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La supervivencia de la OPEP interesa a los consumidores

ENVIADO ESPECIAL, La Organización de Países Exportadores de Petróleo parece haber superado la crisis que ha supuesto la guerra irano-iraquí para el consorcio, aunque todo indica que la OPEP se ha convertido en una mera prisionera de las fuerzas díscolas del mercado mundial del petróleo.Con las decisiones de Bali, el precio del petróleo crudo pasa de un abanico de treinta a 37 dólares a otro, situado un 10%, aproximadamente, más arriba, de 32-41 dólares por barril. Arabia Saudí, cuyo ministro de Petróleo ya ha confirmado la intención de subir en enero el precio de su crudo a 32 dólares, será el miembro de la OPEP que más barato ofrezca su petróleo, mientras que Argelia, Libia y Nigeria lo venderán el próximo semestre por encima de cuarenta dólares. En medio, y a un nivel en torno a los 36 dólares, estarán la mayoría de los países del golfo Pérsico, y Venezuela.

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Aunque la subida de Bali puede caracterizarse de moderada, si bien no era tan esperada en lo que se refiere a los precios más altos del abanico, los expertos de la industria del petróleo que han asistido a la reunión de la OPEP estiman en su balance final que los puntos más sobresalientes del encuentro no hay que buscarlos en los precios en sí, sino, en el giro que parece haber registrado la política de la OPEP.

Teóricamente, la OPEP nació para controlar el mercado mundial de crudo. Hoy, sin embargo, más parece que es el mercado quien controla a la OPEP. Asimismo, la OPEP fue un instrumento de los productores de crudo para defender sus intereses. Hoy, por el contrario, la supervivencia de la OPEP interesa más a los consumidores que a los productores.

La explicación de estos contrasentidos aparentes quizá hay que buscarla en los hechos esporádicos e inesperados, como la guerra entre Irán e Irak, que trastrocan cualquier plan premeditado. Así, la OPEP ha superado en Bali el fuerte y grave golpe que para ella supuso la guerra entre dos de sus consocios fundadores, pero ha aprendido la lección de que de nada sirve planificar el mercado cuando éste puede más que los estudios pormenorizados.

En este sentido hay que interpretar, según los observadores de la OPEP, los resultados de Bali. El consorcio de exportadores no ha hecho esta vez más que seguir la pauta marcada por el mercado, que desde hace meses se estaba resistiendo a los fuertes aumentos de los precios de los crudos decididos en el año 1979 y primera mitad de 1980, y que ni siquiera el conflicto del golfo consiguió relanzar. Hoy el crudo se vende en el mercado libre con escaso margen de diferencia sobre el precio oficial.

En Bali, el jeque Yamani, el cuasi eterno ministro de Petróleo de Arabia Saudí, ha advertido que el mercado está en vísperas de un nuevo glut (exceso de demanda), y ha aconsejado a sus colegas que se abstengan de llegar a los límites máximos de precios, pues muy posiblemente luego tendrán que reducirlos. La razón que ha dado Yamani es que antes de tres o cuatro meses Irán e Irak estarán presentes en el mercado, cualquiera que sea el desarrollo de su guerra.

Si bien este es el punto de vista de los productores, los países consumidores parecen haber encontrado la fórmula para, desde hace meses, detener una carrera ascendente de los precios, que en sólo un año se han doblado de dieciséis a 32 dólares para el caso del crudo de referencia. La fórmula no es otra cosa que la contención en el consumo, la desaceleración económica y la esperanza de que a menor consumo ceda el precio.

Las decisiones de la Agencia Internacional de Energía (AIE) de la semana pasada van orientadas en este sentido, muy en la línea de la teoría expuesta desde el Instituto Económico de Kiel, en la RFA, por el profesor Norbert Walter. Según este economista, los países consumidores no tienen otra alternativa para controlar el mercado de crudo que reducir sus importaciones, ya que entonces la OPEP no podrájustificar su política de continuos aumentos.

En el caso contrario, advierte el profesor alemán, ya no sería la OPEP quien subiría los precios, sino la misma dinámica del mercado. Entonces la única esperanza de los países consumidores es que el consorcio se convirtiera en un ángel de la guarda de los intereses del mundo occidental, y su misión sería evitar que una caída global de la actividad económica en los países industriales, consecuencia de unos precios del crudo sin control, provoque un colapso planetario.

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