Doce muertos por la explosión de una bomba terrorista en la fiesta de la cerveza de Munich
Doce muertos -entre ellos, un niño de seis años y dos niñas de ocho y diez, más dos adultos austriacos, un británico, un suizo, y el resto, ciudadanos alemanes- es el trágico balance del atentado terrorista con bomba perpetrado la noche del viernes, nueve días antes de las elecciones, en el Theresienwiese, el recinto en que! se desarrolla estos días la «fiesta de la cerveza» de Munich. La policía ha facilitado también la cifra de 140 heridos.
El artefacto, accionado electrónicamente, fue colocado en una papelera junto a la entrada norte de la explanada, precisamente en la zona más concurrida a esas horas. Mil personas se encontraban en ese momento en el círculo de alcance de la onda expansiva de la explosión. En total visitaban la feria a las 10.20 horas de la noche, momento en que explosionó, un total de 200.000 personas. El artefacto, según los expertos de la policía, estaba preparado con dos o tres kilos de «una materia altamente explosiva» introducida en un tubo de hierro fundido.Según dijo anoche el primer canal de la televisión alemana, la policía muniquesa no ha confirmado ni desmentido una información según la cual en el lugar del atentado se encontró el pasaporte de un militante de extrema derecha, así como el que uno de los muertos sea otro conocido activista de la misma tendencia.
Hasta el momento, ninguna organización ha reivindicado la autoría de este atentado, el mayor de la historia de la RFA. La policía «no excluye» la posibilidad de que «efectivamente» se trate de un acto terrorista, entendido como tal la acción de un grupo determinado movido por razones supuestamente políticas. El canciller Helmut Schmidt, que se ha apresurado a testimoniar su condolencia a las familias de las víctimas en un telegrama remitido al jefe del Gobierno bávaro y oponente electoral suyo, Franz Josef Strauss, ha calificado esta matanza como acto «absurdo, fatuo y posiblemente cometido por un loco ».
Según la policía, el artefacto estaba elaborado por un entendido en la materia. El Ministerio del Interior del land de Baviera ha aceptado la oferta de técnicos de la policía criminal federal formulada por el ministro del Interior, Gerhard Baum. Según la comisión especial de cuarenta especialistas que se formó en Munich inmediatamente después del atentado, «todavía no hay pistas concretas» que puedan conducir a los autores. Con el fin de vincular a la población a la resolución del caso, se ha ofrecido una recompensa de 100.000 marcos (unos cuatro millones de pesetas) para quien facilite una pista segura. La vigilancia policial se ha intensificado entre tanto no sólo en el real de la feria, que, a pesar de la matanza, continuará hasta el próximo 5 de octubre, sino también en las vías de acceso a Munich y frontera austriaca.
Utilización electoral
Aparte del contenido dramático de este atentado, en plena Fiesta de Octubre muniquesa, es de tener en cuenta que se ha producido nueve días antes de que los alemanes acudan a las urnas para elegir un nuevo Parlamento y un nuevo canciller para los cuatro próximos años, y dentro de la «fase caliente» de la campaña electoral menos serena de la moderna historia de este país. No es extraño, pues, que el jefe del Partido Socialdemócrata, Willy Brandt, haya añadido en un mitin a sus expresiones de condolencia una enérgica petición, indirectamente dirigida al candidato conservador, Strauss, para que este trágico capítulo no se emplee por nadie como metralla electoral.La muerte de estos pacíficos ciudadanos debe quedar envuelta en el recuerdo y en el dolor, y a la policía corresponde detener a los asesinos.
En este sentido, cabría interpretar el deseo de Brandt añadiendo que el candidato Franz Josef Strauss prestaría un loable servicio a la nación y a sí mismo si, al compartir el dolor de sus conciudadanos, evita trasladar el hecho a una pauta electoral. Es imaginable, con todo, que, a la vista de la marcha de la actual campaña, en la que «vale casi todo», según un crítico, el candidato conservador pueda sentir la tentación de «pedir cabezas ministeriales», como no hace muchos días la del ministro federal del Interior, Baum, que inició semanas atrás la «peligrosa» experiencia de dialogar con un terrorista arrepentido: «Quien dialoga», dijo Baum al defender su postura, «no dispara».
De un tiempo a esta parte, al activismo armado de supuestos grupos de izquierda ha sucedido en la RFA, con gran empuje, el mismo fenómeno terrorista protagonizado por grupos radicales de la derecha. Cinco atentados con bombas contra albergues de inmigrantes extranjeros, con muerte de dos jóvenes vietnamitas y varios heridos, es el balance de los últimos meses.
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