Una reflexión sobre el V Congreso del PSUC
La crisis abierta, por el V Congreso del PSUC ha llenado de estupor a muchos y de alarma a muchos otros. El cambio ha sido brusco para aquellos que no estaban en los entresijos de la situación interna del PSUC. Y aunque la actitud de la mayoría de los órganos de información ha sido ponderada, intentando aportar reflexión y serenidad a la opinión pública, no han faltado editoriales energuménicos que muestran hasta qué punto la derecha de este país sigue sin entender el significado real de la palabra democracia.¿Qué ha ocurrido en realidad? Yo no creo que en los límites de un artículo se pueda dar una explicación exhaustiva, pero sí se puede intentar una síntesis de las razones principales.
A mi entender, la primera de ellas es la repercusión en el seno del partido de la situación general del país, de las dificultades económicas, de las debilidades del sistema democrático, de la falta de una alternativa.
El paro, la inflación, la crisis de valores de nuestra sociedad y la falta de alternativas concretas ha generado entre muchos trabajadores dos tipos de actitudes: o la reacción corporativa y gremial o la exasperación y el radicalismo. Y como corolarios de una y otra, una falta de confianza en las instituciones del sistema democrático y en las posibilidades del propio sistema para dar solución a los problemas.
Desde hace meses, tanto en Cataluña como en el resto de España uno de los ejes de la ofensiva política de la derecha ha sido el intento de aislar a los comunistas y de convertir a Comisiones Obreras en una especie de chivo expiatorio sindical de las dificultades actuales. Todo esto ha producido reflejos defensivos muy serios en un sector importante de los trabajadores y muy especialmente entre algunos exponentes de la vanguardia sindical y política de la clase obrera.
Estos reflejos se hubiesen paliado si las perspectivas de unidad de la izquierda hubiesen sido mejores y, por tanto, si se hubiese abierto alguna esperanza de alternativa a .corto plazo. El proyecto eurocomunista tiene diversos componentes, pero yo diría que su eje esencial es recomponer la unidad del movimiento obrero y de las fuerzas de izquierda.
La unidad de la izquierda
Pero lo cierto es que la unidad entre socialistas y comunistas en el plano político y éntre CC OO y UGT en el plano sindical no ha avanzado. Aparte de los pactos municipales -que en algunos casos también han sido conflictivos y que, en general, no han culminado en auténticos programas municipales comunes-, la unidad no sólo no ha avanzado, sino que incluso ha retrocedido. En pleno congreso del PSUC, el propio Joan Reventás hizo unas declaraciones despectivas contra la unidad de los comunistas que favorecieron todavía más la tendencia hacia la radicafización. Y después del congreso la reacción más sectaria -aparte de la de la ultraderecha- ha sido la de Enrique Múgica Herzog.
Yo no excluyo, antes al contrario, que los comunistas tenemos una gran parte de responsabilidad en esta falta de unidad. Pero lo cierto, lo que importa ahora subrayar, es que la desunión ha sido a la vez causa y efecto de una tendencia cada vez más acusada al repliegue de muchos trabajadores en sí mismos. Y ese repliegue, teorizado y hasta canonizado por algunos intelecturales, ha sido un fáctor muy importante en la involución,política que ha representado el V Congreso del PSUC.
Otro factor ha sido la repercusión de la situación internacional ' La crisis mundial, el auge de la derecha en los principales países capitalistas, la falta de una alternativa progresista en Europa por la desunión de las fuerzas populares y la reaparición de un clima de guerra fría han acentuado también los reflejos defensivos de muchos militantes comunistas. Ante el auge de la bipolarización no han aparecido alternativas claras a corto plazo. Y a los llamados prosoviéticos les ha sido relativamente fácil teorizar que los bloques son una realidad cerrada, que las contradicciones entre los países capitalistas son secundarias, que los socialistas son un elemento decisivo de la estrategia imperialista para la división del movimiento obrero, que una de las formas principales de lucha de clases mundial es el enfrentamiento de los dos bloques y que, por tanto, hay que colocarse de una y otra manera al lado de uno de los dos.
Estados Unidos y URSS
Esto coincide objetivamente con los intereses estratégicos de ambas potencias, pues tanto el Gobierno de Estados Unidos como el de la URSS quieren que en Europa se mantenga el estado actual y la intangibilidad de sus respectivos bloques. La política eurocomunista tiende a romper este inmovilismo, a generar fuerzas de paz que sean capaces de abrir una alternativa propia a nivel europeo, vinculada naturalmente a todas las fuerzas de paz y de progreso del mundo. En la medida que el eurocomunismo. tiene este potencial renovador, en la medida que su culminación política significa la quiebra de la lógica de los bloques, tanto el Gobierno norteamericano como el soviético están interesados -aunque sea por razones distintas- en que el eurocomunismo fracase, en que la izquierda no recomponga su unidad, en que los comunistas no lleguen a ejercer responsabilidades de poder por la vía democrática en los países capitalistas europeos, en que los comunistas se encierren en sí mismos como una especie de avanzadilla de un bloque dentro del otro y en que los socialistas se conviertan en puntas de lanza del atlantismo dentro del movimiento obrero.
Esta doble presión se ha hecho sentir de una manera muy viva en el congreso del PSUC. No es una Casualidad que el debate haya girado fundamentalmente en torno a., problemas internacionales, que la discusión haya sido muy simplista pero muy viscerál y que algunas enmiendas defendidas reprodujesen literalmente párrafos de la revista soviética Tiempos Nuevos.
El V Congreso del PSUC va, pues, más allá de su contexto catalán y debe entender-se como un episodio de la nueva guerra fría en curso. Como telón de fondo y como perspectiva están, por consiguiente, los futuros avatares del PC de España y del PC italiano.
Crisis y desencanto
Un tercer factor es la propia dinámica interna del PSUC. Como los demás partidos, el PSUC ha acusado los efectos de la crisis y del llamado desencanto. Ha disminuido el número de militantes -especialmente de los jóvenes- y las agrupaciones han tenido en general una vida lánguida. En muchos casos, los locales del partido han sido más lugares de refugio de los militantes para discutir entre ellos que centros de irradiación hacia afuera de propuestas Folíticas y de soluciones concretas. Flor otro lado, las ambigüedades en que se ha traducido a menudo la política que llamamos de integración, la falta de un auténtico debate sobre los problemas del país y del mundo, y la falta de apoyo por parte de la propia dirección para muchas iniciativas renovadoras. han hecho qué muchos militantes de mentalidad inequívocamente eurocomunista abandonasen la militancía activa. Yo diría, en síntesis, que hemos dejado que la mayoría eurocomunista del PSUC se dispersase -y hasta hemos contribuido a ello con las indecisiones de una dirección a su vez dividida-, mientras que hemos asistido pasivamente a la creación de una corriente opuesta al concepto y a la práctica del eurocomunismo. Esta es una grave responsabilidad que yo también, comparto, con todas sus consecuencias, en tanto que ex miembro del comité ej icutivo.
Por todo ello, la preparación y el desarrollo del congreso han sido muy irregulares. Desde el punto de vista formal han sido impecablemente democráticos. El comité central se ha limitado a redactar las tesis programáticas y a enviarlas a las agrupaciones sin mayor intervención directa.
Pero, ¿que ha ocurrido en la práctica? Que por las razones antedichas en la discusión delas tesis programáticas ha participado poca gente, no más del 15% del total de miembros inscritos. Y de ese 15% ha salido el grueso de los delegados al congreso.
Por otro lado, mientras la dirección observaba,esta actitud de neutralidad democrática, desde instancias situadas en la propia dirección y encargadas de organizar el congreso se daba un carácter partidista de proceso congresual y desde otras instancias se organizaba una auténtica labor de fracción.
Entre las resoluciones sobre las tesis programáticas llegadas al comité central, veinte -procedentes de distintas zonas geográficas- reproducían textualmente párrafos de la del comité comarcal del Vallés occidental.
La democracia fue, pues, formalmente impecable, pero resultó deformada por. todos estos hechos y muy especialmente por el desarrollo de una auténtica labor fraccional y por la falta de participación. Por eso no podemos culpar a la democracia de los resultados .del congreso. Yo diría más bien que ha ocurrido lo contrario, pues, para mí, democracia es, sobre todo, participación libre y no manipulada, y de esto ha habido, desgraciadamente, poco.
Confusión extrema
El resultado global de estos y otros factores es una confusión extrema. El congreso rechazó el término eurocomunismo en las tesis programáticas, por 424 votos a favor del rechazo, 359 en contra y veintiuna abstenciones. Pero, previamente, el mismo congreso había aprobado el informe del comité central saliente, en el que se reivindica y se mantiene el concepto de eurocomunismo por una diferencia -esta vez de signo inverso- también de unos sesenta votos.
En las tesis aprobadas hay algunas que condicionan la indepeladencia del PSUC, y otras, no. Así, por ejemplo, se mantiene la condena clara y explícita a la invasión, soviética de Afganistán en la discusión de los estatutos se rechazaron, en general, las enmiendas más involucionistas y se aprobó un término tan importante como la definición del PSUC como partido laico.
¿Qué quiere decir todo esto? Que el PSUC ha entrado en una fase de auténtica provisionalidad, tanto de sus órganos dirigentes como de su propia definición programática. Y que esa provisionalidad debe cerrarse cuanto antel con definiciones claras que hagan del PSUC un instrumento válido para la defensa de los intereses de los trabajadores y, a la vez, impidan el aislamiento del PSUC respecto a los comunistas del resto de España.
Porque lo que no se Puede decir de ninguna manera es que la confusión misma de las resoluciones minimiza el cambio ocurrido. Los que se oponían al término eurocomunismo argumentaban que estaban de acuerdo en todo menos en la palabra. Hicieron de ella el caballo de batalla principal y obligaron a todo el congreso a polarizarse en tomo a ella. Y lo que resultó fue, efectivamente, una división que reflejaba dos maneras de entender la política internacional, dos maneras de enfrentarse con los problemas políticos inmediatos. Por ello, el giro que se imprimió fue tan radical, tan absoluto. Y sólo se puede recuperar el talante, la forma de entender la lucha política y de enraizar al PSUC en la vida catalana que se expresaban con el concepto de eurocomunismo mediante un debate y una clarificación política que no deje lugar a ninguna ambigüedad.
La provisionalidad sólo puede cerrarse si se consigue impulsar lo que ahora no ha existido: un debate profundo con participación masiva; si los militantes que se habían apartado o se habían refugiado en la pasividad vuelven a la plena actividad, y, sobre todo, si se clarifican las opciones políticas y se despejan las ambigüedades.
Clarificar conceptos
Hay que clarificar conceptos y posturas individuales, decir claramente lo que se va a defender y por qué. Y no entrar en combinaciones por arriba que la mayoría de los militantes no entienden y que aumenten por ello mismo la confusión. Hay que dar confianza a todos los militantes, abrir múltiples vías de diálogo, hacer participar a toda la población que ha confiado electoralmente en el PSUC mediante un debate abierto.
En la base de esta reflexión y de esta exigencia hay una constatación fundamental: que los eurocomunistas no son una tendencia dentro del PSUC, frente a otras más o menos equivalentes, sino la mayoría del partido. Yjunto a ésta, otra constatación no menos fundamental: que los eurocomunistas no son un grupo de dirigentes intelectuales u obreros, sino mujeres y hombres muy diversos, enraizados en el tejido social catalán y muy particularmente, entre la clase obrera.
Que la palabra eurocomunista se haya llegado a identificar por algunos como sinónimo de una tendenci,a más, es una grave distorsión de los hechos, no siempre desinte, resada.
Por todo ello, la tarea que tenemos ante nosotros no se puede alargar ni diluir en el tiempo. Los problemas agudos que no se resuelven, se pudren, y lo que se pudre se descompone. Hay que orientar todo el PSUC hacia un congreso extraordinario a plazo relativamente corto, abrir un debate serio, responsable y masivo en tomo a los problemas políticos que más preocupan a la población y que definen nuestra propia razón de ser, recomponer la dirección en torno a los hombres más votados del congreso y que mejor simbolizan la voluntad eurocomunista del PSUC, Gregorio López Raimundo y Antoni Gutiérrez Díaz, y rehacer la imagen y la moral combativa del partido.
Si somos capaces de realizar esta tarea, el PSUC puede dar un gran salto adelante y salir fortalecido de la prueba, abriendo nuevas perspectivas en Cataluña y en toda España. Si fracasamos, no sólo el PSUC dará un paso atrás de proporciones incalculables, sino que todo el panorama de la izquierda, todas las perspectivas de renovación y de avance hacia el socialismo en la libertad y la democracia quedarán seriamente dañadas.
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