_
_
_
_

«No

me acostumbro a ir sin corbata y sin chaqueta», ha dicho el ex presidente Suárez cuando paseaba el viernes por las calles de la localidad santanderina de Santillana de Mar vistiendo un jersei de pico gris, camisa azul con pañuelo azul marino al cuello y pantalones del mismo color, llevando en la mano un abrigo marrón, que no llegó a ponerse. Suárez y su esposa, Amparo Illana, descansaban en la finca del propietario de la revista ¡Hola! en Retortillo (Burgos), y los dos matrimonios decidieron llegarse hasta la villa del marqués de la Serranilla, que recorrieron junto a algunos centristas cántabros. La gente le reconocía y hasta hubo algún «viva Suárez», que el ex presidente del Gobierno contestó con un «gracias, chavales».«Acostumbrado a dieciocho horas de actividad diaria, ahora me parece que no hago nada», declaró Suárez después de negarse a hablar de política. Estuvo hace unos días viendo unos asuntos en un despacho que le dejó Abel Cádiz, presidente de la UCD de Madrid, «y me pareció que el trabajo era mínimo». Así que ha engordado seis kilos desde que dimitió. «Ahora tengo más apetito, aunque sigo con mis tortillas francesas como plato fundamental». Moreno, de excelente humor, «distendido», ese «mejor aprecio de la mesa» lo atribuye Suárez a que siendo presidente no prestaba atención a los restaurantes, sino a los problemas que en ellos se le planteaban.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_