Triunfo del sector "oficialista" y desplazamiento de UCD hacia la derecha
El II Congreso de Unión de Centro Democrático (UCD) concluyó, a primera hora de la mañana de ayer, con la elección de 39 miembros del Comité Ejecutivo y los ochenta del Consejo Político. Los críticos obtuvieron el 17% y el 40%, respectivamente, de los puestos a cubrir. La composición de ambos órganos directivos de UCD, junto al signo político general del congreso, autorizan a valorar la reunión de Palma de Mallorca como una infle xión del partido gubernamental hacia la derecha, de lo que es un índice que el mínimo de votos para la ejecutiva correspondieran al cabeza de fila socialdemócrata Francisco Fernández Ordóñez. En definitiva, triunfó el sector oficialista, pero desplazándose hacia la derecha, mientras los perdedores del sector crítico lograron, en cambio, convencer a través de algunos de sus lideres, como Oscar Alzaga, y, sobretodo Landelino Lavilla
El clima general del congreso y, en particular, las palabras del presidente electo del partido, Agustín Rodríguez Sahagún, antes y después de su elección, pusieron de manifiesto la decisión centrista de atender las reclamaciones de los sectores derechistas del partido, excluyendo «las veleidades» de izquierdización y la búsqueda de «la complacencia de quienes están en otras opciones políticas», denunciadas por Landelino Lavilla. El debate ideológico se esfumó prácticamente del congreso, en el que las apelaciones a la unidad tuvieron el máximo eco entre los compromisarios.La UCD resultante de su segundo congreso pone el acento en la unidad del partido, mientras gira hacia la derecha, desde el propio aparato, tras no aceptar que se tradujera en la ejecutiva el peso específico de los críticos. Las opciones Lavilla y Rodríguez Sahagún, las dos únicas que, a nivel de líderes, se confrontaron en el segundo congreso, aparecían como dos versiones diferentes de una misma inclinación a la derecha. Esta impresión es la, que, en definitiva, ha prevalecido entre los observadores políticos, aunque a nivel de identificación política de los elegidos se mantenga el esquema de los anteriores órganos de dirección.
Fernández Ordóñez:
"La gran derecha"
El propio Francisco Fernández Ordóñez manifestó ayer a EL PAIS que su sector socialdemócrata, «en términos puramente contables, ha mantenido su posición numérica en el Comité Ejecutivo y ha doblado sus puestos en el Consejo Político». «Sin embargo», ha añadido, «estos datos no pueden ocultar que el II Congreso de UCD ha significado, por sus hechos, declaraciones, ponencias, enmiendas, discursos, votaciones y talante general, un evidente desplazamiento hacia la derecha, que pone en peligro la posición política de UCD como partido de centro y puede situarle prácticamente como la representación de la gran derecha española. Los días próximos permitirán verificar la realidad o no de estos temores».
Los socialdemócratas muestran cierta sorpresa ante su fuerte presencia en las listas elegidas, porque temían que la operación desencadenada por los obispos contra el proyecto de ley de Divorcio, potenciada en el congreso centrista a través de unos intentos de quitar legitimidad al texto aprobado por la Comisión de Justicia, podía concluir con la eliminación del sector de los órganos de dirección de UCD. La respuesta entusiasta de gran parte de los compromisarios a los latiguillos derechistas empleados por los oradores -aderezados con peticiones de unidad- hacían presagiar un resultado más desfavorable.
La impresión que prevalece es la de que el giro de UCD hacia la derecha no se ha querido realizar mediante la entrega de la hegemonía a los cristiano-liberales o la exclusión de los socialdemócratas, sino mediante la imposición, desde la cúspide del partido, de un impulso derechizador a todo el partido. Unicamente la sustitución de Adolfo Suárez permitiría, en el futuro, una solución de recambio en la línea de centro -izquierda en la que siempre deseó situarse. Su propuesta para presidente de honor del partido, así como las aclamaciones y los baños de multitud que se dio, constituyen el único capital político de centro que UCD guarda en su despensa.
Uno de los propósitos del sector oficialista durante la etapa del precongreso era la oferta de soluciones a la sociedad. Sin embargo, el único documento de cierta trascendencia política, el que sustituyó a la ponencia sobre estrategia del partido, fue el resultado de un enfrentamiento de posiciones edulcorado con una apariencia de acuerdo que se tradujo en un papel de redacción ambigua en el que el candidato a presidente del Gobierno no encontrará orientaciones para su programa político al frente del Ejecutivo. En cambio, las cuestiones de alcance político hondo quedaron sin abordar y se trasladaron al Consejo Político del partido.
Las listas y las tachaduras
En este marco, la única parcela política de interés a la que se redujo el II Congreso de UCD fue el reparto de poder dilucidado en la madrugada del lunes, tras la aprobación de un maquiavélico sistema de votación que exigió reiteradas explicaciones a periodistas y a los compromisarios por parte del presidente del congreso, José Pedro Pérez-Llorca, con la ayuda, en ocasiones, del inventor de la fórmula, Rafael Arias-Salgado. Este último negó que se hubieran producido verdaderas negociaciones con el sector crítico, y estimó que las conversaciones celebradas no pretendieron nunca impedir la confrontación de posiciones, normal en un partido democrático.
Repliegue de los "críticos" hacia el consejo político
La votación para el Consejo Político, órgano hacia el que se repliegan los críticos para controlar a la dirección del partido, permitió un reparto de los ochenta puestos en la proporción del 60% para la candidatura oficialista y el 40% para la crítica. En cambio, en el Comité Ejecutivo, con una proporción similar de votos, los críticos sólo obtuvieron siete de los 37 vocales en litigio, mientras la candidatura oficialista copó la presidencia y la secretaría general y treinta vocalías (la proporción queda rebajada en este órgano al 17% para los críticos y al 83% para los oficialistas).
El sistema ideado ofreció a los compromisarios la compensación de tachar o sustituir a los candidatos para el ejecutivo. Esta facultad, como se esperaba, no afectó a la colocación de las distintas familias políticas, sino que permitió alzaprimar unos nombres y eliminar otros. Francisco Fernández Ordóñez fue el candidato menos votado de la lista ganadora, y con él la mayoría de los socialdemócratas; los liberales Ignacio Camuñas y Antonio Fontán quedaron desalojados del Comité Ejecutivo, e igualmente el democristiano Fernando Alvarez de Miranda.
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