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RELIGION

Las discusiones en torno al documento final pueden retrasar la clausura del sínodo

Juan Arias

Todavía no es posible saber cuándo se clausurará el V Sínodo General de Obispos, que lleva discutiendo en el Vaticano, desde hace tres semanas, los problemas de la familia cristiana, o más concretamente, los espinosos temas de la ética sexual católica. Tendrá que terminar el próximo viernes, pero una protesta de los padres sinodales en relación con el documento final podría atrasar todo.

Y es que cuando el arzobispo de Mónaco, el teólogo cardenal Joseph Ratzinger, hombre de confianza de Juan Pablo II a quien había encargado de la ponencia introductoria al sínodo, se preparaba a redactar el documento final, teniendo en cuenta el material que había salido de los once grupos de estudios, el sínodo se plantó y reivindicó el derecho de presentar un documento por cada grupo lingüístico. Sólo con estos once documentos, Ratzinger podría redactar un documento final. Este documento, que constará de unas veinticinco proposiciones muy concretas, de unas veinte líneas cada una, será votado, número por número, con el procedimiento del placet, non placet o placet iuxta modum, como se hizo en el concilio. El que vota iuxta modum puede presentar enmiendas. El texto volverá a ser redactado teniendo en cuenta estas nuevas correcciones y sólo al final se podrá votar placet y non placet.Dos son los puntos claves de conflicto: el primero, el de los divorciados que han vuelto a casarse. ¿Se les puede admitir a los sacramentos si han formado un nuevo hogar serio y cristiano? En este caso, ¿no podrá significar este hecho una admisión implícita del divorcio para los católicos en ciertas circunstancias? Aquí el sínodo está dividido, porque una parte afirma que en la historia de la Iglesia esta práctica ha cambiado mucho con el tiempo. Durante más de mil años toda la Iglesia y ahora aun la iglesia ortodoxa, ha admitido a la eucaristía, después de un año de penitencia, a los cristianos que habían formado un nuevo hogar. Hoy, de todas, las iglesias cristianas, sólo la católica, que interpreta del incido más riguroso la indisolubilidad del matrimonio, en el sentido de que por ningún motivo un católico puede volver a casarse en vida de su cónyuge.

El segundo punto de debate es el de la encíclica Humanae Vitae. En el documento final aparecerá la decisión del sínodo de reafirmar los valores de la encíclica. Pero el punto es que algunos quieren que se hable explícitamente para condenar de nuevo los métodos «artificiales» de control de nacimientos como «intrínsecamente deshonestos», como aparece en la encíclica, mientras una parte más avanzada prefiere que de este asunto no se hable, para que entre en la petición de una «mayor profundización antropológica» de la encíclica. Al mismo tiempo, no se explican los métodos «naturales» de control contrapuestos a los «artificiales». En resumen, que los progresistas estar luchando para que de la píldora y de los otros métodos artificiales simplemente no se hable, lo cual daría ya una mayor libertad a las diversas conferencias episcopales para que sigan estudiando la cuestión caso por caso.

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