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Numerosa presencia de delegados prosoviéticos en el V Congreso del PSUC

Bajo el signo de la incertidumbre -poco frecuente en los congresos comunistas- se inicia hoy el V Congreso del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC). Notas destacables son el incremento del grado de contenido ideológico de las confrontaciones internas, el papel de la política internacional, el distanciamiento del PCE, la pérdida de militancia, la ausencia de alternativas políticas viables y una gran imprevisión respecto a cuál será el equilibrio en que se basará la dirección entrante.Tampoco está claro quién ocupará la decisiva secretaría de organización (segundo cargo en importancia en los partidos comunistas). Según fuentes de la dirección del PSUC, la línea prosoviética, que ha efectuado una enorine labor precongresual, puede contar con casi un 40% de los delegados. El presidente del PSUC, Gregorio López Raimundo, declaró ayer que el triunfo de la línea prosoviética sería muy perjudicial para el partido. Es evidente que los prosoviéticos, en su voluntad de refugiarse en el gueto ideológico, son menos partidarios de la alianza con los socialistas.

El anterior congreso del PSUC, celebrado en octubre-noviembre de 1977, mostró la existencia, descrita entonces en este periódico, de cuatro corrientes internas perfectamente diferenciadas. Los mentís públicos de la dirección del PSUC a aquel análisis no han impedido que los hechos acaecidos desde entonces reafirmaran tal evidencia, claramente manifestada de cara al congreso que comienza hoy.

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Incertidumbre sobre el congreso del PSUC, que se inicia hoy

Viene de primera página

De derecha a izquierda, las tendencias eran, y son, las siguientes: la «socialdemócrata» o «bandera blanca», de Solé Tura y Jorge Borja, paradójicamente procedente del maoísmo más puro y duro, así como constante aliada de Santiago Carrillo. Es una corriente muy minoritaria, cuya fuerza residía en Carrillo y en algunos órganos internos destinados a la elaboración de la política municipal. Es literalmente vilipendiada por los sectores obreros y, en particular, por la dirección de las CC OO catalanas, así como por los sectores más catalanistas del PSUC.

A continuación aparece el sector más impreciso y menos beligerante, que podría ser calificado de mayoría silenciosa, si bien convencionalmente recibió el nombre de «eurocomunistas puros». La componen los grandes sectores fluctuantes, de los que surgió el propio Gutiérrez Díaz, secretario general del PSUC. En el período entre ambos congresos, su nota más característica fue el hecho de que las apariciones de Carrillo en el panorama político catalán obligaran a este sector a aliarse de forma permanente con el constituido por los «leninistas ».

Sustitución de Carrillo por Sartorius

El tercer sector es el denominado «leninista». Resultó ser el gran vencedor en el anterior congreso y es hoy el que impone la línea política en la dirección del PSUC. Su elemento aglutinador inicial fue su rechazo radical del «Oportunismo de derecha» de los «bandera blanca», empeñados, por indicación de Carrillo, en hacer deslizar el PSUC hacia la derecha y hacia la sumisión al PCE. Su principal fuerza reside en las CC OO catalanas, cuya dirección es mayoritaria y casi absolutamente «leninista». También controlan el comité de Barcelona del PSUC.

Ese mismo sector triunfa en su empeño de marginar a los «bandera blanca», que en el pasado parecían, de puertas hacia fuera, un sector mucho más relevante del que en realidad era. Impusieron la permanencia del «leninismo» en los estatutos del PSUC (permanencia que el V Congreso ni tan siquiera discutirá). Adoptaron actitudes de claro enfrentamiento a Carrillo y dieron un tono catalanista al partido, bien visible en las resoluciones del último congreso de las CC OO catalanas. Propician la total democratización interna del PSUC y la rehabilitación del antiguo secretario general Joan Comorera, expulsado en 1949 por «titismo» y «nacionalismo pequeño burgués». Son partidarios de la condena pública de todo intervencionismo militar soviético. Proponen abiertamente que el PSUC ejerza una presión constante sobre el PCE para que Carrillo sea sustituido por Nicolás Sartorius.

El cuarto sector es el «histórico», «pro soviético» o «estalinista», hoy también llamado «afgano» por su defensa de la intervención militar rusa en Afganistán. Cuando el principal problema interno era la marginación de los «bandera blanca», este sector y los «leninistas» se confundían en cuanto a actuación política cotidiana. Pero el acercamiento entre Gutiérrez Díaz y los «leninistas» (motivado por el indelicado intervencionismo de Carrillo), el deterioro de la situación política internacional, la marcha hacia la derecha que supone el desplazamiento por Jordi Pujol de los socialistas como primera opción política catalana y la pérdida de militancia, con lo que implica de alejamiento del conjunto de la sociedad (el PSUC declaraba estar cerca de los 40.000 militantes hace tres años y hoy manifiesta tener 21.000), fueron factores todos ellos que motivaron la abierta confrontación entre los «pro soviéticos» y los «leninistas».

Para los «pro soviéticos», en el PSUC hay en estos momentos sólo tres corrientes. Una de derecha (los «bandera blanca»), otra de centro (la fusión de hecho entre el conjunto que representa Gutiérrez Díaz y los «leninistas») y finalmente una corriente de izquierda que la representan ellos mismos, los «afganos».

Fuerte preparación de los "pro soviéticos"

La nota más sintomática de los últimos meses -e incluso semanas- ha sido el incremento en importancia del sector «pro soviético» o «estalinista». Su labor precongresual ha sido enorme. Ahora, fuentes de la dirección del PSUC expresan la suposición de que cerca de un 40% de los delegados del congreso que hoy se inicia pueden ser «pro soviéticos». Un diputado de la corriente «bandera blanca» manifestó a este periódico que incluso la fuerza de los «estalinistas» podría ser de «un 70% del congreso », pero la mayoría de las fuentes consideraron exagerada esta apreciación.

Según las fuentes consultadas, la pieza clave de toda la preparación del congreso por parte de los «afganos» ha sido la secretaría de organización, y en particular, el veterano dirigente Josep Serradell -más conocido por el alias de «Román»-, quien ocupó dicha secretaría hasta septiembre de 1978. Ahora la desempeña Francisco Tribes, antiguo colaborador de Serradell. Las fuentes continúan situando a este último como la auténtica figura en la sombra de toda esta labor precongresual, dada la prodigiosa capacidad de Serradell para moverse en el anonimato (fue el principal dirigente del PSUC en la clandestinidad durante largos anos y nunca fue detenido). La batalla para ocupar la secretaría de organización será muy reñida. Los «afganos» desearían que continuara Tribes. Los «leninistas» desean en principio que la ocupe el periodista «leninista» Andreu Claret y los «bandera blanca» preferirían a Jordi Cunill o bien a José María Maymó. Pero es perfectamente posible que vaya a manos de una persona aún no prevista, en función del desarrollo del congreso.

Se da el caso de que en el último gran enfrentamiento entre Carrillo y la dirección del PSUC, el pasado mes de octubre, sólo los «afganos» se situaron al lado de Carrillo, en el curso de una polémica reunión de una delegación del PCE con el comité ejecutivo del PSUC. Esta curiosa coincidencia de intereses continúa dándose. Para los «estalinistas», lo capital es mantener sus posiciones dentro del aparato burocrático, que una democratización como la propiciada por los «leninistas» ya ha hecho ceder parcialmente, con la importante salvedad de la mencionada secretaría de organización. Para Carrillo, lo básico es lograr una imagen pública de un PSUC debilitado por enfrentamientos internos y pregonando algo tan poco aceptable al conjunto de la sociedad como el intervencionismo militar soviético.

Ahora, los puntos clave de la discusión son el intervencionismo militar soviético en Afganistán y el concepto de «partido laico». Este último es rechazado por los «pro soviéticos», quienes afirman, según enmienda propuesta por ellos, que «el término laico va ligado a la interiorización, a la privatización de la creencia. religiosa. No obstante, la creencia se manifiesta organizadamente a través de la religión, el culto, las estructuras. Sin negar el papel de sectores de creyentes en el proceso revolucionario a nivel mundial, la actitud de liticidad, de privatización, de no intervencion , choca con el pensamiento comunista que, por otri parte, situada correctamente con sus principales teóricos, ha sido llevada a la práctica con cierta torpeza por sus seguidores».

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