_
_
_
_

Un tecnócrata y un humanista frente a frente

Los dos candidatos a la presidencia de la República Francesa son dos monstruos de sabiduría. Pero no en vano Valéry Giscard d'Estaing es acusado de tecnócrata y François Mitterrand es valorado como escritor. Sobre el presidente candidato se elaboran caricaturas alusivas a la posibilidad de que tenga en vez de una, dos cabezas o máquinas calculadoras. De la envergadura de la formación humanista del candidato socialista cada cual conviene en que es «insondable».Mitterrand, sin levantar el tono ni el gesto, de la manera más trivial, puede observar que, «como Tucídides y Montesquieu, yo no ignoro que el poder incita a abusar del poder». El propio Mitterrand dice de su adversario que la cualidad que más estima en él es «un don raro para la exposición y la rapidez y la agilidad de su inteligencia».

Más información
Giscard d'Estaing y Mitterrand se enfrentan hoy ante 30 millones de telespectadores franceses

Mitterrand observa y escribe

Que se sepa, en materia de cifras. Giscard sólo ha fallado una vez en su vida: cuando, en la campaña electoral de 1974, no supo responderle a una periodista que le preguntó cuánto valía un billete de metro. Giscard afirma que su gran nostalgia en la vida es «la escritura». Mitterrand es un escritor consumado. «pero me gusta más la acción política. Observo y escribo. Para mí, la verdadera literatura nace de la exactitud de la palabra y de la cosa». Los dos candidatos, en suma, son dos culturas no iguales.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Mitterrand es un humanista alimentado por la Biblia. por el bagavadam, por los autores griegos, latinos y, discurre durante horas y días sobre todos los escritores del siglo XIX, y ha leído a todos los contemporáneos, desde SaintJohn Perse. Malraux, Gide y Thomas Mann, hasta los creadores modernos. Uno de sus libros más literarios. La abeja y el arquitecto, es una manifestación de cultura y de finura crítica.

Solitario, amante de los senderos escondidos de su casa campestre de Latche (en Las Landas), Mitterrand reflexiona constantemente sobre «el tiempo de vivir» como de uno de los ejes de su acción socialista y de su vida. Cuando, en 1951, un semanario femenino lo incluyó entre los diez hombres más guapos del país, época en la que también sabía de memoria todos los nombres de los ganadores del Tour de Francia y era imbatible en tenis de mesa, el autor de Aquí y ahora y de El golpe de Estado permanente ya poseía una cultura histórica que uno de sus amigos califica de monumental.

Hoy más que nunca, el hombre borracho de cultura clásica, ávido y curioso de todo lo que «bulle», el hombre de letras, el tribuno redomado, ha tenido que aguantar estoicamente en varias ocasiones durante esta campaña electoral la más venenosa «acusación» de sus adversarios giscardianos: «Mitterrand es un gran escritor».

En el sentido tradicional del término, la cultura de Giscard es menos «vívida» y quizá más decorativa. A un periodista que interrogo el otro día a los dos personajes sobre sus gustos culturales y artísticos, Mitterrand no consideró necesario responder. Giscard, por el contrario, se exhibió o casi: «La lectura es indispensable para el equilibrio de mi espíritu y de mi sensibilidad. Sean cuales fueren las circunstancias, leo cuatro o cinco libros por mes». Preferencias: policiacas americanas, libros de historia, de economía y clásicos. Autores preferidos: Flaubert, Tolstoi y Margueritte Yourcenar, y el poeta Apollinaire. Pero, por razones de astucia política o porque es cierto, Giscard no practica ninguna fobia cultural: «Mi única fobia es la pretensión», dice.

Giscard ve películas en la televisión

Como Mitterrand, Giscard no va apenas al teatro, ni al cine, por falta de tiempo, «pero veo una decena de películas por mes en la televisión», asegura. Y en materia de pintura sus preferencias son amplias, pero le cunde más lo figurativo, desde los primitivos italianos hasta los realistas, sin olvidar el Renacimiento y los siglos XVII y XVIII franceses. El surrealista Magritte y Picasso forman parte también de sus devociones. Pero, a pesar de todo lo expuesto y de que se interesa por la arquitectura y la escultura, la gran «tragedia» cultural de Giscard es que «me hubiese gustado ser escritor».

En la medida en que la cultura es la vida, los dos candidatos ofrecen puntos convergentes: Giscard y Mitterrand aman los perros (el socialista, además, en su casa de campo, se ocupa de sus dos burros: Nuez y Chocolate), y a los dos se les sospecha muy sensibles al arte de la conquista del género femenino.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_