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Tensión contenida en los funerales de los dos guardias civiles asesinados en Lemona

Los representantes del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y en particular el alcalde de Bilbao, Jon Castañares, fueron insultados por algunos de los asistentes al funeral celebrado ayer en el jardín del Gobierno civil de Vizcaya en memoria de los guardias civiles José Olalla y Manuel Sánchez, asesinados la víspera en Lemona.

La ceremonia fúnebre, que fue presidida por el director de Seguridad del Estado, Francisco Laína; el subdirector de la Guardia Civil, el general Francisco García Laclaustra; el delegado general, Marcelino Oreja, y el consejero vasco de Interior, Luis María Retolaza, se celebró en un clima de contenida tensión, que acabó desbordándose, tras Finalizar el acto. Este tuvo lugar, excepcionalmente, en la sede del Gobierno civil, y no en el cuartel de La Salve, como venía siendo habitual. Un fuerte dispositivo policial, que incluía un helicóptero sobrevolando la zona, fue dispuesto en torno al edificio, al que sólo fueron autorizados a entrar los familiares y los compañeros de las víctimas, además de las autoridades y representantes de los partidos políticos.Figuraban entre estos últimos los centristas Viana y Aguinaga, el socialista Alberto Castro, el aliancista Florencio Arostegui y los nacionalistas Makua, Goirigolzarri y Jon Castañares. Los comentarios en tono airado, pero aislados, suscitados por la presencia del alcalde de Bilbao al finalizar el funeral se convirtieron en insultos cuando Castañares cruzó la puerta lateral del jardín, por donde acababan de ser conducidos los féretros. El resto de los representantes de los partidos había salido por la puerta principal del edificio, donde la aglomeración de gente era mucho menor que en la otra salida, en la que se escucharon, junto a los insultos contra los nacionalistas, vítores a Tejero, a la Guardia Civil y a España.

Durante la ceremonia religiosa se produjeron escenas de gran dramatismo entre los familiares de las víctimas, uno de los cuales hubo de ser asistido tras sufrir un desvanecimiento. El capellán de la Guardia Civil, en su homilía, rindió homenaje a las víctimas y al cuerpo al que pertenecieron, invitando a los presentes a reflexionar en relación con el atentado sufrido por el papa Juan Pablo II sobre el hecho de que «en un mundo permisivo y violento como el que vivimos ya no hay límites para la acción terrorista, que acaba de romper con su locura asesina esa barrera moral que creíamos insalvable». Frente a este «azote moderno», el oficiante propuso «la cooperación de todos; contra el terror a través, básicamente, de un acuerdo ético e inconmovible». El sacerdote finalizó recordando, a «quienes no en balde lleváis el nombre de Benemérita, la necesidad de dominar la rabia. contenida y los impulsos de venganza para que aparezca la serenidad y la hombría como mejor honor a nuestros compañeros muertos».

Finalizada la misa de cuerpo presente, y tras interpretarse el himno de la Guardia Civil, los féretros fueron conducidos al aeropuerto de Sondica para ser trasladados a Huelva y Cáceres, lugares de origen de Manuel Sánchez y José Olalla, respectivamente. Por su parte, el director general de la Seguridad del Estado acudió a la residencia sanitaria de Cruces, donde se interesó por el estado del guardia Anselmo Jiménez, herido en el mismo atentado que costó la vida a sus dos compañeros. Su estado no reviste gravedad y se espera que pueda ser dado de alta en las próximas horas.

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