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Portugal tras las elecciones presidenciales

La indisciplina electoral de la derecha favoreció a Eanes

La victoria del general Antonio Ramalho Eanes en las elecciones presidenciales portuguesas se interpreta como el resultado de la indisciplina de los votantes del centro-derecha, amalgamado en torno a Alianza Democrática, medio millón de los cuales dieron su voto al presidente, contraviniendo de este modo las instrucciones e esta coalición, que apoyaba la candidatura del general Soares Carneiro. Por otra parte, no toda la izquierda votó a Eanes, cuya elección ha supuesto una homogeneización del voto portugués. La incógnita ahora consiste en averiguar sobre qué partidos se apoyará el presidente para asignar tareas gubernamentales.

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La comparación entre los resultados de las legislativas y los de las presidenciales de 1980, globales y por distritos, permite establecer claramente que cerca del 10% del electorado de Alianza Democrática se negó a votar en favor del candidato designado por la coalición gubernamental y unió sus votos al conjunto de las fuerzas que apoyaban al actual jefe del Estado, dándole medio millón de sufragios suplementarios en relación al conjunto Frente Republicano Socialista-Partido Comunista.Puede afirmarse que la elección del domingo confirmó la derrota póstuma de la estrategia escogida por Sa Carneiro. Esta conclusión, confirmada en sus declaraciones por todos los dirigentes de Alianza Democrática, tendrá pesadas consecuencias en el seno de la coalición y de cada uno de los partidos que la componen. Un analista de la derecha declaraba en la noche de las elecciones: «El electorado se ha pronunciado por un Gobierno de Alianza Democrática, y el presidente Eanes debe ahora intentar gobernar el sector de la coalición que afirmaba poder hacerlo con Eanes en la presidencia». Sa Carneiro y Freitas do Amaral consideraron imposible gobernar en estas condiciones y habían declarado, de antemano, que no aceptarían funciones gubernamentales en caso de reelección del actual presidente.

Los resultados regionales demuestran que esta transferencia es aún más importante, ya que alcanza el 40% en la región autónoma de las Azores (donde el PSD obtuvo solo la mayoría absoluta en octubre). Si se puede decir que el dirigente regional Mota Amaral no dio ningún apoyo al candidato escogido por la dirección de su partido, lo mismo no acontece en la región de Madeira, cuyo jefe de Gobierno fue el primeroen proponer a Soares Carneiro como candidato, y donde Eanes, sin salir vencedor, arranca más del 20% del electorado que votó al PSD y al CSD en octubre.

El corolario de esta constatación es que la disciplina de voto a la izquierda no fue tan absoluta como se podría pensar a primera vista, y que a Eanes le faltaron algunos votos socialistas y, sobre todo, comunistas, como lo confirman algunos resultados del Alentejo.

Con algunas excepciones, Eanes venció en las ciudades y obtuvo en Lisboa un resultado superior a su media nacional (60,5%), fenómeno altamente significativo. El único tal vez a indicar claramente que hubo, además de la preferencia a favor de Eanes como presidente, un voto desfavorable a la acción del Gobierno en los últimos meses, acción cuyos efectos empezaban a ser sentidos por el electorado más politizado del país.

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Una afirmación, ampliamente utilizada durante la campaña por parte de la coalición gubernamental, es también confirmada por los resultados. Sin ningún voto comunista, Eanes hubiese disputado la segunda vuelta con una ligera ventaja sobre su principal adversario.

Ni siquiera se puede afirmar de manera tajante que el PC aseguró la victoria de Eanes en la primera vuelta. En anteriores ocasiones, el electorado comunista demostró que su disciplina no es monolítica, y lo más probable es que Carlos Brito, con arriendo a la elección, hubiese obtenido un resultado comparable al logrado por el candidato comunista Octavio Pato en 1976, es decir, el 7%.

A escala nacional, el resultado obtenido por Ramalho Eanes es el más homogéneo en su distribución regional de todos los escrutinios celebrados desde 1975. Queda diluida la tradicional oposición Norte-Sur y campo-ciudad, con una nítida progresión de Eanes en relación a la izquierda en el Norte, y en las zonas rurales, tradicionalmente conservadoras, así como en los feudos de la izquierda, en el Sur.

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