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Tres mujeres protagonizan una tormenta política en el Parlamento Europeo

Soledad Gallego-Díaz

Dos de las protagonistas de este caso, que, al margen de la anécdota, afecta al prestigio del primer Parlamento Europeo elegido por votación directa, son francesas, elegantes y exquisitas: Alice Saunier-Seite, ministra de Giscard d'Estaing, y Simone Weil, presidenta de la Asamblea Europea. La tercera, María Antonietta Macciocchi, es italiana, lleva una alborotada melena cana y representa al Partido Radical, el niño terrible de Estrasburgo.La señora Saunier-Seite decidió hace escasamente un mes suprimir el contrato de la Macciocchi como profesora asociada de la Universidad de Vincennes. Motivo: su condición de parlamentaria europea, que la hace incompatible con la enseñanza. El apoyo legal es una ley francesa de incompatibilidades que afecta, por lo que se ve, a los profesores asociados, pero no a los titulares. Macciocchi, que no es francesa, no podrá ser nunca titular de la cátedra, pese a que por sus seminarios pasan y han pasado desde hace diez años los intelectuales más prestigiosos de Europa, dentro, eso sí, de la línea crítica.

La verdad es que María Antonietta Macciocchi debe resultar muy incómoda para cualquier autoridad. Fue miembro del Partido Comunista italiano y diputada por Nápoles, pero el PCI no soportó sus críticas y la expulsó. Tal vez por eso, ahora los diputados comunistas italianos se ausentaron hábilmente del Parlamento Europeo cuando se sometió a votación un texto reclamando su inmediata reposición como enseñante. Los comunistas franceses fueron menos sutiles: se abstuvieron alegando extrañas razones. La moción fue aprobada, sin embargo, por inmensa mayoría, con el apoyo incluso de Simone Weil.

La señora Weil, cuyos hermosos ojos azules han echado chispas en más de una ocasión por culpa de su radical parlamentaria, no ha dudado, sin embargo, en ponerse a su lado, pese a que el contrario sea una ministra de Giscard d'Estaing, su mejor amigo. Va en ello el prestigio del Parlamento Europeo, y hasta el archiduque Otto von Habsburg, diputado del CSU, de Franz Josef Strauss, invitó vivamente al Gobierno de París a modificar su decisión. «Europa no puede existir si no existe la Europa de la cultura, y el mejor medio de favorecer esa cooperación cultural son las instituciones de enseñanza y concretamente las universidades», afirma el documento aprobado.

María Antonietta Macciocchi no ha permanecido ciertamente callada a la espera de que sus compañeros la apoyaran o de que falle a su favor el Consejo de Estado de Francia, ante el que ha presentado recurso. En un artículo publicado ayer en Le Soir, la profesora italiana arremete contra «el autoritarismo arrogante y exorbitante» de la ministra de Universidades, que la ha expulsado. «El caso Macciocchi», escribe, «afecta al prestigio del primer Parlamento Europeo elegido por sufragio universal y a la independencia de las universidades, de los intelectuales y de la cultura».

La combativa intelectual italiana recuerda que la señora Saunier-Seite dijo un día: «Vincennes es Italia». «Supongo que quería decir que Vincennes se identifica con el terrorismo, con las Brigadas Rojas, con la droga y con la degeneración del Estado. Y la arrasó. Espero», ironiza, «que Italia, que sigue siendo uno de los apoyos de nuestra civilización, no caiga en un juicio apresurado y diga: Alice Saunier-Seite es Francia».

El enfrentamiento de ambas mujeres tiene difícil solución.

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