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La vida en las grandes ciudades aumenta los riesgos de esquizofrenia en los niños

La salud mental de los niños está amenazada en las grandes ciudades. Cerrados domicilios, aislados psíquica y físicamente unos de otros; escuelas-prisión, donde el movimiento está sometido a limitadas áreas de espacio y tiempo; incomunicación vital y profesional entre padres e hijos ... Estos son algunos de los elementos que acercan a los niños de hoy a la esquizofrenia de mañana, según René Diatkine, figura eminente mundial del psicoanálisis de niños, heredero del espíritu de Anna Freud, y profundamente influenciado por Melanie Klein, «sin considerarme kleiniano».

René Diatkine también se considera muy influenciado por el estructuralismo, concretamente por Lacan, pero afirma «no ser discípulo de Lacan». Antiguo presidente de la Sociedad Psicoanalítica de París, y entroncado, por tanto, con la seriedad de la corriente psicoanalítica internacional, es profesor de psiquiatría infantil en la facultad de Medicina de Ginebra. Su presencia y compromiso público, además del investigador, se pone hoy de manifiesto en su responsabilidad como director general de una asociación creada para mantener y prever la salud mental de una gran barriada parisiense.A la pregunta sobre qué es lo que el método psicoanalítico aporta a la comprensión de los niños y de su mundo, o, en otras palabras, por qué psicoanálisis para niños, René Diatkine explica: «Nuestras hipótesis de trabajo son que, después de una infancia de angustias y dificultades..., llega un momento en que, para el niño, la única solución mental ordenada es la esquizofrenia».

Los niños experimentan sufrimiento y angustia. «Los niños están mal en la gran ciudad», afirma Diatkine; «en París, por ejemplo, cada vez hay menos espacio previsto para ellos. No hay sitio para los niños. Cuando entramos en la escuela, vemos clases, pasillos y un patio al que sólo se acude en algunos ratos... No hay espacio libre para ellos. Por otra parte, en una ciudad como París, la familia se reduce a lo nuclear: padre y madre.... pequeños grupos aislados unos de otros, sin abuelos u otras personas que no pertenezcan al núcleo familiar». El investigador francés prosigue así su descripción de la vida de los niños: «Los pequeños no tienen acceso a la vida profesional de los padres; no tienen contacto con ellos... Además, no hay saber profesional alguno que se transmita de los padres a los hijos».

La vida de los niños plantea, o debe plantear también, según el psicoanalista francés, problemas nuevos: « La escuela está enfrentada a un problema de difícil solución. En París, todos los niños van a un mismo tipo de escuela, y sólo un tercio de ellos la utiliza bien, es decir, sólo un tercio saca provecho de ella. Al resto no les sirve. Algunos aprenden algo, y otros nada».

El futuro de la escuela está en entredicho. «Según la posición tradicional, el éxito o el fracaso de los niños en la escuela está en función de condicionantes genéticos, biológicos. En la misma aula de una escuela convive el niño procedente de medios intelectuales desarrollados (el padre habla con él, en la casa hay libros, buena música) con el hijo de un padre superempleado, que poco puede hacer por sus hijos». Teóricamente, puede «demostrarse que no existen diferencias biológicas entre los niños que aprenden y los que no. La diferencia está en que unos y otros niños no han vivido el mismo tipo de experiencia familiar».

En este contexto en el que discurre la vida de los niños en los grandes centros de concentración urbana es en el que surge y se afianza el trastorno mental, ese concepto tan debatido y puesto hoy en entredicho. ¿Qué es el trastorno mental para René Diatkine? «Para mí, la enfermedad mental», explica el psicoanalista francés, «es esa incapacidad de realizar los propios deseos de algunos adultos». No hay, pues, en el concepto de Diatkine, concepto de normalidad alguno asociado a la salud mental. La enfermedad no es para él lo diverso, lo distinto, sino otra cosa.

Esquizofrenia

Para él es la esquizofrenia lo que normaliza todo, al convertir en única esa infinidad de respuestas a la vida propia del conjunto de los seres humanos. No comparte, pues, «cierta mitificación» de la esquizofrenia propia de algunos antipsiquiatras, concretamente Cooper. «Se dice», afirma René Diatkine, «que los esquizofrénicos son los mejores, que eso es lo mejor. Yo les conozco. Son los individuos más desgraciados e incompletos: el esquizofrénico no llega a tener relaciones afectivas satisfactorias para él mismo. Quiere poseerlo todo, sentirlo todo, tenerlo todo ... ».La esquizofrenia parece remitirnos, pues, al centro mismo del deseo, a la dialéctica del impulso, entre la realización satisfactoria o la limitación frustrante. Si bien, este conflicto está en todo ser humano y, en cierto sentido, podría decirse que todos los individuos son algo esquizofrénicos, en aquellos en los que ha estallado la esquizofrenia es ya total la negación del límite.

Pero esto no supone, a diferencia de lo que puede pensarse o sentirse en situaciones de intenso deseo, un placer máximo, sino, por el contrario, según Diatkine, «una angustia terrible».

Paradójicamente, es en esta situación esquizoide y de angustiosa negación del límite en la que pueden desembocar millones de existencias humanas, las de los niños de hoy, nacidos y crecidos en las formas más absolutas de límite: límite de espacio, límite de contacto corporal, límite de comunicación verbal, límite de trato con familiares y vecinos, límite de movimientos ... Porque para René Diatkine, mientras para cada ser humano existe un equilibrio entre el impulso o deseo y su posibilidad de realización, un equilibrio diferente para cada persona e incluso, en el mismo individuo, «un equilibrio diferente en cada momento de la vida», el acceso a la esquizofrenia supone la negación de esa infinita variación de posibilidades «desordenadas», reducidas a una única e idéntica forma esquizoide, «porque para mí», concluye, «la patología es el orden. La realidad de la vida es el desorden».

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