Mitterrand se perfila como el adversario definitivo del presidente Giscard en la segunda vuelta
Mañana, domingo, los franceses acudirán a las urnas para votar, y con ello, eliminarán a ocho de los diez candidatos que han participado en la campaña oficial de la primera ronda, terminada ayer a medianoche. Los dos primeros clasificados, que se estima serán el presidente candidato, Valéry Giscard d'Estaing, y el socialista Francois Mitterrand, competirán por la Presidencia el próximo día 10 de mayo. La campaña terminó envuelta en las interrogantes esparcidas por el llamado efecto Chirac, que profetizan la presencia del candidato gaullista en la segunda ronda.
Religiosa y democráticamente, uno después de otro, durante cinco minutos, Ios diez candidatos a la presidencia de la República Francesa se dirigieron anoche, por última vez en esta primera ronda, a través de la televisión, a sus conciudadanos.Mitterrand lanzó un llamamiento a todos los franceses en su favor, «porque yo sacaré a Francia de la crisis». El gaullista Jacques Chirac hizo otro tanto, «porque la política de Giscard fracasó, porque Mitterrand representa un cambio de sociedad y sólo yo garantizo el cambio y la estabilidad». Giscard, en cinco minutos, calificó cinco veces de «mentirosos» a todos los demás candidatos y afirmó que él es el único que ofrece «el empleo para todos, la paz, la libertad en Francia y la esperanza».
Debate televisado
Una parte de los equipos electorales de Giscard y de Mitterrand preparan ya febrilmente la campaña de la segunda ronda de las elecciones presidenciales. Cuando se habla con los ciudadanos de este país se evoca el «mano a mano» televisado que posiblemente enfrentará a los dos hombres durante esa segunda vuelta y que influirá poderosamente en el resultado final del 10 de mayo.
Anteanoche, Mitterrand apareció por primera vez en la pequeña pantalla, al lado de su «hermano-enemigo» Michel Rocard. El momento fue señalado como el punto álgido de la campaña. Y el candidato socialista, oportunamente, deslizó un «gobernaremos juntos» que ya ha hecho a muchos ver en Rocard al futuro primer ministro del Mitterrand eventualmente elegido.
Giscard, por su lado, ha dejado entrever que su jefa de Gobierno sería Simone Veil, la presidenta del Parlamento Europeo.
En resumen, a pesar del efecto Chirac, y de que su gente también lanzó al economista Jean Meo como eventual primer ministro de un Chirac presidente, la impresión que cunde en París, veinticuatro horas antes del voto, da al tándem Mitterrand-Giscard como protagonista de la segunda ronda.
Los chiraquianos se dicen ciertos de que el presidente continúa hundiéndose, de que los sondeos han sido manipulados y de que el «meteoro Chirac aterrizará» en el palacio del Elíseo. Hasta la fecha, sólo un sondeo le ha concedido a Chirac el 20% de intenciones de voto. Todos los demás le sitúan alrededor del 18,5%. Y a lo largo de esta semana, en la que las encuestas públicas han sido prohibidas, los porcentajes secretos se inflan o desinflan. Queda la posibilidad de la sorpresa y, en todo caso, la inquietud que Chirac ha sembrado en el campo giscardiano y en el socialista.
El candidato comunista, Georges Marchais, que apareció desacreditado a través de los sondeos en la primera parte de la campaña, ha registrado una sensible subida, que coloca a su partido en la frontera del 19% del electorado, es decir, muy próximo al 20% que consigue el PCF desde hace cerca de un cuarto de siglo.
En definitiva, la curva descrita por los institutos de sondeo a medida que ha avanzado la campaña revela una cierta estabilidad que confirma el bajón de Giscard (del 35% de sus buenos tiempos, a los alrededores del 27%), el mantenimiento de Mitterrand en torno al 23%, y la subida de Marcháis hasta el 19% y la de Chirac a un nivel parecido.
Los "pequeños"
Los seis candidatos pequeños, que se estima le robarán a la banda de los cuatro entre el 10% y el 15% de los sufragios, no han sorprendido a nadie.
«N o corren para ganar, sino para impedir que los otros ganen», según definición de la candidata gaullista disidente Marie France Garaud.
En estas vísperas del voto de la primera vuelta, la Bolsa, como los mercados de cambios, parece no inmutarse. La banca de Francia tuvo que intervenir días pasados, aunque modestamente, para sostener el franco, pero la divisa gala no ha necesitado más ayudas para mantener su valor. Es posible que el mundo del dinero no crea en las posibilidades de una victoria del candidato de izquierdas Mitterrand, pero también se ha observado a lo largo de esta campaña un clima diferente respecto a la elección de 1974. Entonces se trataba de «elegir un tipo de sociedad», según que ganase Giscard o Mitterrand, aliado a los comunistas. Ese fue el lema dramatizador del voto. En 1981, la crisis económica y el estrecho margen de maniobra que esta última le concederá a quien sea elegido y, por otra parte, la distancia que ha tomado Mitterrand respecto a los comunistas explicarían esa tranquilidad aparente del mundo de los grandes negocios.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.