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Cabeza quiere competir con Helenio Herrera

Alfonso Cabeza se ha confundido. Las guerras futbolísticas entre Madrid y Barcelona no las protagonizarán nunca Atlético y Español. La historia brillante nunca ha estado en poder de los segundones. Para éstos, a lo sumo -que tampoco era mala cosa-, se reservaba la clerecía. O la vida aventurera. Barça y Real Madrid son I'hereu. Y para ellos es siempre la hacienda y la casa solariega. Cabeza no podrá presidir nunca al enemigo a batir. Por muchas salidas de pata de banco que tenga, sus reticencias anticatalanistas no serán tomadas en cuenta.

El Atlético era la pasada semana -y sigue siéndolo ésta- el líder, y pero toda la faramalla futbolística estaba centrada en el Barcelona-Madrid. Alfonso Cabeza debe hacerse a la idea de que la vida nos ofrece estas contradicciones. El Barça-Madrid es siempre algo más que un partido de fútbol. Aunque ambos estén desplazados de los primeros lugares, siempre habrá un catalán que tras el triunfo anuncie que ya se puede morir tranquilo, y un madrileño que diga: «¡Toma Generalidad!». Alfonso Cabeza, que es nuevo en esta plaza, aunque sea ya veterano forofo, al final del Atlético-Spórting tomó la calle de en medio para quitarle titulares a Helenio y al Madrid.El presidente atlético, ante el primer tropiezo en casa, la tomó con los árbitros catalanes y comenzó a despacharse a gusto. Ha comenzado a ver fantasmas vestidos de negro con camiseta interior rojigualdo senyera. A los árbitros catalanes les ha mandado Cabeza a pitar a la Generalidad, cosa que no sabemos cómo le sentará a Jordi Pujol, ahora que está desligado del Barça.

Cabeza no ha visto una confabulación judeomasónica, pero sí ha vislumbrado un contubernio Madrid-Barcelona con la anuencia de Plaza. Cabeza, por lo que se ve, va a ser muy mal perdedor. Su entrenador, García Traid, ya dejó entrever el domingo su genio, aunque, por otra parte, no era desconocido, puesto que cuando entrenaba al Salamanca ya las armaba pardas en él Manzanares.

El Atlético, para ir bien, no debe meterse en ninguna guerra. Esa que la libren Madrid y Barcelona, que a lo mejor le resulta beneficioso. El Atlético, si mantiene la serenidad, tiene por delante una temporada de tranquilidad.

El públicó del Camp Nou-gritó el domingo aquello de «Así, así, así gana el Madrid». Pero se calló pronto. Porque esta vez García Carrión se quitó los problemas de encima y no entró en materia cuando Quini desplazó a Benito para marcar el gol del triunfo. Mucho me temo que serán ahora los madridistas quienes en el partido de vuelta inventen alguna coplilla para recibir al Barça.

Definitivamente, Helenio Herrera le ha echado sal al guiso liguero. Con sus provocaciones logró sacar de quicio a algunos jugadores del Madrid. Y, sobre todo, a Juanito, cosa que no es nada difícil. Juanito, tras el gol, fue a contarle a Helenio que no se marca solo. Lo quiso mandar al asilo. Helenio, muy feliz, decía: «Que me lo pague». Carlos Rexach se portó caballerosamente con Juanito y confesó a los medios de comunicación que su colega fue a decirle a Herrera algo así como «Para que te enteres». Rexach quiso quitarle hierro al asunto. Pero Helenio se enteró al fin del tema.

Helenio ha acaparado ya toda la atención del torneo. Y la mayoría de sus declaraciones son auténticas insensateces. Pero logra lo que busca, que es lo que en definitiva quiere Núñez. Helenio le está quitando la clientela a Eugenio: ¿saben aquel que diu? Por ahora, todo son alegrías en el Camp Nou. Ya está superada la triste etapa Kubala y los watergate.

El Barça ha entrado en racha de triunfos. Pero todavía no ofrece garantías. Cualquier noche de éstas se descubre que hay champaña en una habitación de hotel y vuelve a las andadas. Helenio Herrera presume de haberse quitado de encima al Madrid. Eso vende bastante en Canaletas. Pero de lo que se trata es de quitarse de delante a otros, y ello todavía no se ha conseguido.

Para el Barça, esta temporada puede ser de gloria completa. En baloncesto, el Madrid también da facilidades. Ya va detrás del Estudiantes. ¡Que vuelva Pizarrín, que vuelva Pizarrín!».

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