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Desarticulado un plan de emisión de 1.500 millones de pesetas en billetes falsos

La policía ha evitado la distribución de 1.500 millones de pesetas en billetes falsos de mil y ha detenido a los tres implicados en el ambicioso plan de falsificación y tráfico. Se estima que los presuntos culpables han logrado pasar unos quinientos billetes, pero disponían de 16.000 (es decir, de unos dieciséis millones de pesetas) preparados para una inmediata distribución. Las operaciones policiales se han desarrollado en dos fases: la primera, dedicada a la localización y vigilancia de la imprenta, situada en la calle de Batalla de Belchite, 5, y la segunda, al arresto de los presuntos responsables.

Los primeros indicios de una falsificación de billetes de banco fueron detectados por la policía hace cuatro meses. Determinada imprenta, cuyos mantenedores parecían muy activos, no expendía ningún producto que justificase el movimiento interior. La imprenta, regentada por Entonio Villalba, de 32 años, y Pedro del Val, de 35, fue sometida a vigilancia.En todo plan de falsificación de moneda, la dificultad más importante es el hallazgo de un tipo de papel similar al utilizado en los billetes de curso legal. Para acrecentar esta dificultad, algunos países, entre ellos Japón, cultivan los árboles cuya madera es empleada posteriormente en la fabricación reglamentaria. Los funcionarios de policía descubrieron muy pronto que los impresores compraban una partida de papel pergamino, uno de los tipos usuales más parecidos al papel oficial. Los primeros indicios eran confirmados en parte. Como complemento, Antonio Villalba y Pedro del Val tenían antecedentes penales por estafa.

El currículo de la emprenta, Gráficas Belchite, tenía una antigüedad de cuatro años, si bien no había en él trabajos o encargos que permitiesen deducir con rigor el plan de los regentes. Había, pues, que esperar algún fallo.

Cierto día, uno de ellos entregó al cobrador del autobús un billete falso, y el cobrador se dio cuenta del engaño, pero el falsificador logró huir sin dejar rastro.

En el trabajo de los falsificadores, los avances eran, a pesar de todo, evidentes: la maquinaria disponible no parecía la más adecuada y les obligaba a un proceso muy laborioso. La separación de colores para una impresión combinada resultaba un difícil problema. Para resolverlo consiguieron preparar ocho planchas de aluminio que emplearían en el anverso de los billetes, y otras ocho destinadas a imprimir el reverso. La grabación de la efigie de Echegaray al agua resultaba imposible para ellos, así que decidieron emplear tinta blanca. Si el billete se miraba al trasluz, la efigie se veía perfectamente, pero la tinta dejaba un rastro. Por fin decidieron oscurecerla mezclándola con café.

La última dificultad era la ausencia de ruido de carteo cuando se movía un billete junto al oído. El chasqueo característico del auténtico papel-moneda faltaba en el papel pergamino. Los falsificadores proyectaron la compra de papel de veintiséis kilos, mucho más parecido al original, y la de una maquinaria más perfecta, aunque la segunda adquisición sería mucho más problemática, puesto que exigía un desembolso superior a los dos millones de pesetas. Por el momento, descubrieron que el apresto del papel ascendía con la aplicación final de un determinado barniz.

Por este procedimiento llegaron a Imprimir unos dieciséis millones de pesetas en billetes. Estaban abocados ya a distribuirlos de algún modo. Felipe Cipriano, de 43 años, sin antecedentes penales hasta ahora, recibió una cantidad y se dispuso a participar en la colocación. El pasado día 6 el grupo hizo los primeros intentos.

El propio día 6, Felipe Cipriano decidió probar suerte en un lugar concurrido, una sala de bingo de la calle de Fernando el Católico. Poco después, el cajero del establecimiento creyó notar algo raro en la textura de uno de los billetes. Pocos minutos después se recibía una llamada de atención en una de las unidades zeta del 091. Los agentes se trasladaron al local. En el registro posterior a la detención de Cipriano descubrieron cerca de trescientos billetes falsos camuflados en su automóvil.

Las distintas unidades policiales que habían seguido las investigaciones llegaron a una rápida solución del caso, toda vez que parecían tener localizado el lugar de procedencia de los billetes. Ayer, en una rueda de Prensa convocada en la Dirección de la Seguridad del Estado, la policía ofreció una amplísima información sobre el servicio, en el que también ha participado un equipo técnico del Banco de España. «Todo lo que quedaba por hacer, una vez localizado y detenido Felipe Cipriano, era detener a Villalba y Del Val. Hubo que esperar algunas horas, porque estaban pasando el fin de semana en un chalé de Villalba. Luego nos han confesado, en sus declaraciones, que los billetes españoles de mil son muy difíciles de falsificar y que, en suma, hubieran podido fabricar dólares en un par de noches. Les hemos incautado de catorce a dieciséis millones de pesetas en billetes falsos, pero tenían un plan para emitir 1.500 millones y habían almacenado unos setenta kilos de papel-pergamino. Conviene aclarar que aún no hemos detectado intentos de falsificar los billetes de 5.000 pesetas, y que este plan abortado no tiene relación alguna con una conocida tirada de billetes falsos de mil en Francia: de esa emisión, distribuida en toda España y en el extranjero, hemos controlado más de un 90% de lo traficado».

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