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El Papa volvió a ser hospitalizado ayer de forma inesperada

Una fiebre persistente, originada en una infección aún no localizada, obligó ayer al Papa a volver, inesperadamente, a la misma habitación de la clínica Gamelli, de Roma, que ocupó, a lo largo de veintiún días, tras el atentado sufrido el 13 de mayo.

Ayer mismo se le practicaron diversos análisis, que serán ampliados mañana, a fin de determinar si se trata de una infección pulmonar o intestinal, o bien de algo bastante más grave: una peritonitis. Juan Pablo II ha adelgazado visiblemente, y su rostro, al partir del Vaticano, mostraba señales de malestar y preocupación.Este internamiento imprevisto (el Papa no pensaba volver a la clínica hasta primeros de julio, para someterse a una segunda intervención quirúrgica) se debe a la existencia de una «fiebre persistente» que está retrasando la recuperación normal del paciente, según un comunicado oficial de la oficina de Prensa del Vaticano.

Ayer tarde, el Pontífice fue sometido a una serie de pruebas, según explicó el doctor Corrado Manni, del equipo médico encar gado de velar por la salud de Juan Pablo II. La prueba más importante se realizará mañana, y consistirá de un TAC (tomografía axial computerizada): un ordenador determinará la naturaleza de la infección que sufre el Papa. Asimismo, se llevarán a cabo revisiones del tórax y del abdomen por diferentes medios, para lo cual el paciente está cumpliendo una rigurosa dieta alimenticia durante este fin de semana.

El Papa llegó a la clínica en compañía de su secretario polaco, Stanislaw Dziwisz; del secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli, y del sustituto de la Secretaría de Estado, el obispo Eduardo Martínez Somalo. Todos ellos permanecieron en estrecho contacto con el Pontífice a lo largo de los veintiún días en que estuvo hospitalizado tras recibir tres impactos de bala disparados por el terrorista turco Mehmed Alí Agca: uno en el brazo izquierdo, otro en el dedo índice de la mano izquierda (que le quedará parcialmente rígido) y un tercero, el más grave, en el intestino.

Desde hace cinco días, los medios informativos venían especulando con un empeoramiento del Pontífice. En concreto, La Stampa, de Turín, había afirmado que Juan Pablo II tenía problemas digestivos, reflejados en falta de apetito, vómitos y tendencia a adelgazar. La noticia fue rotundamente desmentida por el Vaticano, achacando la pérdida de apetito a los antibióticos que le habían sido suministrados al Papa debido a la aparición de «una ligera bronquitis».

Esta nueva recaída del Pontífice hace muy improbable cualquier viaje del Papa al extranjero a lo largo del presente año, incluida la visita que tenía previsto realizar a España, según fuentes cercanas al Vaticano.

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El Papa dejó grabado un mensaje antes de volver a la clínica

Viene de primera páginaAntes de abandonar su residencia vaticana, el Pontífice grabó un mensaje para su difusión hoy, domingo, a mediodía, coincidiendo con el rezo del ángelus en la plaza de San Pedro.

El pasado domingo, el Papa también recurrió a la cinta magnetofónica para dirigirse a los fieles congregados ante el Vaticano, aunque a renglón seguido se dejó ver durante unos cinco minutos en la ventana desde la que normalmente pronuncia sus homilías dominicales.

La primera señal de alarma en tomo a la salud de Juan Pablo II se produjo el 7 de junio, domingo de Pentecostés, precisamente el día que los médicos señalaron ayer como el del principio del aumento de la fiebre.

Ese día, un Papa envejecido y debilitado se asomó al balcón interior de la basílica de San Pedro para saludar a los centenares de cardenales, arzobispos y obispos congregados para celebrar la conmemoración de los concilios de Constantinopla y Efeso.

Algunos medios de Prensa italianos dijeron entonces que el Pontífice tuvo que ser llevado hasta el balcón en una silla de ruedas, incapaz de caminar por sus propios medios.

En la semana del 7 al 14 de junio se le detectó una afección de tipo broncopulmonar, que los médicos diagnosticaron entonces como un tipo de gripe asiática.

Esa fiebre no desapareció, aunque sí, aparentemente, los síntomas gripales.

En el policlínico romano le esperaba el más complejo sistema de análisis existente en el mundo, el que los norteamericanos llaman body (cuerpo), técnicamente conocido como tomografía axial computerizada (TAC).

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