El síndrome ampliatorio
Han terminado la semana y el mes de noviembre, a efectos bursátiles, con unas sesiones que han seguido fielmente el patrón que le marcaron sus predecesoras, es decir, que la oferta resultaba absolutamente mayoritaria, frente a los escasos tanteos compradores, y que los precios de los distintos valores conseguían cerrar perdiendo sólo breves posiciones que no se correspondían con la situación real del mercado, en base a unos mecanismos de contención más o menos confusos.Lo que se ha dado en llamar «el síndrome de las ampliaciones de capital» continuó centrando los comentarios de casi todos los especialistas que aún asisten a las sesiones. El punto común de casi todos los análisis era la dificultad para aventurar un pronóstico sobre el comportamiento bursátil de los cupones. Aún están demasiado frescas en la memoria de los bolsistas las sorpresas que depararon las cotizaciones de los cupones el año pasado. Entonces, todo el mundo apostaba por que se sucederían las bajas, produciéndose incluso prácticas tan poca ortodoxas como eran, las ventas en descubierto, con la intención de recomprar los últimos días más barato de lo que se había vendido. En aquella ocasión la decisión del Banco de España de no ofrecer sus derechos de suscripción en el mercado, junto con la «indicación» que la autoridad monetaria cursaba a las Cajas de Ahorros sobre la escasa corrveniencia de proceder a vender sus cupones, sobre todo en Hidrola, determinaron unas subidas inesperadas en los últimos días.
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