La alternativa al monetarismo y el keynesianismo
Tradicionalmente. la política económica norteamericana ha estado dominada, desde los tiempos de Roosevelt y su New Deal, por dos escuelas de pensamiento: los keynnesianos clásicos y los monetaristas. Según apuntan ahora todos los indicios, Ronald Reagan piensa introducir en Washington una variante dentro de estos planteamientos clásicos de dirigir la economía norteamericana. Se trata de los llamados «nuevos 'economistas», una escuela que, basada en el más feroz liberalismo económico, se ha agrupado alrededor de Milton Friedman, en la llamada escuela de Chicago, y de otros grupos afines, como los californianos.Con secuelas por todo el mundo (existen también en Francia, España e incluso aplican sus doctrinas con resultados mixtos en el Cono Sur latinoamericano), los nuevos economistas se han agrupado en torno a Reagan, capitaneados por el joven profesor de la universidad del sur de California, Arthur Laffer. Estos expertos basan su estrategia para salir del marasmo actual en la adopción de una serie de medidas de actuación sobre la oferta y no sobre la demanda, como preconizan los keynesianos. o sobre la política monetaria, como los monetaristas.
Arthur Laffer, ayudado por los congresistas Kemp y Roth, han elaborado un esquema de actuación económica cuyos detalles más sobresalientes,_por su, connotaciones electorales pasadas, se centran en la concesión de sabrosas reducciones fiscales, no sólo individuales, sino también sobre las empresas. Lo que se esconde- detrás de esta teoría fiscal es toda una interpretación heterodoxa en la relación de los niveles de inflación con la política fiscal y presupuestaria.
Según el grupo Laffer, gran parte de nuestros trastornos económicos presentes se deben a que tanto la inflación como la presión fiscal creciente han eliminado los incentivos empresariales para invertir, y los personales, para el ahorro y la productividad. Con un importante recorte fiscal, que para la economía norteamericana ellos cifran en cercano al 30% (para los próximos tres años), el estímulo de la actividad económica sería tal que cualquier pérdida en ingresos por fiscalidad se compensaría con un incremento paralelo en los datos agregados del PNB.
El problema de la doctrina Laffer es que, según su patrocinador, necesita un tiempo prudencial para que funcione, ya que, a corto plazo, estimula el déficit presupuestario y por tanto provoca inflación. Es precisamente en este punto donde estas tesis han recibido la mayor parte de las críticas de los economistas del establishment, los cuales están convencidos de que lo único que harán este tipo de acciones es lanzar los precios al consumidor hacia cotas jamás conocidas.
Los monetaristas clásicos, por su lado, tampoco están muy convencidos con las propuestas y tesis de los «nuevos economistas». Con éstos mantienen una polémica sobre las propias técnicas monetaristas y difieren con ellos en definir la mejor manera de controlar la inflación por actuaciones sobre la masa monetaria. Según los nuevos economistas, la interrelación monetaria y financiera de cada país con el resto de la comunidad internacional es hoy tan amplia, que ningún banco central tiene métodos exactos para saber en un momento concreto cuál es la masa monetaria precisa. Por dicha razón, opinan que es difícil controlar algo cuando no se sabe exactamente cuál es la cantidad de ese algo.
La solución para este dilema, según los «nuevos», es permitir una mayor libertad y transparencia de los intercambios financieros internacionales y dejar que la. masa monetaria se regule por sí misma a través de las fuerzas, clásicas del mercado. Proponen, en este sentido, una vuelta a los sistemas clásicos de vinculación del dinero con el oro para dar una base cierta a todo el sistema.
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