El Vaticano defenderá la libertad de conciencia y religión en la CSCE de Madrid
La defensa y extensión de la «libertad de conciencia y de religión» en el territorio europeo constituye el objetivo central de la actitud que el Vaticano adoptará en el curso de los debates políticos de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), de Madrid, que se iniciarán en la capital española el día 11 de noviembre. Esta es la primera conclusión que se obtiene de la lectura del documento que sobre los trabajos de la conferencia fue enviado, el pasado día 1 de septiembre, por el papa Juan Pablo II a los 34 jefes de Estado que, con el Vaticano, participan en la CSCE de Madrid.
El diario EL PAIS ha tenido acceso al texto mencionado en fuentes diplomáticas próximas a los debates de la reunión preparatoria de la conferencia, en las que se ha considerado el documento como un buen elemento de trabajo y de reflexión para las distintas delegaciones participantes. En la misiva, firmada por Juan Pablo II y que iba precedida de una breve carta de cortesía a cada jefe de Estado, se señala que la Iglesia católica consagra una especial dedicación a la defensa de los derechos humanos y, en particular, a la de la «libertad de conciencia y de religión». Se añade que es en este espíritu, y de acuerdo con el Acta Final de Helsinki, que el Vaticano decidió enviar a los países participantes en la conferencia las «consideraciones» del citado documento.El texto del Vaticano señala que «el punto de partida del reconocimiento y respeto de la libertad religiosa está en la dignidad de la persona humana». Asimismo, añade que «la libertad religiosa se expresa por actos que no son solamente interiores ni exclusivamente individuales». Partiendo de estas dos premisas, la Santa Sede enumera toda una serie de principios que considera de importancia capital para el desarrollo y respeto de esta libertad.
Según el Vaticano, en el plano personal hay que incluir los siguientes aspectos como partes integrantes de la libertad religiosa:
1. La libertad de adherirse a una religión y a su comunidad confesional correspondiente.
2. Libertad de poder practicar en privado y colectivamente el culto escogido, teniendo templos adecuados.
3. Libertad de los padres de educar a sus hijos en sus convicciones religiosas.
4. Libertad de las familias de escoger las escuelas que deseen para la educación de sus hijos.
5. Libertad de acceso a la asistencia religiosa, en situaciones especiales, como en hospitales.
6. La libertad de no estar obligado a realizar actos contra la propia fe.
7. Libertad de acción frente a las posibles presiones o discriminaciones políticas y sociales por practicar una religión.
En el plano comunitario, el documento destaca:
1. Libertad de tener en su religión la propia jerarquía.
2. Libertad del ejercicio del ministerio religioso por los responsables de cada comunidad.
3. Libertad de tener institutos propios de formación religiosa.
4. Libertad de recibir y publicar libros sobre la fe y el culto.
5. Libertad de practicar la enseñanza religiosa.
6. Libertad de utilizar los medios de comunicación social.
7. Libertad de practicar la enseñanza en general.
Asimismo, se hace referencia a la condición universal de la Iglesia católica y a la unidad de acción y de jurisdicción de su magisterio, por lo que, en el plano internacional, se exige la libertad de comunicación jerárquica, de celebrar encuentros y de distribuir, de un país a otro, documentos e informaciones.
El documento añade que la libertad de conciencia y de religión «servirá para reforzar la paz internacional», que «está amenazada por cualquier violación de los derechos del hombre, y en particular por la injusta distribución de los bienes materiales y por la violación de derechos objetivos del espíritu de la conciencia humana».
El documento concluye diciendo: «La Santa Sede desea invitar a la reflexión a las autoridades civiles responsables de los distintos países -de la conferencia- para que vean en qué medida las consideraciones expuestas en el documento deben ser objeto de un serio examen».
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