Pleno de nuevo a la Comisión de Reglamento, para tratar de encontrar un acuerdo. Lavilla explicó que «al no existir perspectiva de aprobación del reglarnento, la Junta de Portavoces propone que sea devuelto a la Comisión para su reconsideración». Esta propuesta fue probada por 262 votos favorables, diez en contra y treinta abstenciones.

Santiago Carrillo explicó que el Grupo Parlamentario Comunista se había abstenido por el espectáculo extraño que significaba el envío del reglamento a la Comisión, cuando el problema podría resolverse con una disposición transitoria. Criticó la falta de cumplimiento del compromiso por parte de algunos grupos, que habían realizado un mal servicio al Parlamento. El socialista Gregorio Peces-Barba defendió el acuerdo adoptado, por su carácter realista, ante la falta de perspectivas de aprobación.

Poco después de conocerse el resultado de la votación, durante la cual sólo estuvieron ppesentes el presidente del Gobierno y los ministros Pío Cabanillas y José Pedro Pérez-Llorca, numerosos ministros y diputados centristas llegaron apresuradamente a la Cámara. En la votación estuvieron también ausentes, entre otros diputados, Oscar Alzaga, Fernando Alvarez de Miranda, Manuel Díaz Pinés, Guillermo Medina, Ricardo de la Cierva y otros muchos.

A la salida del hemiciclo, una vez suspendida la sesión, Miguel Herrero manifestó: «Esto se carga el Parlamento y me carga a mí».

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