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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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El Gobierno de co..laboración

Pues no. señor. Parece ser que no era una serpiente de verano ni una malévola especulación de algunos críticos enredadores. Se percibe, y rada día con más datos la existencia en el seno de la comisión ejecutiva del PSOE de un no despreciable sector partidario la formación de un Gobierno de coalición PSOE-UCD), como es lógico y natural, sin el señor Suárez.

Los propulsores de esta estrategia manejan para justificar su necesidad o conveniencia, muy variadas argumentaciones: desde la afirmación de que al PSOE corresponde el facilitar y apoyar a los sectores progresistas madrileños o nacionalistas para que avancen en la añorada resolución burguesa otra revolución pendiente) hasta los que apoyan tal alianza interclasista en la consideración de que el PSOE tal y como está hoy en día —o tal y como lo han dejado ellos, según diría yo—, necesita de la plataforma del Gobierno, del abundante cuerno y su cascada de ventajas para mantenerse ante la inocultable minoración de electivos humanos y carencia de una acción política de base, y todos ellos conjuntan sus argumentos y esfuerzos para llegar a dicha meta.

A algunos nos preocupó ya en la moción de censura el ver abrir, sin chirridos y con gran suavidad, este portillo: pero no queríamos dar crédito a ello, sobre todo después de haber oído frases como esas de «lo que digan las urnas», que compensaba el pésimo regustillo dejado por aquella otra del «programa abierto», o el «aquí estamos para lo que ustedes gusten», tan castizamente ofrecido.

Mas la ilusión de que esa expectativa hubiere decaído se ha esfumado con leer las declaraciones de un miembro de la ejecutiva en Diario 16, en las que elimina toda posible mala interpretación que hubiere podido surgir de la hábil y no comprometida intervención del secretario general en su parlamento con motivo del debate de la cuestión de confianza.

A la luz de esta tentativa, cobra toda su valoración la coherente estrategia del cuidado sumo puesto por la dirección del PSOE en no hostigar ni arañar a UCD como grupo, y, menos aún, a algunos de sus mimados barones, en contraste con la empecinada actitud del ata que directo y personificado a Adolfo Suárez. ¿Por qué a él sólo?

Y dejando de lado la procedencia o no de esta clase de maniobras —secretísimas y elitistas—, a la luz de los acuerdos del congreso extraordinario del PSOE y a la no menos despreciable luz de la ocultación de estas intenciones a los órganos directores y bases del Partido Socialista Obrero Español tiene tal importancia este tema que merece una inmediata reflexión sobre sus efectos, su falta de previa discusión, clara y diáfana, y entrando en el tondo de esta peculiar política de alianzas, nos vemos obligados a hacer algunas consideraciones sobre las consecuencias que ello puede acarrear para la clase trabajadora, para el propio partido y para la naciente y precaria democracia carpetovetónica.

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La cacareada alternativa

No ignoramos la consabida afirmación de la imposibilidad hoy de un Gobierno socialista exclusivo por la posible reacción de la banca, el Ejército y la Iglesia y menos aún vamos a aceptar la inventada alegación de que no aspiramos a gobernar ni estamos dispuestos a quemarnos porque autorreducimos nuestro papel opositor a una posición testimonial y dogmática, pues ambas consideraciones son exactamente igual de falaces y prefabricadas para descalificar sin el menor rigor.

Si algunos miembros del PSOE, ejecutivos y parlamentarios, decidieron en mala hora, y ya anticipamos nuestro juicio para suplir olvidados o despreciados trabajos de seria lucha ideológica y concienciación, de claro y definido enfrentamiento político desde perspectivas de clase y de profunda lucha económica-sindical, el realizar su cacareada alternativa desde el Gobierno compartido hoy y aquí se haría al partido comunista el regalo más inapreciable que soñarse pudiera, y se prefabricarían las condiciones en las que se asentó tanto el crecimiento del sindicato y Partido Comunista italiano (PCI) como del francés, a lo largo de los últimos cuarenta años, por similares errores del PSI-. y del PSI, y se seguiría apoyando el despertar de los corpúsculos y partidos de afirmación nacionalista, que ya se ven aflorar, yen algunos lugares ya han cuajado, y con notable fuerza.

Son aquellos miembros de la ejecutiva y del grupo parlamentario del PSOE que tienen más que demostrado su desprecio hacia la concepción militante y de lucha del partido obrero, con todo lo que comporta de acción política básica, y que reducen el papel del partido a la presencia institucional y a los acuerdos de pasillo, los que serán acreedores al eterno reconocimiento del PCE, pues es evidente que éste, desresponsabilizado y reducido casi a la única oposición, se verá premiado con la explotación de los inequívocos fracasos del conglomerado Gobierno.

Intereses contrarios a la clase obrera

Si el premio que el PSOE ha lo grado con su desacertada política de consenso, y más aún por el gravísimo error de la suscripción de los pactos de la Moncloa, se ha comprobado en las elecciones del 1 de marzo y 3 de abril de 1979, y en las elecciones al Parlamento vasco y catalán, la presencia del PSOE en un Gobierno, sin ninguna clase de posibilidades, con el tardo franquismo —bautizado por Umbral— y el continuismo económico social que UCD representa haría del PSOE, pura y simplemente, una fuerza de colaboración en intereses contrarios a la clase obrera, lo que equivaldría a su hundimiento.

No serviría el conciliábulo si quiera para realizar un programa mínimamente avanzado, pues es obvio que las contradicciones con los compañeros de mesa o cama, pues no se sabe bien dónde iban a revolcarse, llevarían a una permanente crisis, y de no existir ésta por no haber contradicciones con la derecha, sería porque ya el PSOE habría desaparecido.

Este «sacrificio» que algunos están dispuestos a hacer para ser ministros no serviría siquiera para profundizar la democracia ni asentar las instituciones, pues los «compañeros de UCD» no admitirían bajo ningún concepto un solo punto programático) que pudiera suponer el menor atentado a sus oligárquicos intereses y el partido. PSOE, asumiría obligaciones que objetivamente Le enfrentarían con las tan buscadas clientelas de capas medias y clases populares.

Si no ha habido tuerza para alcanzar las llamadas contrapartidas de los pactos de la Moncloa, ¿de dónde se iban a obtener las presiones necesarias para contrarrestar los intereses de los llamados progresistas del franquismo (tan prestos a ocupar sillones con Suárez. con Arias Navarro o con Carrero)? Dejando reducida la oposición al partido comunista, grupos extra parlamentarios fuerzas nacionalistas, la confrontación de actitudes alcanzaría tales cotas de tensión y desprestigio de las instituciones democráticas, que se habría contribuido, paradójicamente, a la creación de un clima de auténtica ingobernabilidad.

Y la reacción en el seno del PSOE y de UGT no se haría esperar. Y con una lógica total, pues para lo que hemos dicho, por activa y por pasiva, que jamás nos escindiríamos ni facilitaríamos fraccionamientos, por coherencia con esta actitud, frente a esa entrega y suicidio habríamos de responder defendiendo al PSOE, el de verdad, incluso hasta en su moderada expresión socialdemócrata frente al más repugnante colaboricionismo con los responsables del amargo ayer y del fraudulento hoy que pesa sobre la clase obrera

Defender al verdadero PSOE

Frente a esta operación política o conspiración de los revisionistas, más preocupados por ayudar a la llamada-burguesía civilizada y a democristianos de toda laña, habríamos de adoptar una actitud de defensa del socialismo tradicional, democrático y revolucionario, que reflejaría definitivamente el que la verdadera distinción entre colaboracionistas y socialistas recoge mejor donde están los que hoy distinguimos con la terminología de sector moderado y sector crítico.

Pero, en fin, sea cual fuere la posición que en el seno del Partido Socialista Obrero Español mantenga cada corriente, que se abra la discusión públicamente, que diga cada uno lo que piensa, que se acaben los hechos consumados o la práctica del contrabando ideológico, y el gato por liebre sobre todo que quien mantiene actitudes de ambigüedad para flotar en toda clase de situaciones, y según le convenga resultar el mejor interlocutor de las necesidades de la reforma, o desenterrar el brazo de Lenin, para con él repartir mamporros revolucionarios, se decida a aceptar las consecuencias limpiamente, pues son ya demasiados congresos los que conducen a asumir, en el papel, las posiciones de la izquierda socialista, a desarrollar en las acciones los hábitos del liberalismo vergonzante.

Pablo Castellano es diputado del PSOE por Cáceres.

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