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La envidia de los españoles

Se emite hoy el cuarto episodio de la serie El español y los siete pecados capitales, adaptación de la obra de Fernando Díaz-Plaja, según versión de Juan Miguel Lamet y la rección de José María Forqué, dedicado, en esta ocasión, a la envidia. Capítulo que, junto al próximo (la ira), constituyen probablemente los momentos más logrados de la serie.El programa observa, como en los anteriores, la estructura de una conferencia precedida por la escenificación de un cuento, la representación estudiantil de Don Juan, y la ilustración del «pecado» de fondo mediante anécdotas relacionadas con personajes históricos o situaciones tópicas de la vida cotidiana.

A partir del principio de que la generosidad y la envidia tienen su origen en la soberbia, el argumento de este programa pasa a demostrar que el español y el envidioso son consustanciales, hasta el punto de que en España consideramos a la envidia como una virtud y que los místicos se refieren a ella corno «santa envidia». De ahí la expresión «fulana de tal tiene una posición envidiable», o el esfuerzo que se suele hacer para hablar bien de los demás: «hay que reconocer que el tal se explica muy bien»., Elogio frecuentemente corregido por el interlocutor con expresiones parecidas a: «sí, pero como marido... o como historiador».

La envidia, se afirma, es una institución nacional. Además del cuento, rodado en el monasterio de San Juan de la Huerta, los actores protagonistas interpretan escenas de rencillas ocurridas entre ilustres escritores, como Pío Baroja y Rubén Darío en el patio de la Universidad de Salamanca, o las más conocidas disputas entre Quevedo y Góngora. El capítulo culmina con un florilegio de refranes que reflejan el desprecio de los habitantes de una región por sus vecinos. Las malas lenguas acaban con el mapa nacional después de relatar un inmenso muestrario de insolidaridad, vertedero de injuria e insulto recíproco. Desde el que dice no fíes en cojera de perro ni en buena fe de gallego», hasta el último: «De La Palma a la Gomera, gente ruín, habla mal de ellas» Toda una invitación a que siga la rueda, afirma el conferenciante después de advertir: «que no se ofenda nadie porque vamos a ofendernos todos», tal como investigó el académico Martínez Kleiser, quien recoge en su refraner 2.127 sentencias de esta especie.

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