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Cunningham provocó a los socios del Madrid

Laurie Cunningham se pasó la tarde provocando a los socios del Real Madrid. Provocándoles, porque ya ni siquiera lanzó los córneres. Cobrar una millonada para esas inhibiciones intolerables es provocar al público. Quienes pasan por taquilla tienen derecho a exigir que los protagonistas cumplan con su obligación. No brillantemente, porque eso no puede ser siempre; pero, al menos, poniendo alguna fe en el oficio del que se vive. Vujadín Boskov también fue un provocador, porque ante actuaciones de ese tipo lo conveniente es realizar el cambio. Vujadin Boskov, como todo cambio, suplió al veterano Benito por Gallego. Y mientras, en el banquillo, Rincón, que probablemente le habría venido bien al equipó tal y como se desarrollaba el encuentro.Boskov colocó a Stielike en un principio en la zona izquierda de los centrocampistas, justo la contraria a la que mejor le va, para que intentara las coladas por esa banda, dado que Cunningham y Pineda iban a estar por el centro del ataque y Juanito a deambular a su aire. La colocación de García Hernández, en lo que podría ser, dicho en clásico, la posición teórica del antiguo medio centro, tenía un sentido, porque se quería reforzar la línea de disparo, pero la estratagema de Boskov no sirvió de gran cosa. García Hernández intentó el tiro a gol en varias ocasiones desde fuera del área, pero la muralla defensiva sportinguista era difícilmente salvable. El apelotonamiento de hombres hacía muy difícil colar el balón por el centro. Maceda -al margen de su buena colocación y la oportunidad de numerosas acciones- fue el frontón en el que se estrellaron varios balones con trayectoria directa a la red.

El Spórting se la jugó a dejar solo delante a Ferrero y Aguilar, con Mesa de media punta. Ello sirvió para que Del Bosque, teórico líbero, se situara por delante de Benito y jugara a sus anchas, sin nadie que le entorpeciera. Pero, si bien el Madrid sacaba los balones de atrás con absoluta tranquilidad, el problema se planteaba a la hora de buscar a alguien desmarcado. Vicente Miera estableció un sistema rígido de marcajes del que sólo estaban exentos Redondo y Cundi, porque en lugar de perseguir a los extremos por las bandas esperaban a éstos en su zona, y, por tanto, alternativamente marcaban a Juanito y Pineda, Jiménez secó a Cunningham, Joaquín se pegó a Stielike y Uría sujetó bien a Angel. Ciriaco, un todo terreno de esfuerzos ejemplares, siguió a García Hernández y hasta se permitió alegrías atacantes.

ni ritmo de juego fue vibrante desde el comienzo. En un principio, el Spórting no se resignó del todo a la contención y hasta creó un par de ocasiones de gol preciosas. Pero si García Remón tuvo que hacer algún que otro alarde, quien se ganó el sobresaliente del equipo visitante fue Castro, que hizo un auténtico derroche de reflejos. Remates de cabeza a tres metros fue capaz de desviarlos, a córner. Castro salvó al Spórting de un par de goles en el primer período.

El Spórting mostró un conjunto muy apañado atrás y en el centro, pero excesivamente desasistido en el ataque, en donde sólo Ferrero era un grave peligro cada vez que tomaba el balón con las décimas de tiempo suficientes para que el estilista Pérez García no le cortara el paso con sus impetuosas entradas. Probablemente, el Spórting, en cuanto pueda contar con Gomes, tendrá una mayor profundidad.

El Madrid no se resignó, como es habitual, al empate, y buscó el triunfo hasta el instante final. El Madrid, con Stielike en la zona derecha, fue mucho más peligroso en el segundo tiempo, y, al fin, encontró el premio a la constancia en el ataque. El triunfo tardó en llegar porque, además de las muchas virtudes defensivas del Spórting, el Madrid acusó la ausencia de Santillana. Pineda no estuvo afortunado y la nula colaboración de Cunningham -el gol no le salvó- fueron causas directas de la escasa eficacia frente al marco de Castro.

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