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Resurge con fuerza en Alemania Occidental la nostalgia del nazismo

Más de siete millones de ciudadanos de la República Federal de Alemania (RFA), que representan un 18% del electorado, opinan actualmente que «las cosas iban mejor en tiempos de Hitler», según pone de relieve una encuesta realizada, por encargo del Gobierno federal, por el Instituto Sinus de Munich.

La encuesta que publicó ayer el prestigioso semanario Der Spiegel fue realizada durante un año sobre una muestra de 6.968 ciudadanos que los expertos en sondeos consideran ampliamente representativa de la población germanoccidental. Según el Spiegel, sus resultados han alarmado a las autoridades de Bonn.Cinco millones y medio de personas (13% del electorado) se adhieren abiertamente a las tesis de la extrema derecha, que se caracterizan por: culto al jefe, antisemitismo, aversión al extranjero, nacionalismo exacerbado, etcétera. La mitad de este 13 % aprueba el terrorismo político de extrema derecha.

En claro, esto significa que en la RFA existen por lo menos dos millones de simpatizantes del terrorismo neonazi. El análisis del Instituto Sinus pone así de relieve que el terrorismo practicado por la extrema derecha no es llevado a cabo por individuos aislados, sino que es producto de un determinado tejido social.

«La violencia hasta la destrucción física del contrario», dice el estudio, «es un elemento esencial de esta ideología de extrema derecha, en la que la violencia recibe algo así como un culto de veneración casi mítico». Atentados sin sentido alguno, como la matanza de Munich durante la pasada fiesta de octubre, no son resultados tangenciales, sino consecuencia lógica» de esta ideología.

De las entrevistas mantenidas con 6.968 electores se desprende que el extremista de derechas alemán considera al Tercer Reich un modelo, resta importancia a la persecución de los judíos y desprecia al Ejército actual, que está integrado por una banda de vagos si se le compara con la antigua Wermacht. En su opinión, el Gobierno germaoccidental es sólo una marioneta en manos dé los vencedores de la segunda guerra mundial que los aliados obligaron a Hitler a desencadenar. Su hostilidad es especialmente virulenta de cara a los norteamericanos, culpables de haber intentado que los alemanes abandonasen sus valores tradicionales sustituyéndolos por «el imperialismo de la Coca Cola y de la droga».

Los nostálgicos de Hitler desean la llegada al poder de un «partido único y fuerte» que prescindiría de un Parlamento ineficaz. El Gobierno de este partido debería empezar por encarcelar «al 80% de los periodistas» y a numerosos intelectuales «que escriben sin hacer nada en concreto». Por último, debería expulsar a todos los inmigrados, ya que constituyen «una amenaza mortal para el pueblo alemán», opinan los partidarios de la extrema derecha.

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Por lo que a la procedencia social de los simpatizantes pardos se refiere, el análisis señala que, en primer lugar, figuran los agricultores, y en último, los sindicalistas. Baviera y Hesse se sitúan a la cabeza entre las regiones con vocación de cantera de la extrema derecha. Los pueblos y ciudades pequeñas, con un censo de 2.000 a 5.000 habitantes, y los barrios periféricos de las grandes concentraciones urbanas, son propensos a este renacimiento del nazismo alemán.

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