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CC OO-UGT: "duelo" por la hegemonía

La captación del voto no afiliado constituye el objetivo a lograr por las distintas organizaciones obreras que concurren a las elecciones. En esta carrera, las posiciones iniciales presentan diferentes posibilidades entre las dos grandes centrales -CC OO y UGT-, mientras que las organizaciones de independientes y la USO aparecen más alejadas de la posibilidad de alzarse con la hegemonía sindical. Otras organizaciones menores, como el Sindicato Unitario, presentan muy limitadas posibilidades, referidas exclusivamente a sectores muy concretos o empresas determinadas. Otro tanto ocurre con los sindicatos nacionalistas, principalmente en el País Vasco, Galicia y Canarias, zonas en las que cuentan con una clientela altamente ideologizada que les permite una presencia limitada a sus ámbitos territoriales de actuación.Al margen, pues, del intento gubernamental de lograr su propia opción sindical en torno a USO, el duelo electoral se limita a las centrales comunista y socialista. Según una encuesta realizada por esta última durante el pasado mes de julio para establecer una aproximación a las intenciones de voto, podría pronosticarse una tendencia hacia el equilibrio entre las dos grandes centrales y hacia «un mayor ajuste entre el voto político y el voto sindical».

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Sin ánimo de establecer pronósticos, el repaso de la actuación sindical durante el último año por parte de CC OO y UGT, así como los favorables resultados electorales obtenidos por UGT en grandes empresas en situación de crisis, permite hablar de una cierta orientación conservadora del voto obrero en los momentos actuales, que registran un elevado índice de paro.

De otra parte, la imagen de Comisiones Obreras ha sufrido un grave deterioro, tanto por las disensiones internas y en relación con el partido comunista como por la automarginación de un importante porcentaje de la negociación colectiva, al negarse a firmar el acuerdo-marco suscrito entre CEOE y UGT.

En efecto, a falta del definitivo balance sobre la generalización de la negociación colectiva ajustada al acuerdo-marco, los firmantes del mismo aseguran que al menos el 80% de los convenios suscritos durante el presente año se ajustan al contenido del pacto CEOE-UGT (al que posteriormente se adhirió USO), con unos cuatro millones de trabajadores afectados.

Ello supone que, en gran medida, la central comunista ha perdido protagonismo en un elevado porcentaje de la negociación colectiva y, lo que supone mayor rémora para Comisiones Obreras, durante el próximo año se verá al margen de los convenios suscritos dentro de dicho acuerdo-marco, pues los convenios firmados bajo el pacto CEOE-UGT tienen vigencia durante dos años, y para 1981 lo único que hay que revisar, en la mayoría de los casos, es el incremento salarial.

Difícilmente podrá participar en la negociación que comporte esta revisión CC OO, toda vez que en la mayoría de los casos se refiere a convenios en los que no aparece su firma.

En este sentido, es significativo el intento de la central comunista por recuperar el espacio perdido, y así, la federación de químicas de CC OO dirigió una carta el pasado jueves a la patronal del sector solicitando estar presente en la revisión económica del convenio del mismo, del que está ausente por haberse negado a su negociación ajustada al acuerdo-marco.

No obstante, el principal obstáculo con que cuenta CC OO en la carrera electoral -y los primeros síntomas de las dificultades apuntadas los constituyen los favorables resultados obtenidos por UGT en grandes empresas en situación de crisis, como Seat, Fasa Renault o Hunosa- es la falta de una política sindical adecuada a la crisis económica.

El PCE y la política sindical

A este respecto, resulta significativa la reunión de dirigentes obreros comunistas celebrada en Madrid durante el pasado mes de mayo, en la que el secretario general del PCE criticó duramente al sindicato por su empeño de trasladar al seno de la central las diferencias políticas existentes en el partido.«De hecho se utilizan», reconocía Santiago Carrillo, «los órganos de CC OO como un lugar donde se dirimen querellas de partido y hasta como un instrumento de presión para invertir desde el sindicato la política del partido. Pienso no equivocarme diciendo que en los resultados de Seat, además de otros factores, ha influido el traslado de las querellas del partido al sindicato. Con lo que Comisiones Obreras se convierte en tales casos en el «partido dirigente», y el partido, en el «sindicato dirigido», en la «correa de transmisión».

También incidió Carrillo en la postura de CC OO ante la negociación del acuerdo marco -«los comunistas no podían defender en Comisiones la posición de firmarlo, porque era un acuerdo puramente indicato»- para mostrar su inquietud por el hecho de que algunas organizaciones de CC OO se manifestaran en ese momento contra la negociación, contra la participación de la confederación en las negociaciones del acuerdo-marco.

«La negociación y la movilización son dos componentes inseparables de la acción sindical. Cuando todo se reduce a la negociación se cae en el reformismo; pero cuando se limita todo a la movilización, estamos a un paso del anarcosindicalismo», sentenció Carrillo.

«Debemos reconocer», decía el secretario general del PCE a los dirigentes obreros comunistas, «que hubo comunistas en CC OO que acogieron la ausencia de la confederación en el acuerdo-marco con un suspiro de alivio, como una victoria. Sin embargo, con unas cuantas "victorias" así, la confederación correría el riesgo de perder su posición mayoritaria, con la que podría alzarse UGT, y de ver los sindicatos amarillos prosperar amenazadoramente».

El énfasis de aquella reunión, de la que saldría el compromiso, cumplido posteriormente por el Comité Central del PCE, de establecer una política sindical nueva, fue la toma de conciencia de la crisis, ante la que había que modificar el comportamiento sindical de CC OO. Para Santiago Carrillo, una política sindical en período de crisis significa saber medir con realismo las acciones de lucha; «las huelgas indefinidas, a veces comenzadas incluso antes de toda negociación, las huelgas proyectadas de antemano con un escalonamiento prefijado; las huelgas resueltas desde arriba sin amplias asambleas, en donde midamos el estado de ánimo real de los trabajadores, expresado en votaciones abiertas e incluso, en algún caso, según la importancia, por votación secreta; en una palabra: la utilización en período de crisis de formas que puedan ser válidas en período de auge económico puede conducirnos a auténticas derrotas o a desconvocatorias que siembran desconcierto y confusión».

Con esta afirmación, Santiago Carrillo no hacía sino recordar la frecuente práctica de Comisiones Obreras durante el período de negociación colectiva del presente año, en el que reiteradamente se convocaron huelgas, como en Renfe, que en algunos casos, sin dar lugar incluso a comprobar la respuesta obrera, eran desconvocadas sin alcanzar el objetivo perseguido.

Después de esta dura autocrítica, Comisiones Obreras parece haber establecido por fin su propia política sindical para la crisis, y así la campaña electoral, centrada en la defensa del puesto de trabajo y el mantenimiento del poder adquisitivo de los salarios, hace especial mención de la crisis, a la que se culpa de crear los problemas que UGT, en su campaña, se compromete a resolver.

No obstante, de los favorables resultados obtenidos en las elecciones de 1978, en las que la central comunista sacó un total de 66.006 cargos representativos, entre delegados y miembros de comités de empresa, frente a los 41.419 obtenidos por UGT, CC OO se encuentra hoy, en una situación comprometida, que hace afirmar a un miembro de su secretariado confederal que son conscientes de que «perderemos puestos; no somos triunfalistas ante los resultados».

UGT sube, pese a UGT

La posición de partida de la central socialista, sin embargo, parece más favorable a superar los resultados obtenidos en las anteriores elecciones. Y esto es así, pese a las contradicciones internas que aún persisten en el seno de UGT y, especialmente, a la falta de cuadros que presenta.En efecto, la pureza democrática que a todo trance trató de mantener la central socialista durante el franquismo, fomentada por su limitada militancia dentro del movimiento obrero (puesto en pie desde la oposición por los primeros movimientos cristianos que dieron lugar al nacimiento de CC OO y la original Unión Sindical Obrera), le impidió la formación de cuadros similares a los que dispone hoy la central comunista, al amparo de la organización sindical verticalista, en la que los comunistas no dudaron infiltrarse.

Esta rémora la arrastra aún hoy UGT y se traduce en una cierta indolencia de sus cuadros responsables, contra la que trata de luchar el apenas disimulado apoyo que lepresta el sector más progresista del empresariado.

Pese a ello, los logros del acuerdo-marco, con cuya firma se institucionalizó la política de concertación social en la que tanto empeño puso Abril Martorell, además de su inmediata capitalización entre los trabajadores en los actuales momentos de crisis económica -no se olvida que la media de incremento salarial lograda por los convenios suscritos a su amparo, pese a los descuelgues que se habrían producido igualmente de no existir el acuerdo, supera el 15,5 %-, han supuesto en primera instancia el convencimiento de que UGT tiene capacidad de negociación por sí misma, con independencia de la postura comunista.

Los objetivos de UGT hoy pasan por el establecimiento de una más ajustada correlación entre el voto sindical y el voto político, con lo que el primer partido de la oposición podría contar con el respaldo popular que supone disponer de una central socialista en la que, con independencia de la ideología, «se logre superar el monopolio del sindicalismo masculino e industrial».

En esta línea, la campaña de UGT, coincidente con CC OO en la defensa del puesto de trabajo y el poder adquisitivo de los salarios, comporta la apertura a nuevos sectores de la clase trabajadora, bajo el calificativo de un sindicalismo para todos.

USO

La posición de la Unión Sindical Obrera, abierta al patrocinio del partido en el poder, se debate entre su pasado histórico, de clara oposición a la dictadura y pionera en el movimiento obrero de este país, y el futuro como sindicato-cantera-política de votos a UCD.Los sucesivos cambios de imagen de USO, desprendida ahora de sus últimos aditamentos de socialista y autogestionaria (una vez que renunciara a compartir el espacio socialista con UGT), han vaciado sus siglas de contenido ideológico y busca el encuadramiento de las distintas organizaciones independientes para constituir la tercera vía sindical, contrapunto del hegemonismo comunista y socialista que hoy impera en el terreno sindical.

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