Empresarios optimistas

«... Que nos salven del precipicio..., sacrificios, austeridad, trabajo fecundo.... de no disponer dentro de poco ni siquiera de cinturón... Si no.... mal asunto, muy malo».Estas frases son de José María Ruiz-Mateos, presidente de Rumasa, de su artículo Trabajo y austeridad, publicado en EL PAIS el 11-9-1980, y posiblemente escritas con la mejor buena fe, creyendo que lo que es malo para él lo es también para los demás.

La dictadura permitió esta clase de empresarios, que en algunos casos crearon monstruosidades de empresas, sin pagar dividendos, sin rentabilidad ni compradores, llenas de ejecutivos dispuestos a inventar lo que sea con tal de justificar sus sueldos, y, hoy día, los vientos de liberalización los convierten de los más ricos a los más pobres, por mucho amparo que todavía tienen del Boletín Oficial, como es en el sector de vinos de Jerez -donde Rumasa empezó-, que para darse de alta en su consejo regulador de la denominación de origen hacen falta unos desembolsos previos a los doscientos millones de pesetas, y las ventas están limitadas a las existencias de cada uno. Olvidaron que son actividades más bien artesanas, donde sólo se necesita bodega y tiempo, cualquiera que sea su cantidad.

Es doloroso para aquellos que han puesto ahí su dinero que tengan que decirle adiós; pero pedir trabajo y austeridad a los demás, para sostener lo insostenible, es ser demasiado optimista por naturaleza. /