España sólo tiene equipo para empatar
Ya tenemos equipo para empatar. El problema está en encontrar once jugadores que sepan ganar. A la conocida penuria de hombres punta hay que añadir, parece que definitivamente, la baja de Juanito, que ya es un centrocampista más. A la selección de ayer se le sumó la mella de Montero, que no se atrevió a ser delantero nato. En lugar de suplir a Satrústegui lució su tendencia habitual de posición intermedia. Morán fue, en realidad, el único delantero español.No salimos de la precaución. Nos hemos apuntado a buscar la fortuna de contragolpe en los campeonatos nacionales, y así no hay forma de hallar jugadores internacionales con vocación de héroes. El delantero más peligroso del equipo español, salvada la excepción de Morán, fue Alesanco, que desde fuera del área buscó el gol más de una vez. A dos minutos del final del primer tiempo, Croy tuvo que emplearse a fondo para despejar a córner un buen tiro del líbero azulgrana.
Hasta el primer cuarto de hora pudimos hacernos la ilusión de que la victoria era posible. Gordillo realizó una gran jugada por su banda y Morán estuvo al borde del gol. El propio Morán tuvo, a los catorce minutos, una ocasión de marcar que resolvió la defensa, y hasta el minuto 36, que de nuevo el bético se fue hacia el marco y obligó a Croy a salir fuera de su área, no hubo otra jugada mínimamente ligada.
En el primer período hubo más agonías para el equipo español que desahogos. Joaquín, frío, aunque más lucido que otras veces, no pudo quitarse de encima a su par, y pese a que Alonso estuvo mejor que en Budapest, la línea del centro del campo no encontró el suficiente peso específico para imponer su juego. Zamora no está como en la pasada temporada. No ha encontrado todavía la chispa necesaria para ser el conductor del equipo.
La ganancia territorial de los alemanes les permitió variar su sistema de juego, y ello produjo un 3-4-3 que amontonó hombres en el centro del terreno y en el área de Arconada. Los constantes ataques germanos encontraron, afortunadamente, una barrera defensiva capaz de resolver en última instancia el apuro. Alesanco estuvo firme en su misión, y Tendillo se pegó al peligroso Streich con espíritu mangriñanesco. Más dificultades tuvo Celayeta, y por su lado entraron los alemanes con alguna facilidad. Gordillo tuvo que multiplicarse, porque por su banda, además de Kuenh, entró suelto Haefrier, que intentó llevárselo hacia el centro.
Los alemanes no encontraron, pese a las deficiencias hispánicas, el juego que su público esperaba, y ello provocó constantes abucheos. Los germanos intentaron elaborar en exceso la jugada y contra tina muralla cada vez más tupida estrellaron sus ímpetus. El ardor de los locales les llevó a dar algunos hachazos. En esta labor se ditinguió Kotte, a quien sustituyó su seleccionador, quizá para evitar amonestaciones.
Santamaría dejó a beneficio de inventario los cambios. El equipo pedía un par de sustituciones y no se decidió a hacerlas. En busca del empate quiso amarrar con los hombres que tenía en el campo, pero probablemente dos jugadores de refresco habrían venido bien para intentar la victoria cuando, a partir del minuto setenta, los alemanes se aferraron al pase horizontal en medio de las protestas cada vez mayores de los espectadores. La salida de Dani, en el minuto 88, fue tardía. Sólo tuvo como objetivo perder tiempo.
En pleno desconcierto local, Gordillo dejó el balón en los pies de Zamora, que estaba solo ante el portero. Zamora, incomprensiblemente, envió la pelota fuera. Fue una ocasión excepcional. Otra vez Zamora llegó al área con ventaja, y las dos posibles soluciones le fueron negadas. No burló al defensor que le salió al paso y tampoco centró sobre Morán. El último cuarto de hora lo jugó España con el ambiente totalmente a su favor. El público comenzó a alternar los pitidos a los suyos con aplausos a los españoles. Ocasión mejor para superar el negativo palmarés que tiene el fútbol español con el alemán democrático no habrá.
El equipo español mejoró su juego en la media hora final. Aunque los ataques fueron esporádicos, el balón fue más controlado, y ello impidió el agobiante dominio local del primer tiempo. A la selección nacional le faltó ambición para ganar. Los españoles se atrevieron tarde a dar el golpe de gracia. Con un solo delantero, Morán, era difícil hallar la ocasión propicia, Y las que se tuvieron fueron desperdiciadas.
El equipo español debe mentafizarse para el triunfo. Pero éste sólo se logra jugando al ataque, y hasta el momento presente las dos experiencias de Santamaría han tenido campo contrario. El Mundial se disputará en casa, y, por tanto el esquema tendrá que ser forzosamente distinto. La primera experíencia formal de cara al Mundial será frente a Polonia, en Barcelona, el próximo mes. Allí habrá ocasión de comprobar hasta qué punto con la obligación de ganar es capaz de desenvolverse España. Santamaría se la tendrá que jugar entonces. Sostener la fórmula actual podría acarrearle el calificativo de conservador.
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