El salario del miedo
El Informe del Banco de España de este año se ha dedicado a hacer historia de la crisis. Su contenido es casi monográfico sobre la evolución de los salarios en el período 1973-78, con una conclusión estremecedora: entre 1973-1978, los salarios reales han crecido un 47%, y entre 1978-1980, un 7,6% suplementario. Es decir, que la crisis en España, un país en el que los sindicatos eran clandestinos hasta finales de 1977 y han estado en precario hasta finales de 1979, se ha traducido en un fenómeno de redistribución de la renta sin precedentes y, se podría decir, sin reflejos aparentes en el nivel de vida.En efecto, resulta curioso que en el mismo informe del Banco de España, al tratar de la composición de la Renta Nacional (página 34 del discurso del excelentísimo señor gobernador), se diga que los «sueldos y salarios brutos», eran el 64,1% de la Renta Nacional en 1978, y de 63,8%, en 1980. Los aumentos de renta real han sido, pues, atesorados en el colchón, han servido para pagar impuestos o se han volatilizado pura y simplemente.
Pero lo más grave es que estos datos según las mismas estadísticas que publica el propio Banco de España, son falsos.
En efecto, en un organismo que posee un prestigioso servicio de estudios y que mensualmente pública un boletín estadístico resulta curioso que, a la hora de hablar de la evolución de los salarios reales, se remita a una estadística elaborada por el Banco de Pagos Internacionales de Basilea (entidad en la que, por cierto, el Banco de España es socio). La afirmación de falsedad es grave y, por tanto, hay que argumentarla, aunque ello produzca cierta fatiga en el lector. Los argumentos que apoyan esta afirmación se refieren al de rigor, de calidad de las estadísticas y de conceptos. Hay que recordar, en primer lugar, que el Banco de España ha afirmado reiteradamente en sus Memorias que las estadísticas salariales en España son malas y hay que manejarlas con cuidado. Por ello resulta curioso que a la hora de hablar de salarios reales se escude en una estadística de origen suizo, cuya metodología no se explica. Parece que el o rigen proviene de la encuesta trimestral de salarios del INE, iniciada en 1963 y que ha sufrido tres cambios en su metodología, sin que a estas alturas nadie sepa a ciencia cierta, explicar cómo se hace y qué contiene.
En principio, establece un cociente entre masa salarial y población ocupada. El comportamiento dudoso de las series de horas trabajadas y personas ocupadas, derivadas de dichas encuestas de salarios, que, como se sabe, sirve de base para la obtención de las variables salarios/horas y salarios/personas y que han servido de base para la obtención del BPI, quita rigor a estas últimas estadísticas y hace sumamente peligroso contar con un análisis tan decisivo en el momento actual de la economía española. La polémica actual no se produciría si el INE hubiese dejado de elaborar una estadística tan defectuosa como es la encuesta trimestral de salarios. Hubiese sido necesario reformar esta estadística a la vista de lo evaluado de sus resultados, que contrastan sustancialmente con otras estadísticas de salarios disponibles: convenios colectivos (Ministerio de Trabajo), jornales agrícolas (Ministerio deAgricultura) y la propia contabilidad nacional (INE). En la medida que siga produciéndose una estadística de resultados tan disparatados y cuya metodología no conoce nadie, seguirán produciéndose juicios absolutamente erróneos sobre la situación económico-social de Espáña.
Si se procede, sin embargo, a utilizar otros datos del Boletín,del Banco de España, se llega a conclusiones muy distintas. En efecto, si tomamos el Boletín Estadístico de marzo de 1981, y en vez de tomar las estadísticas de salarios (cuadro x-19, página 101), que se refiere a 3.614.000 asalariados, (-de un número próximo a ocho millones), se toma el cuadro anterior (el x-18, página 100 que recoge 3.912.000 trabajadores afectados por conveníos colectivos, y que es mucho más completo, las conclusiones son muy diversas:
Procediendo a defiactar por el índice de precios al consumo, salen los siguientes datos, que figuran en el cuadro adjunto.
Ello da un resultado más coherente. No hay que olvidar que en 1978 estuvieron vigentes los Pactos de la Moncloa; que en 1979, tras el fracaso de las jornadas de reflexión, se procedió a fijar los salarios por decreto-ley, y que en 1980 se aplicó, por primera vez, el acuerdo marco. Ello da paso a que el período 1976-1980 se produjese un crecimiento del 3,2% de los salarios reales frente al 42% del informe del Banco de España, y un -1,0% en el período 1978-1980. Estos datos son evidentemente discutibles, pero es indudable que se ajustan más a la realidad y, sobre todo, explican mejor el comportamiento de los interlocutores sociales a la hora de sentarse a la mesa de negociaciones.
Sin embargo, quedan preguntas en el aire. Es extraño que una fuente tan autorizada como el Banco de España, cuya autonomía y, por tanto, su responsabilidad, se ha visto. reforzada por la ley de Organos del Banco de España, actúe de esta forma. Con ello ha roto una línea, de seriedad que se le debe exigir al órgano de dirección de la política monetaria y financiera.
Es muy conveniente que el mismo banco se tome el esfuerzo de revisar sus juicios y análisis, depure la utilización que hace de estadísticas dudosas y hable más de lo que tiene que hacer en la política económicay financiera española. Porque, junto al tratamiento monográfico que ha dado al tema salarios, sonroja leer que lo único que se dice, por ejemplo, de los tipos de interés (lo que cuesta el dinero), es lo siguiente: «Otras rigideces se refieren, en fin, al sistema financiero y son fruto de su intervencionismo, que ha tendido a cristalizar actitudes, reducir el papel de los mecanismos de precios y el desarrollo de los mercados, frenar el avance de las técnicas financieras y encarecer, en definitiva, los costes reales de encauzamiento del ahorro hacia las unidades de gasto». Todo este rodeo tiene como único objeto no poner las palabras tipo de interés. Sin embargo, las preguntas ¿cuánto cuesta el crédito? ¿cómo se pueden atacar las situaciones que se denuncian en el sector financiero?, no tienen respuesta. Es más fácil seguir acusando de todos los males a los asalariados y a los jeques.
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