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Fórmula 1

La indisciplina de Reutemann atenta contra la estructura jerarquizada

Las diferencias entre el argentino Carlos Reutemann, segundo piloto de la escudería Williams, y su jefe de fila, el australiano Alan Jones, actual campeón del mundo, surgidas tras la victoria de Reutemann en el Gran Premio de Brasil, desobedeciendo las órdenes del director del equipo, ponen de manifiesto, una vez más, la extraña infraestructura del Circo y el que por detrás del éxito y las sonrisas se esconde un mundo de rencillas y odios no siempre bien disimulados.

La práctica de establecer una jerarquía en una escudería de fórmula 1 no es nueva. Funciona desde hace mucho tiempo. Pero, en su origen, la diferenciación del puesto de primer y segundo piloto vino dada por la categoría de, los pilotos. El primero era, sin duda, el más rápido y el más experto, mientras que el segundo, generalmente un joven con ganas e ilusión, pero falto aún de técnica y de experiencia, ocupaba ese papel, mientras se ganaba esa técnica y, esa experiencia imprescindibles para ser un campeón.Posteriormente, los jóvenes irrumpieron en el Circo, quebrando la estructura rígida y acomodaticia anterior. Su falta de experiencia y de técnica no eran obstáculos suficientes que no pudieran salvar su arrojo y sus pocas cualidades conseguidas en las categorías inferiores. Fue entonces cuando los veteranos echaron mano de los contratos para establecer a través de éstos quién era el mejor. En dichos contratos se establecía cuál de los dos pilotos de cada equipo era el que deberíaser respetado por el otro y, por tanto, el que estaba artificialmente destinado para ganar.

Esos contratos han protegido a muchos de los que hoy día son figuras, incluido el propio Carlos Reutemann, que no hace mucho tiempo era el primer piloto de su equipo y al que forzolamente debía de respetar su compañero.

Por otra parte, el mismo Carlos Reutemann firmó hace dos años un contrato con la escudería Williams en el que se especificaba claramente que Alan Jones era el primer piloto del equipo y que el argentino debería respetar su posición si aquél le precedía o dejarse adelantar si rodaba detrás. La temporada pasada terminó con Jones como campeón del mundo y Reutemann en tercer lugar.

De cara a esta temporada, Reutemann, renovó su contrato con Williams en condiciones similares al anterior, aunque con beneficios económicos para él. Si no estaba de acuerdo con el sistema ya tradicional de la fórmula 1 del primer y segundo piloto, debería haber sido entonces, antes de renovar, la ocásión para denunciarlo, y no a base de utilizar los hechos consumados de la desobediencia a las órdenes de su director para que deje pasar a su compañero de equipo.

Porque ciertamente lo que tiene una lógica aplastante es que dos pilotos de un mismo equipo no deben entrar en una lucha fratricida que pueda dejar a uno de ellos o a ambos fuera de la carrera cuando falta muy poco para el final y el tercer clasificado está muy lejos. Máxime cuando, como en el caso de Brasil, la lluvia aumenta considerablemente el peligro de accidente. Si Alan Jones no se lanzó a un ataque desesperado contra el líder de la carrera fue precisamente porque era consciente de que éste era su segundo en el equipo y, de acuerdo con el contrato, debía dejarle pasar. Su sorpresa debió ser mayúscula cuando pudo comprobar que Reutemann desobedecía las órdenes recordadas explícitamente desde el box.

Lástima que Carlos Reutemann no tenga ya tiempo ni fuerza para romper con la estructura jerarquizada actual. Esa estructura de la que él se ha servido. Pero a sus, 39 años ya es muy tarde. Sólo el hecho de que la próxima carrera se disputará precisamente en su país, Argentina, donde él es un ídolo y llega como líder del mundial, y sus posibles éxitos posteriores, unidos a fracasos de Jones, pueden salvarle de una dura reacción contra él por parte de su propio equipo.

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