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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El infierno existe

Quisiera contestar a la carta de R. M. Pizarro, de Alicante, titulada «La enfermedad del infierno», y publicada en esta sección el pasado día 26 de septiembre, para así «contribuir a que sucedan menos hechos anacrónicos, irracionales, sectarios, etcétera», como este que nos ocupa.Ante todo quiero aclarar que no soy (ni mucho menos) un teólogo, pero creo que cualquier católico con una mediana formación religiosa podría decir lo mismo e incluso mejor que yo.

No sé lo que le contarían en la Iglesia Popular Española a su amiga (pues desconozco esa iglesia y, por tanto, sus enseñanzas), pero de ahí a decir (de una forma tan «demagógica») que el infierno es inexistente porque a dicha amiga la tuvieron que llevar al psicólogo, va un abismo. No sé tampoco si el señor Pizarro tendrá algún otro argumento mejor, pero los que expone en su carta no me convencen, ni creo que convencerán a nadie.

En primer lugar porque dice que, interpretando objetivamente la Biblia, no puede haber infierno. Me gustaría que el señor Pizarro interpretase objetivamente las siguientes palabras de Jesucristo, hablando del juicio final, y dirigidas a los condenados: «Apartaos de Mi, malditos de mi Padre, al fuego eterno, porque tuve hambre y no me disteis de comer». Y en segundo lugar porque dice que, teniendo en cuenta el carácter de Dios, tampoco hay infierno. Aparte de ser dogma de fe la existencia de éste, si tenemos en cuenta el carácter de Dios (que es, entre otras infinitas perfecciones, misericordioso y justo), se puede deducir su existencia; pues, al ser misericordioso, perdona a todo el que sinceramente se arrepienta; pero, al ser justo, no puede perdonar a quien no esté arrepentido. Por otra parte hay gente que quiere apartarse de Dios y niega su existencia. Es lógico que, al ser misericordioso, a quien no quiera estar con El le aparte de sí, pues Dios no obliga a nadie a que esté con El ni tampoco (por supuesto y con muchísima más razón) a que se condene.

Por último, dice el señor Pizarro que Hitler no tendría ni al peor judío en las llamas eternas de «nuestro» infierno. Creo que sobran todos los comentarios a esta afirmación después de haber visto o leído la famosa novela Holocausto. /

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