El Madrid, próximo objetivo de HH
El Barcelona de Helenio Herrera amenaza seriamente. Parece que al fin ha entrado en racha victoriosa. El mago anuncia su nuevo objetivo: «Ahora, a por el Madrid». Y el Madrid de Boskov, titubeante en la Liga actual, tendrá que ir el próximo domingo al Camp Nou, en donde arbitrará García Carrión, que no es precisamente el árbitro más adecuado para este partido. Plaza ha apostado demasiado fuerte. Al menor fallo tendremos un nuevo escándalo. Y ahora no habrá Tarradellas que lo arregle.
Mientras Helenio Herrera lanza su consigna: «Ahora, a por el Madrid». las huestes de Marcelino Camacho ya han tomado el mando sindical en Chamartín. Ahora que el Barcelona, con Núñez, pretende dejar de ser «mes que un club», el Madrid cambia de faz interna. Estas cosas con Bernabéu no pasaban, y Luis de Carlos se encuentra cada día con más problemas extradeportivos. Sólo le faltaba el triunfo de Comisiones Obreras, que ha logrado el copo entre los 560 empleados del club.A quien le cuesta más habituarse a las cuestiones oficiales es a Alfonso Cabeza. La decisión del Ayuntamiento de Madrid sobre la remodelación del Manzanares le ha puesto en el disparadero. Al viejo profesor se le han debido poner los pelos de punta con las declaraciones de Cabeza. Para el profesor Tierno ha debido ser un escopetazo que le digan que quiere que le pongan «la chica y la cama». Cabeza, que ha invitado a la selección soviética para el homenaje a Capón, la ha emprendido con el Ayuntamiento madrileño en plan «a mí el pelotón, que los arrollo».
La historia del Manzanares es ciertamente desafortunada. El Atlético compró unos terrenos y, por las cosas de la época, le obligaron a retranquearse. El Atlético, obligado a retroceder, se metió en la vía pública y sobre ella edificó su tribuna. Los disgustos vinieron luego, cuando le impidieron cerrar los graderíos por los córneres de la propia tribuna.
El Manzanares quedó para siempre como un campo maldito. Para el Mundial-82, el Atlético pidió un crédito modosito. Solamente pretendía lavarle la cara al estadio. El conflicto radica en los terrenos aledaños en los que pretendía crear unas instalaciones para entrenamientos de los equipos de las categorías inferiores. El Ayuntamiento no acepta. El Atlético, por sus terrenos, ha pagado unas veces como solar edificable, y otras, por zona deportiva. Vicente Calderón, en sus últimos tiempos, echaba las muelas por ese asunto.
El problema más gordo lo tuvo el Madrid hace unos años, cuando intentó aquella operación de cambiar Chamartín por una torre y un hotel. Arias Navarro, que era entonces alcalde de la ciudad, al conocer el proyecto lo denominó como «un crimen». El berrinche le ha correspondido ahora al Atlético. Y era natural que así fuera, porque le rodaban demasiado bien las cosas. La vida del club del Manzanares está dibujada a base de zigzagues. Era demasiado bonito todo.
Y mientras, el Barcelona, con Helenio Herrera, se está poniendo farruco. Para el domingo tiene la gran prueba. La visita del Madrid puede ser definitoria. Si la racha triunfal continúa, habrá que contar con los culés para el triunfo final. Porque a estas alturas de la Liga toda ventaja es superable.
El Barcelona, en las dos últimas décadas, ha tenido que conformarse, salvo una Liga y alguna Copa, con ganarle al Madrid en su campo. En estos momentos, y tras las constantes polémicas que levanta, no puede limitarse a que Rexach marque un gol en los últimos minutos. Entre otras cosas, porque Helenio Herrera no alinea a Rexach, que era el talismán para estos casos. El llamado revulsivo parece que es Schuster. El nuevo nibelungo ha comenzado su andadura con la misma fortuna que tuvo Cruyff en su primera campaña. El peligro radica en que Schuster se vuelva excesivamente cómodo, como le pasó al holandés, por una glorificación desmesurada. De él se ha llegado a decir en un periódico que es algo así como la encarnación de los mejores valores de los ocho mejores futbolistas de los últimos años. Y tampoco es para tanto, claro.
El Barcelona-Madrid del próximo domingo no es el partido del año, pero se le aproxima. El Barça está eufórico y el Madrid no acaba de encontrarse firme.
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