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Entrevista:

Joan Baez: "Aunque a menudo hablo de cosas graves, no carezco del sentido del humor"

Cabellos cortos, camisa azul marino, pantalones marrones de cuero, uñas rojas y labios rosados, pequeña cadena al cuello, sonrisa permanente y pies descalzos. Así aparece Joan Baez, en la suite de un humilde hotel madrileño, para explicarnos con delicado aplomo las razones de su presencia en Madrid. La célebre cantante norteamericana va a participar en una conferencia sobre desarme y derechos humanos organizada por el Movimiento Internacional de la Reconciliación, cuya sesión inaugural tendrá lugar mañana en la capital de España. Asimismo Joan Baez ofrecerá el próximo viernes, día 28, un concierto benéfico en el Pabellón de Deportes del Real Madrid.

Sentada en la posición de loto, con asombrosa economía de gestos, Joan Baez deja muy claro desde el principio que se las sabe todas: «Llevo más de veinte años en el escenario. Ello no me impide ser sincera en instantes como el presente».Pregunta. ¿En qué va a consistir el encuentro que se inaugura mañana?

Respuesta. En esta conferencia trataremos de derechos humanos y desarme. Son dos cosas que la gente suele separar, pero que a mí me parecen inseparables. Porque no hay que olvidar que el mayor atentado contra los derechos humanos es la guerra. La asociación que fundé hace dos años, Humanitas International, lucha pacíficamente en esos dos frentes al mismo tiempo. Otro tanto puede decirse del Movimiento Internacional de la Reconciliación y del grupo Ideas Jóvenes, animado por Andrew Young, también presentes en este encuentro. Todos nosotros queremos que los Gobiernos no conviertan en letra muerta los acuerdos de Helsinki. Y queremos que la opinión pública tome conciencia de, que un millón de dólares por minuto es lo que se emplea actualmente en armamento.

La voz al servicio de lo social

P. ¿Quiénes abordarán estos temas?R. Personas que somos pacifistas. No en balde acudirán dos premios Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel y Mairead Corrigan.

P. Usted viene a actuar como conferenciante. Pero el hecho de que piense dar un concierto permite suponer que no se olvida de que, es cantante.

R. Yo. no lo olvido. Y espero que el público tampoco.

P. ¿Piensa que sus canciones son simbólicas armas en favor de la paz? ¿O les concede otro tipo de realidad?

R. Mi voz es un don. Y, como tal, intento utilizarlo en provecho de los demás. A mí no me abochorna reconocer que utilizo mi voz para defender aquellas causas que considero nobles e importantes en el terreno sociopolítico. Por lo demás, me encanta la música, me encanta cantar y actuar en público. Y, aunque a menudo hablo de cosas graves, empieza a saberse que no carezco de sentido del humor. De esto último el público ha tardado veintidós años en darse cuenta.

P. ¿Hay que entender como rasgo de humor su corte de manga a los fotógrafos durante una anterior visita suya a España?

R. Me gustaría hacer lo que fuese por disipar para siempre aquella mala impresión. Yo estaba nerviosa. E hice un gesto hogareño que utilizo delante de mis amigos, e incluso desde el escenario, en plan de broma. Por favor, quítenle todo aspecto de enfado. Me dolería que los españoles siguieran recordando aquello como una cosa ofensiva.

Esquizofrenia y quietud

P. Se tiene una imagen muy intensa de una Joan Baez mítica, triunfante por los años sesenta, de la que el público sabía todo o casi todo. Sin embargo, no se sabe gran cosa de lo que usted hace en el presente en su vida cotidiana.R. Carezco de rutinas, salvo cuando emprendo una gira artística. Cuando estoy en casa me levanto a las seis y media de la mañana, hago gimnasia siguiendo las instrucciones de una señora que aparece en el televisor, preparo el desayuno para mi hijo... Pero cuando me siento más feliz es cuando preparo algún concierto como el que daré el viernes en Madrid. Aunque echo de menos a mi hijo, claro...

P. Y a la señora de la gimnasia por el televisor.

R. (Carcajadas.) También, también... Pero no ceso de cantar. Y toco la guitarra. Y empleo un buen tiempo en actividades organizativas sobre los derechos humanos.

P. Si hablara para una revista del corazón, ¿contaría algún detalle más íntimo sobre su vida actual?

R. Me gustaría contárselo a usted. Porque sí, soy una mujer; pero en estos momentos atravieso por una racha de aburrimiento. Me encantaría tener algo muy excitante que contarle a los lectores de EL PAIS, pero no lo tengo.

P. ¿Y no lleva una existencia esquizofrénica con tantas actividades?

R. Esquizofrenia total, sí.

P. ¿Y cómo consigue esta quietud aparente?

R. Ya se lo dije al comienzo de nuestra charla: llevo veintidós años sobre el escenario.

P. ¿Es, pues, una serenidad teatral?

R. A veces, sí. Pero en este instante estoy muy contenta de estar haciendo lo que estoy haciendo. No digo falsedades acerca de mis sentimientos ni tampoco bromeo con ciertos temas.

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