La izquierda de CC OO en Asturias critica la política de la dirección de la central
La corriente de izquierda de Comisiones Obreras que en el congreso de la Unión de Asturias consiguió más del 30% de los votos en la condena de la expulsión de Juan Martínez Morala, uno de los líderes de dicha corriente, presentaron a Nicolás Sartorius, con motivo de su visita a esta región, un escrito en el que afirman que Morala continuará perteneciendo a la sección sindical de CC OO en Duro Felguera (Gijón), y añaden que este caso les retrotrae a las épocas en que trabajaban en el sindicato vertical. «Lo doloroso», continúa el escrito, «es que hoy quien expulsa a esos luchadores es la dirección de nuestro sindicato, que se ve así desacreditado, pues todo el mundo sabe que Morala no es expulsado por malversar, sino por mantener una firme postura de defensa de los intereses de los trabajadores, como ocurrió en la negociación del convenio del metal del año 1970, o en la defensa del puesto de trabajo de los compañeros de Censa, y que chocaba de plano con una política de cambalaches y de incoherencias llevada por la dirección, con Carballido al frente». Morala tuvo un destacado protagonismo en las espectaculares movilizaciones de Gijón, donde domina la corriente minoritaria, integrada por militantes del Movimiento Comunista de Asturias (MCA), disidentes del Partido Comunista de Asturias (PCA) y otros partidos extraparlamentarios, en defensa de la integración de los trabajadores de Censa, filial de Duro Felguera, en esta empresa asturiana.La expulsión de Morala escalificada de método fascista.
«En el Parlamento, Carrillo se permite el lujo, de cuando en cuando, de dar consejos al presidente Suárez», dice el escrito entregado a Sartorius; «permítenos a nosotros que os demos también algún consejo. Sólo una solución de rectificación clara y sin ambigüedades en el caso de Morala será capaz de que las elecciones sindicales se aborden con posibilidad de éxito. Lenin señalaba», continúa el escrito, «que la disciplina de los bolcheviques no venía porque hubiese una mano dura que hacía cumplir las reglas a rajatabla, sino porque había una política correcta que convencía, aunaba y disciplinaba a los militantes».
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