Todos culpables
Pirri ha sido uno de los futbolistas españoles de los últimos tiempos que mayor carisma popular ha tenido. El Madrid, contrariamente a lo que pudiera parecer, no le dedicó la mejor fecha del calendario para la despedida. En otras ocasiones se ha preferido el principio del año futbolístico para asegurar el lleno. A Sonia Bruno no le gustó demasiado que el Madrid organizara cuatro días antes un amistoso frente al Nottingham. El aprecio que se ganó Pirri en el terreno de juego posibilitó una asistencia masiva.Independientemente del éxito de la despedida de Pirri -despedida sui generis como vienen siendo algunas últimamente, es decir, adiós para jugar en otro sitio- ha habido un tema que no ha pasado del todo inadvertido a los millones de aficionados españoles, que hubieran deseado ver los últimos compases del jugador del Puebla; la no transmisión televisiva del encuentro. De entrada se ha roto la costumbre de televisar todos los partidos en los que interviene la selección. Siempre se había argumentado que la selección tenía un interés prioritario. En este caso, lo particular ha privado sobre lo general.
Hay quienes se han molestado con Pirri por haber defendido sus intereses hasta el extremo de negar la presencia de las cámaras. Al margen de esa actitud decepcionante, hay que plantearse de nuevo el futuro que tiene la hermandad fútbol- televisión. Los estamentos futbolísticos le hacen ascos a la tele. Ya ni siquiera nos queda el argumento de echarle toda la culpa a Porta.